jueves, 24 de octubre de 2013

Doble moneda - el inicio del fin

Doble Moneda, CUC, Economía



Doble moneda: el inicio del fin

La clave radica en que la dualidad no es sólo monetaria. Tiene que ver

con el sistema político adoptado y las aspiraciones sociales dentro de

este sistema

Alejandro Armengol, Miami | 23/10/2013 4:56 pm



La dualidad monetaria en Cuba es un problema que hasta ahora el gobierno

de la Isla había admitido, pero subordinado, al menos en teoría, a un

aumento de la productividad.

Esta situación ha cambiado. El Consejo de Ministros acordó "poner en

vigor el cronograma de ejecución de las medidas que conducirán a la

unificación monetaria y cambiaria", anunció el diario Granma el martes.

La información no precisa una fecha para la puesta en práctica de la

medida, que siempre será paulatina, pero especifica que en la primera

etapa "los principales cambios se producirán en el sector de las

personas jurídicas" o sea las empresas.

De esta forma, estos primeros cambios tendrían un carácter

fundamentalmente organizativo. Estarían destinados a poner un poco de

orden en el caos económico que afecta al país, no solo a nivel de la

calle sino entre las empresas: las distorsiones en costos, contabilidad

fiscal y política financiera.

La doble moneda no solo afecta la economía doméstica del cubano, sino

también la economía estatal. Como ha señalado el profesor Carmelo Mesa

Lago, la dualidad monetaria "impide conocer con certeza la productividad

de las empresas, reduce el tamaño del mercado interno y de las cadenas

económicas, y esconde subsidios e impuestos incorrectamente asignados".

Sin embargo, los problemas que representa la doble moneda para los

sistemas contables, e incluso para el incremento de la productividad,

son solo un aspecto de una cuestión mucho más amplia, donde los aspectos

económicos y sociales están estrechamente interrelacionados.

La doble moneda surge en agosto de 1994, en el punto álgido de la crisis

asociada al llamado "Período Especial", y se caracteriza por el hecho de

que en la Isla circulan dos monedas el peso "nacional" (CUP) y el peso

"convertible". Cuba es el único país del mundo que imprime dos divisas,

y al mismo tiempo ambas carecen de valor fuera del país y no aparecen,

por ejemplo, en las cajas de cambio en los diversos aeropuertos del mundo.

Sin embargo, al tratar de justificar la doble moneda, y explicarla de

acuerdo a lo ocurrido en Cuba luego del fin de la Unión Soviética y el

campo socialista, se enmascara el verdadero problema.

La devaluación real de la moneda cubana, y los métodos empleados para

suplir con diversos sistemas de apariencia esta realidad —en un intento

de convertir en relativo un problema absoluto—, no se origina en la

década de 1990.

Es cierto que hace crisis entonces, y que es en ese momento cuando al

gobierno no le queda más remedio que admitir que el dinero, en sus

diferentes denominaciones (divisa, peso convertible, peso cubano),

empiece a moverse más acorde a las reglas que rigen su valor de cambio,

aunque siempre de forma controlada.

Las dificultades de una moneda más o menos ficticia y devaluada al

extremo existían desde décadas atrás. Desde el punto de vista simbólico,

y al mismo tiempo práctico, ni siquiera se trata de algo exclusivo de

Cuba, sino de una situación propia de los llamados países socialistas y

en primer lugar de la Unión Soviética.

El concepto de peso convertible no nace en la Isla y mucho menos durante

la mencionada crisis. En cualquier hotel moscovita uno encontraba, en

1980 por ejemplo, mercancías valoradas en "rublo dólares". Es decir, con

un valor que no respondía al del dinero que circulaba en las calles de

la capital soviética, porque para comprarlas había que tener otros

rublos, los adquiridos con dólares norteamericanos.

En la URSS y los países socialistas, esa doble moneda reflejaba el valor

reducido de la moneda nacional frente a otras divisas, al tiempo que le

permitía al gobierno negociar en un mercado reducido (el turístico) sin

recurrir a una devaluación.

Sólo que para los soviéticos y los ciudadanos de Europa del Este, el

dinero que recibían por concepto de salario les servía para suplir un

buen número de necesidades (aunque de forma limitada), mientras que la

divisa era sobre todo un pasaporte a la ilusión: la posibilidad de tener

una serie de artículos más o menos comunes en cualquier sociedad

occidental, pero para ellos transformados en objetos de ensueño.

De esta forma, la dualidad típica de cualquier país capitalista —entre

tener o no tener dinero para comprar desde comida a desodorante— era

para los soviéticos la disyuntiva entre la capacidad para adquirir el

jabón sin envoltura y otro con perfume y etiqueta.

Por otra parte, las dos caras del problema son conocidas también en los

países capitalistas, aunque con una definición más realista y cruda.

En muchas naciones subdesarrolladas y pobres, el valor depreciado de la

moneda se asume como miseria, explotación de mano de obra barata y

precios bajos. En otras, determinados controles estatales sirven más de

pantalla que de control eficiente para mitigar la realidad. Durante

décadas, en Latinoamérica se han sucedido gobiernos de estricto control

monetario por otros de un liberalismo absoluto, con resultados nefastos

en ambos casos.

En el caso de Cuba, a consecuencia de la supervivencia del modelo tras

la crisis por la desaparición de la URSS, se ha creado una amalgama que

hace que el asunto sea más complejo, aunque no menos crudo: el peso

convertible o la divisa no son sólo el pasaporte a la ilusión sino

también, y en muchos casos, la única vía para satisfacer las

necesidades: la opción entre diversos jabones sustituida por la

posibilidad de tener el artículo para bañarse.

No es que el Estado cubano tenga una enorme deficiencia a la hora de

producir artículos de mejor calidad y más atractivos: es que resulta

incapaz de producir alguno.

La clave radica en que la dualidad no es sólo monetaria. Tiene que ver

con el sistema político adoptado y las aspiraciones sociales dentro de

este sistema. El problema surge, como ha ocurrido en Cuba, cuando las

soluciones políticas sustituyen —o tratan de ocultar— la realidad

económica. Las subvenciones del Estado a ciertas mercancías,

determinadas industrias y ciertos productos agrícolas —una práctica que

también existe en las sociedades capitalistas— funcionan mejor cuando

desempeñan el papel exclusivo de mecanismo compensatorio, sin definir el

panorama económico.

Cuando esas supuestas soluciones políticas —que en la realidad no

resuelven los problemas económicos— se ponen en práctica, por lo general

traen como consecuencia el fortalecimiento de los mecanismos propios de

la economía informal —y la culminación de estos en actividades ilegales

como el mercado negro— que si bien deben su razón de ser al Estado (o a

la ineficiencia estatal para aumentar la producción), no revierten

ganancia alguna en éste.

Hasta ahora la dualidad monetaria ha reflejado —mientras que

paradójicamente y al mismo tiempo también ha tratado de enmascarar— el

problema aún mayor de la doble moral de un Estado que promete y no

cumple, mientras aspira a que sus ciudadanos se sientan satisfechos no

con la ilusión de la propaganda, sino con el conformismo de resolver a

diario. El anuncio de su final, aunque paulatino, muestra un

acercamiento más objetivo y pragmático a la realidad cubana.

Hay que ver ahora si esa especie de Caja de Pandora, que podría abrirse

en los próximos meses, va a culminar con un enfrentamiento real a los

problemas económicos —y a la puesta en práctica de las medidas

necesarias para resolverlos— o si una vez más estaremos ante a esa

especie de "ola marina" —que un día camina para adelante y otro para

atrás— que ha resultado en buena medida la "actualización" castrista.



Source: "Doble moneda: el inicio del fin - Artículos - Cuba - Cuba

Encuentro" -

http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/doble-moneda-el-inicio-del-fin-314448

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