Los dos dilemas de la normalización: el de Obama y el de Castro
JORGE A. SANGUINETTY | Miami | 8 Abr 2016 - 6:41 am.
Cualesquiera que sean los motivos que llevaron al presidente Obama a
iniciar el proceso de normalización de relaciones con el Gobierno de
Raúl Castro, es importante tener en cuenta que su primer deber como
presidente es velar por los intereses de EEUU, independientemente de que
esos intereses coincidan o no con los de los cubanos. Aunque no se puede
descartar que uno de los motivos sea el de mejorar las condiciones
económicas y políticas de los ciudadanos en la Isla, es razonable
postular que el objetivo principal de la normalización es tratar de
evitar un derrumbe catastrófico de las ruinas que quedan de la economía
cubana, provocando una invasión descontrolada de refugiados en EEUU. Por
muchos años este ha sido el temor de los gobernantes estadounidenses a
la luz de la historia de estos éxodos comenzando con el de Camarioca en
1965, seguido por el del Mariel en 1980, la crisis de los balseros de
los años 90 y las emigraciones más recientes a través de América Central
y del Sur.
La crisis crónica de la economía cubana mantiene a la mayoría de los
cubanos en un estado permanente de incertidumbre en prácticamente todos
los renglones de la vida diaria, lo que hace que la ciudadanía viva con
un alto grado de dependencia de las decisiones del Gobierno, la base de
su poder totalitario. A pesar de las reformas raulistas y del aparente
aumento de los ingresos externos derivado del incremento del turismo
americano promovido por Obama, la situación promete agravarse en la
medida que se deteriora la economía venezolana, dado el alto grado de
dependencia de las relaciones de Cuba con ese país.
Todo esto haría suponer que el Gobierno cubano debiera estar operando
con un elevado sentido de urgencia y de diligencia para adoptar medidas
que salven a Cuba de una crisis económica que pueda debilitar la
estabilidad política del régimen. Sin embargo, el Gobierno de Raúl
Castro ha sido muy cauto en la implementación de las reformas prometidas
en los "Lineamientos" de hace cinco años. En este contexto, el
levantamiento parcial o total del embargo americano a la economía
estatal cubana vendría a resolverle un serio problema a La Habana, que
así no tendría que proceder con toda la implementación de dichos
"Lineamientos".
Lo interesante es que esta situación es parte del dilema que se le
plantea al dictador cubano mientras le plantea otro al presidente Obama.
El dilema de Castro es que ni puede dejar de resolver la crisis interna,
ni puede liberar la economía a un grado tal que empodere políticamente a
los cubanos. Al fin y al cabo la libertad es fungible. Los grados de
libertad que el Gobierno permita para la actividad económica sirven
también y de manera inseparable para que los ciudadanos se conecten más
y mejor con otros cubanos y puedan oportunamente organizarse y ganar
influencia y poder en espacios políticos desde sus nuevos espacios
económicos. Es razonable suponer que el dictador lo intuye y tiene por
lo tanto que procurar un punto intermedio entre dos extremos que
pudieran engendrar crisis políticas de distintos tipos: si la economía
no mejora la estabilidad política está en juego, pero si mejora mucho el
Gobierno puede perder el grado de control que hasta ahora ha mantenido
sobre la población.
Por otro lado, el dilema de Obama, que interacciona con el de Castro,
consiste en cuánto liberar el embargo americano para conseguir un punto
intermedio entre dos extremos: el de una liberalización insuficiente del
embargo que no pueda evitar el colapso de la economía cubana o el de una
liberalización excesiva que, sin reformas internas en Cuba que
beneficien a los cubanos, acabarían fortaleciendo al régimen dictatorial
a costa de los derechos civiles de los ciudadanos.
Nótese que los puntos intermedios de Obama y de Castro dependen uno del
otro respectivamente; mientras menos libere Obama, más tendría que
liberar Castro su economía para evitar una crisis y viceversa, mientras
más libere Obama, menos tiene que liberar Castro la economía que controla.
Si tomamos en serio las declaraciones públicas de Raúl Castro
prometiendo que su Gobierno "no cederá un milímetro" en materia de
reformas internas, es de esperar que este juego de estrategia se incline
a favor de Castro, ya que el gran temor americano al colapso económico
de Cuba predominará sobre otros objetivos de la normalización, lo que
empujaría a Obama a maximizar las concesiones a Castro reduciendo el
riesgo de un nuevo éxodo de cubanos hacia EEUU. Se desprende que ese
proceso terminaría minimizando los beneficios que Castro les permitiría
a los cubanos disfrutar para que los mismos no se empoderen
políticamente con base en su mejoramiento económico.
Se puede suponer que el Gobierno de Raúl Castro ha utilizado ese temor
para presionar a EEUU hacia un levantamiento incondicional del embargo.
Por lo tanto es razonable pensar que después de la nueva ola de
concesiones americanas a la economía castrista y de la visita del
presidente Obama a la Isla, Raúl Castro siga utilizando las
preocupaciones en Washington para reducir el alcance de las reformas
prometidas y continuar presionando a EEUU, exigiendo concesiones
adicionales a cambio de detener la ola de emigrantes cubanos. En este
punto debe tenerse en cuenta que las preocupaciones se originan en ambos
partidos políticos norteamericanos, lo que se suma a los incentivos que
tienen los congresistas en Washington, que representan en sus
respectivos Estados, los intereses de las empresas exportadoras de
alimentos a Cuba, más los de aquellos inversionistas que creen que hay
nuevas oportunidades de negocios en la Isla.
En definitiva, el proceso actual de normalización es asimétrico, pues no
incluye una normalización de las relaciones entre el pueblo cubano y el
Gobierno castrista ni una apertura significativa de las relaciones
directas de los ciudadanos cubanos con EEUU. El proceso es también
asimétrico en cuanto a los temores de ambos gobernantes, pues Raúl
Castro no teme tanto un éxodo de cubanos hacia EEUU como Obama. Después
de todo el primero tiene más poder sobre su país que el segundo, por
suerte para los americanos y por desgracia para los cubanos.
Source: Los dos dilemas de la normalización: el de Obama y el de Castro
| Diario de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1460094087_21526.html
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