Economía
De cuentapropistas y mulas
Yoani Sánchez
La Habana 06-07-2012 - 9:26 am.
Las nuevas resoluciones aduanales afectan especialmente a los
cuentapropistas.
El pimentero es de madera labrada y sobre la mesa un envase con
sazonador dice en letras verdes "Sedano's". El restaurant privado espera
por los abastecimientos que llegaran este sábado, dentro del enorme
cargamento transportado por una "mula".
(Si el concepto de "mula" es tomado en el resto del mundo como alguien
que transporta drogas, en Cuba alude a quien —especialmente desde
Estados Unidos— traslada paquetería que incluye la mayoría de las veces
ropa, zapatos, conservas de alimentos, equipos electrodomésticos, comida
instantánea, medicamentos y útiles del hogar. La "mula" recibe un pago
por esta labor de mensajería y muchas veces el costo de su boleto a la
Isla está sufragado como parte del acuerdo con la agencia que lo contrató.)
Si se demora solo un día el arribo de los productos, muchos platos
anunciados en la carta ya no podrán ser ofertados, pues una buena parte
de "los condimentos, las cazuelas, el avituallamiento para las mesas, la
crema y hasta el café" les llega desde La Florida, según me explica el
dueño del lugar.
Desde que abrieron sus puertas se han sostenido gracias al aluvión de
mercancías y alimentos que ha estado entrando por el aeropuerto de La
Habana. "No es que no nos gusten los productos nacionales, es que no hay
un suministro estable de ellos ni poseen la necesaria calidad. Así que
tenemos que ir al seguro", me aclara el chef mientras abre un paquete de
pastas importadas.
La alarma se extiende entre los pequeños negocios privados creados en
los últimos años. De los 387.275 trabajadores por cuenta propia que se
computaron a finales de mayo, es difícil calcular cuántos de ellos
dependen de lo que acarrean los viajeros en sus equipajes. Pero la cifra
podría ser muy alta. La manicure necesita las pinturas y el quita
esmalte que le envía algún pariente desde Miami, y el hombre que
organiza fiestas infantiles recibe globos y caramelos de su hermano
radicado en Orlando. Ahora, ese entramado de comercio semialternativo ha
empezado a peligrar con las nuevas resoluciones aduanales.
La primera de ellas entró en vigor el pasado 18 de junio y restituyó los
gravámenes sobre la importación de alimentos. Medida que resulta
elemental en muchos países del planeta, pero que se convierte en un
freno para el desarrollo de la pequeña empresa en una nación marcada por
el desabastecimiento, la ausencia de un mercado mayorista y el elevado
costo de los productos alimentarios. Si hemos visto florecer las
cafeterías en las céntricas calles capitalinas y llenarse las páginas
amarillas con anuncios, ha sido en gran medida gracias a la paquetería
llegada desde el Norte.
La situación se tornará más difícil una vez puesta en práctica la nueva
disposición anunciada este lunes, la cual aplicará a partir del 3 de
septiembre del presente año aranceles sobre la importación de artículos
de uso personal cuyo valor exceda los 50 pesos cubanos. Un duro golpe
para los cuentapropistas y también para todos aquellos cubanos que
habían logrado mejorar su dieta y su indumentaria con esos productos
extranjeros.
Si las medidas están enfocadas en recaudar la mayor cantidad de efectivo
en las aduanas y regular legalmente lo que funcionaba un tanto fuera de
control, probablemente el gobierno logre su objetivo. Sin embargo, se
verá también un efecto sumamente negativo e inmediato sobre el
desarrollo del sector privado. No es de extrañar que en pocos días
escuchemos de la boca de muchos cuentapropistas frases como "ya no
hacemos ese trabajo porque el paquete con la materia prima no ha llegado
aún" o "ese plato lo preparábamos antes, cuando las mulas venían más a
menudo". Y solo entonces percibiremos la real importancia de ese
comercio —incalculable y vital— que viaja en el interior de los maletines.
http://www.diariodecuba.com/cuba/11900-de-cuentapropistas-y-mulas
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