¿Por qué Cuba no cambia?
Con la doble moneda, por ejemplo, distorsionan la contabilidad fiscal,
los costos de producción y sobre todo, como afirma Carmelo Mesa-Lago,
"expanden las desigualdades en el ingreso".
Jorge Riopedre/ Especial para martinoticias.com
junio 19, 2013
¿Por qué Cuba no cambia? Se trata de una pregunta andariega empeñada en
visitar a cualquier interesado en los acontecimientos de la isla.
Despierta el interés general por el evidente misterio que suscita ante
la imposibilidad de persuadirla a revelar el código o la contraseña de
acceso a su respuesta. Yo por supuesto no he descifrado su secreto pero
quisiera proponer una vieja estrategia recomendada por el antropólogo
Robert Redfield: el estudio de una comunidad tanto desde el punto de
vista estructural como global debe dirigirse hacia la comprensión de
aquélla "en su conjunto, como un todo".
Sin embargo, la visión de los más influyentes sectores dentro y fuera de
Cuba parece ser monotemática (reforma económica) cuando se tiene por
axiomático que los regímenes absolutistas o totalitarios no suelen caer
o disolverse por la escasez de bienes de consumo.
Menos aún por un arrebato reformista que pueda conducir al suicidio
político de la cúpula gobernante, la represalia de sus familiares y la
pérdida de una fortuna amasada a expensas del erario público. La
economía de un país, cualquier país, es la resultante de sus
instituciones y éstas, a su vez, de los valores, costumbres y
comportamiento de los ciudadanos que las conforman. Ciudadanos que en el
caso de Cuba se ven obligados a delinquir porque siendo el Estado dueño
indiscutible de vidas y haciendas hay que sustraer de su emporio todo
género de cosas para sobrevivir. No hay duda de que la economía es
importante, pero constituye sólo un componente del tejido socio-cultural
de la nación, necesitado de cambios estructurales, no simulacros de
reformas superficiales e incompletas.
¿Por qué Cuba no cambia? Porque cualquier intento de transformación real
tropieza con el insalvable obstáculo del artículo 5º de la Constitución
cubana, el cual establece que "El Partido Comunista de Cuba es la fuerza
dirigente superior de la sociedad y del Estado". Las afiladas garras de
esta norma suprema se encuentran en figuras como la Ley de Peligrosidad
Predelictiva dispuesto en el artículo 72 del Código Penal cubano, medida
aplicable a cualquier persona que la policía considere "proclive" a
cometer un delito contra las normas de la moral socialista". Sin
embargo, cuando el castigo policial es insuficiente porque se hace
indispensable una sanción mayor a un opositor, por ejemplo, Oswaldo
Payá; o bien un aliado del régimen como el general Arnaldo Ochoa o un
socio comercial como el chileno Max Marambio, entonces entra en
funciones el gobernante de turno, que ejerce simultáneamente los poderes
ejecutivo, legislativo y judicial. Su fallo está garantizado por las
fuerzas armadas y los cuerpos represivos de la seguridad del Estado cubano.
En este entramado jurídico-militar reside la clave dialéctica de un país
presuntamente al borde del abismo pero con una jerarquía boyante que
parece estar muy distante del precipicio. Algún malpensado podría
insinuar que la voz de alarma era en realidad un argumento necesario y
suficiente para eliminar miles de empleos estatales, no con el fin de
liberar las fuerzas productivas, sino evitar que éstas se desborden. Las
mismas quedan limitadas a barberos, payasos, paladares y algún que otro
dueño de camión, taxi y otras actividades a las que sólo tiene acceso
gente de confianza, no disidentes y opositores.
No hay liberación posible cuando el Estado es dueño absoluto de las
fuentes de producción y control social que en algunos sectores
académicos se conoce ahora como "democracia controlada", la cual en el
caso de Cuba parece descansar en una economía paralela como la utilizada
por Fidel Castro con sus notorias "reservas del comandante". Nadie debe
llamarse a engaño: la cúpula gobernante cubana debe tener reservas
significativas de petróleo y de divisas. Por consiguiente, las reformas
económicas solamente van a llegar hasta donde ellos quieran; los
especialistas no acaban de entender que para un régimen como el de Cuba
la economía es un componente marginal.
Con la doble moneda, por ejemplo, distorsionan la contabilidad fiscal,
los costos de producción y sobre todo, como afirma Carmelo Mesa-Lago,
"expanden las desigualdades en el ingreso". En realidad no parece
importarles. Enmascaran el fraude y la estafa: hay acusaciones formales
en un tribunal de Miami sobre tráfico de drogas; otros dan testimonio
del tráfico de diamantes y marfil africano; y que decir de las sospechas
de que el oro venezolano fue trasladado a Cuba ante de la muerte de Hugo
Chávez, algo de lo cual hay precedente en la Guerra Civil Española.
¿Por qué Cuba no cambia? Si no le parece suficiente todo lo anterior
convendría agregar que la constitución del Estado cubano le hace dueño
absoluto de los medios de producción, es decir, ningún ciudadano
independiente al Partido Comunista de Cuba puede hacer fortuna con las
industrias del azúcar, tabaco, ron, pesca, níquel, transporte aéreo,
terrestre y marítimo, turismo, construcción, energía, etc. ¿Y qué decir
del crucial sector agropecuario? Una isla llena de marabú por la
desidia estatal, ahora propone tierras en usufructo de las que el
beneficiado no puede llegar a ser el dueño ni fabricar una vivienda en
ellas.
¿Por qué Cuba no cambia? Como en otros regímenes absolutistas el jefe de
gobierno tiene que hacerse de la vista gorda ante la corrupción de sus
más allegados porque su poder descansa en la lealtad de funcionarios
claves. A través de los siglos siempre ha sido así. Hace años que en la
isla se hizo la denominada "piñata", la repartición de centro de
producción estratégicos. Los que recogieron estos caramelos serán los
magnates del mañana. Los millones de cubanos que se reunieron en Cuba
para discutir los lineamientos de las reformas del Partido Comunista
perdieron el tiempo.
Source: "¿Por qué Cuba no cambia?" -
http://www.martinoticias.com/content/cuba-riopedre-cambio-moneda-cuc/23610.html
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