domingo, 18 de noviembre de 2012

Antes de quitar la Ley de Ajuste Cubano

Publicado el domingo, 11.18.12



Antes de quitar la Ley de Ajuste Cubano

Arturo López-Levy



Por décadas, el gobierno cubano ha denunciado la Ley de Ajuste Cubano de

1966, como "la ley asesina", culpando al estatuto norteamericano por la

migración de miles de cubanos a la Florida. Esa interpretación nunca ha

tenido efecto en los gestores de política en EEUU, pues ignora los

factores del sistema económico y político en la isla que empujan a los

cubanos a emigrar. Por extraña coincidencia, ahora han aparecido

sectores vinculados al embargo norteamericano que insisten, cada vez con

más fuerza, en la necesidad de derogar la ley.



El hecho de que muchos cubanos que emigran discrepen del gobierno

cubano, no significa que concuerden con el embargo estadounidense contra

Cuba. Cada año, 300,000 cubanoamericanos van a Cuba y votan contra la

restricción para viajar y la estrategia de provocar una rebelión por

asfixia, enunciada en la ley Helms-Burton. Tras la flexibilización

migratoria cubana del pasado octubre, no es difícil pronosticar un

aumento del movimiento circular entre Cuba y EEUU.



En la comunidad cubanoamericana se acentúan las tendencias a una

preponderancia de las últimas oleadas de emigrantes, con una visión más

favorable a incentivar cambios en Cuba a través del intercambio y el

diálogo. Usando las ventajas asociadas a la Ley de Ajuste Cubano de 1966

y las nuevas regulaciones migratorias cubanas, miles de

cubanoamericanos, interesados en llevar vidas trasnacionales, podrían

hacerse residentes legales y ciudadanos norteamericanos, mientras

mantienen propiedades, residencia y hasta negocios en Cuba.



Tal dinámica tendrá efectos moderadores en las políticas de Miami y La

Habana. Primero, porque el contacto entre las dos orillas del Estrecho

de la Florida se multiplicará; segundo, porque comunidades interesadas

en tales intercambios crecerán, poniendo presión respectiva en la Casa

Blanca y el Palacio de la Revolución; y tercero, porque una ley que

originalmente surgió como parte de la guerra fría entre Cuba y EEUU,

podría servir ahora de virtual amnistía migratoria para cubanos que

salen legalmente de Cuba a EEUU por motivos de trabajo, educación, o

encuentro familiar.



La Ley de Ajuste Cubano fue aprobada por la Administración demócrata de

Lyndon Johnson para regularizar la presencia en territorio

norteamericano de miles de cubanos, cuyo proceso migratorio de entrada

no fue como asilados bajo peligro de persecución o tortura. La ley

protege a los Estados Unidos de un derecho automático a la residencia.

El fiscal general regula la elegibilidad. Es por eso que varios de los

arribados durante o después de Mariel, con problemas legales, fueron

considerados "entrantes" y tuvieron que esperar a la reforma migratoria

en 1986, o siguieron siendo deportables.



Si el gobierno de Barack Obama detuviese la implementación de pies

secos/ pies mojados, que es diferente a derogar la Ley de Ajuste Cubano,

Estados Unidos recibiría una emigración en camino a la legalización.

Entrarían a EEUU, cubanos, mayormente educados, con conocimiento del

inglés, que tienen familiares asentados en el país, y por tanto con un

aterrizaje menos traumático al de otros emigrantes.



EEUU necesita emigrantes para atenuar las bajas de natalidad de típico

país desarrollado. El cubano es un buen prospecto; no alberga

sentimientos hostiles ni valores contrapuestos a la democracia

norteamericana. Cuba tiene bajas tasas de natalidad, sin peligro de una

emigración de gran magnitud. Ningún acto terrorista en suelo

norteamericano cometido por cubanos (como el disparo en el puerto de

Miami contra un barco polaco) es atribuible a los cubanos emigrados en

las más recientes oleadas.



Son los legisladores cubanoamericanos los que al abrir un posible debate

político sobre el estatuto de 1966, están creando la enfermedad, de la

que se proclaman remedio. Desde 1978, cientos de miles de

cubanoamericanos han visitado su país de origen y ningún Congreso (de

mayoría republicana o demócrata), ni ningún presidente ha perdido tiempo

tratando de derogar la ley de 1966. Fue frente al gobierno cubano hasta

1978 que los emigrados tuvieron que reclamar su derecho a visitar su

país de origen.



La libertad de viajes es tan americana como el pastel de manzana. Nada

en la Ley de Ajuste Cubano o su debate previo en el Congreso de 1966

prescribe que sus beneficiarios se olviden de sus familiares. Benjamín

Franklin, el primero de todos los norteamericanos, hizo incontables

esfuerzos por abrazar a su hijo, antiguo gobernador de Nueva Jersey, y

refugiado en Inglaterra tras ser derrotado por la revolución alentada

por su padre. Al decir de Franklin los lazos familiares eran del tipo

"natural", e iban "más allá de las consideraciones políticas".



Profesor Adjunto, Josef Korbel School of International Studies,

University of Denver.



http://www.elnuevoherald.com/2012/11/18/1345732/arturo-lopez-levy-antes-de-quitar.html

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