lunes, 7 de septiembre de 2015

Un bonsái en el jardín del fracaso

Un bonsái en el jardín del fracaso
De acuerdo a la opinión oficial, estamos condenados al enanismo y la
indigencia eterna
lunes, septiembre 7, 2015 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba – No sé por qué hay todavía quienes se ilusionan con los
tímidos cambios y no verdaderas reformas que los mandamases verde olivo,
duchos en acuñar denominaciones eufemísticas de más de tres o cuatro
palabras, bautizaron como "actualización del modelo económico".

Faltan unos meses para el VII Congreso del Partido Comunista, y el
ministro de Economía, Marino Murillo, no explica cómo va la
implementación de los Lineamientos Económicos aprobados en el VI
Congreso hace cinco años. En lugar de ello, el rollizo ministro se
enfrasca en galimatías economicistas para anunciar uno poco creíbles
crecimientos del PIB. Pero si en algo Murillo fue claro el pasado mes
de julio en la Asamblea Nacional del Poder Popular, fue cuando explicó
que no cambiaría la propiedad sobre los medios de producción, sino el
modo de administrarlos.

Sin importar cuán desastrosas hayan demostrado ser, el gobierno mantiene
la apuesta por la planificación centralizada y las empresas estatales.
La experiencia de cincuenta y tantos años nos indica qué podemos
esperar: empresas ineficientes y endeudadas, campos llenos de marabú,
cosechas que se pudren sin que las recojan por falta de transporte o de
envases, centrales azucareros desmantelados y una burocracia corrupta
que multiplica los problemas en vez de resolverlos.

Hace casi cinco años, Hugo Pons, el vicepresidente de la Asociación
Nacional de Economistas y Contadores, entrevistado por el periodista
José Alejandro Rodríguez, luego de explicar que la actualización del
modelo económico no podía ser identificada con otras reformas, porque
"se haría sin minar las bases del socialismo y de su ideología, sin
modificar las relaciones de producción preponderantes", se apeó con una
metáfora encantadora: "Estamos haciendo un bonsái"

Y explicaba: "Es aparentemente pobre e insignificante por su pequeñez,
pero expresa una singularidad atrayente, una individualidad muy fuerte.
Estamos en un proceso sui géneris, que responde a nuestros orígenes y
nuestro destino, a la cultura, historia e identidad de esta nación".

Así, de creer a Pons, estamos condenados al enanismo y la indigencia
eterna. A la filosofía de la subsistencia. A vegetar en el jardín del
fracaso perpetuo.

Cuando se caiga de viejo el caguairán y la moringa sea desechada por
inservible para cualquier otra cosa que no sea servir de santuario a las
santanillas, no podremos tener un árbol nacional. No nos lo merecemos.
Y no hay. Los palos del monte fueron convertidos en leña para cocinar.
Hasta la siguaraya y el vencedor, que no sirvieron ni para brujerías de
poca monta.

Si acaso, podremos tener un arbusto nacional: el marabú. Pero hecho un
bonsái. Con sus ramas y raíces recortadas. Que solo sus espinas crezcan,
para que nos pinchen las rodillas y nos duelan al postrarnos ante Los
Jefes actuales y los que los sucedan. Así expiaremos no haber sabido
interpretar correctamente las sabias orientaciones del Máximo Líder y
haberle fallado al no haber estado a la altura de sus expectativas
–jodedores, gozadores, discrepantes, quejosos e indisciplinados como
somos–, por no haber sido lo suficientemente sumisos, por degradarnos y
corrompernos, unos a gusto y otros porque no les quedó más remedio. Él,
que soñaba con abedules siberianos y al que esta isla y su gente le
resultaron demasiado pequeñas para sus planes.

Source: Un bonsái en el jardín del fracaso | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/un-bonsai-en-el-jardin-del-fracaso/

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