Para los próximos apagones
Los cubanos pensábamos que el Período Especial era ya sólo un mal recuerdo
Lunes, agosto 1, 2016 | Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba.- Justo ahora, cuando se cumple un cuarto de siglo del
inicio del Periodo Especial, y los cubanos, en vista de la actualización
del modelo económico, con conceptualización y plan de desarrollo para
los próximos 14 años, pensábamos que lo habíamos dejado definitivamente
atrás, que ya era otro mal recuerdo, de los peores, el general Raúl
Castro advierte que se nos encima algo parecido, aunque no tan malo.
Quisiéramos no hacer caso a los alarmistas y creerle al
general-presidente cuando asegura que hoy el país está mejor preparado,
que las condiciones ya no son las mismas de hace 25 años, cuando se
desintegró la Unión Soviética, y el gobierno cubano se quedó agarrado de
la brocha… pero por mucho que nos esforzamos, no podemos
Aunque han asegurado oficialmente que tratarán de no afectar a la
población con las medidas para ahorrar combustible, se teme que volverán
los apagones. Conocemos bien a estos mandamases: cuando dicen que algo
malo puede venir, es porque ya está aquí.
Todos recordamos bien los apagones de diez horas y más, de principios de
los años 90. ¿Cómo olvidar el calor, los mosquitos, el aburrimiento,
como se nos echaba a perder en el refrigerador, descongelado durante
horas, la poca comida que había? Parecíamos condenados al exterminio por
hambre, por tanta tristeza y desesperanza.
Pero recuerdo también el lado bueno que le hallamos a los apagones de
entonces, como un ejercicio saludable para enfrentar los que se nos
vienen encima.
En aquellos tiempos de apagones, se hacía el amor (o algo que se le
parecía), en cualquier sitio, con desesperación, con la primera persona
que apareciera y nos hiciera sentir que no éramos bicharracos en
extinción. Debido calor, donde menos se hacía era en la cama. Se tenía
sexo de prisa, al amparo de la oscuridad, en escaleras, pasillos,
balcones, azoteas, detrás de los árboles, en los matorrales, en los
parques, en el muro del Malecón, en las paradas de los ómnibus que
demoraban horas o definitivamente no pasaban hasta la mañana siguiente…
Terminábamos siempre antes que llegara la luz, bañados en sudor,
apestando a rayos, picoteados por las santanillas, con las piernas
flojas y mucha más hambre de la habitual.
Se hacían buenas amistades en esos años. Había sobrado tiempo para
cultivar las relaciones interpersonales en aquellas largas
conversaciones al aire libre, dominadas por el desconsuelo, que se
prolongaban hasta la madrugada, cuando volvía la luz.
Fue un tiempo de confesiones. Las gentes, a menudo borrachas, a falta de
otros temas y de planes de futuro de qué hablar, revelaban sus secretos
más ocultos, como torturados por la Inquisición, o como si el mundo se
fuera a acabar mañana y no quisieran irse al más allá cargados de lastre
innecesario. Te confesaban traumas, temores, secretos familiares,
infidelidades conyugales, envidias, fobias, preferencias sexuales y sus
verdaderos sentimientos hacia el régimen. Y uno, escuchándolos, se
sentía como un psicoanalista, hasta que le llegaba el turno de
explayarse con sus propias confesiones…
Si hasta casi que me pongo nostálgico ―masoquista que es uno― mientras
tarareo aquello tan de moda entonces, de "quisiera ser un pez, para
pegar mi nariz en tu pecera…"
Ahora, por tanto que han cambiado las cosas, poco bueno habrá para
aprovechar de los apagones. La gente, tan absorta en sus problemas y
desconfiada como se ha vuelto, es cada vez menos amistosa. Y ya apenas
nos quedan secretos que confesar: la gente exhibe lo mismo sus inquinas
que sus preferencias sexuales, sus nalgas o su musculatura de gimnasio,
y vocea en la calle y en las guaguas, con palabrotas, su opinión sobre
el gobierno. Y sí, hacen algo que cada vez se va pareciendo menos al
amor, dondequiera y con cualquiera, pero generalmente sin muchos besos,
con condón y tarifa en CUC.
Los cubanos han dado por perdidas las expectativas de que el régimen
haga cambios y mejore, siquiera un poco, sus míseras existencias. La
situación, en muchos sentidos, con tantas regulaciones y ordenanzas, más
bien empeoró. Y ahora nos advierten que la situación económica volverá a
deteriorarse, todavía más.
Los mandamases, si tienen memoria, no deben haber olvidado las
turbulencias del Periodo Especial: el aumento de los robos y los
asaltos, los insultos contra el Máximo Líder que gritaba la gente cuando
cortaban la luz, los letreros que aparecían pintados en los muros, las
vidrieras rotas a pedradas, las botellas que lanzaban desde las azoteas,
en los barrios más conflictivos, el Maleconazo…
Las futuras intifadas pueden ser peores. Es mejor que los mandarines
cumplan con sus promesas de no afectar demasiado a la población: que lo
piensen dos o tres veces antes de programar los apagones.
luicino2012@gmail.com
Source: Para los próximos apagones | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/para-los-proximos-apagones/
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