viernes, 2 de septiembre de 2016

Lo irreal maravilloso (I)

Lo irreal maravilloso (I)
agosto 23, 2016 4:34 pm

La Habana, Eduardo Martínez Rodríguez (PD) Vamos a hablar sobre economía
política, ya no sé bien si del socialismo o del capitalismo. Ustedes verán.

Resulta que en este universo globalizado e interconectado en casi todas
partes, menos en Cuba, Corea del Norte y otras no-naciones, un gobierno
alerta en cuanto a los temas, en este caso económicos, que pudieran
agobiar a su población, intenta paliar las crisis con muchas formas y
métodos que se han probado con buenos resultados a través de los siglos
de esfuerzo productivo en sociedad.

Cuando en una nación el gobierno necesita que cierto sector de la
economía como el productor de alimentos, digamos, incremente sus ofertas
y aumente el volumen de lo producido, generalmente, como la lógica lo
indica, exime o aligera en mucho la carga impositiva a estos
productores, les otorga créditos muy blandos o financiamientos
abundantes con intereses muy bajos o nulos, extrae del dinero que los
contribuyentes aportan a través de los impuestos, quienes al final del
ciclo serán los beneficiados finales nuevamente, y les ayuda a avanzar y
a incorporar nuevas ideas o productos al mercado interno e incluso para
exportar y así captar otras necesarias divisas para el intercambio
internacional.

En casi todas las naciones del planeta, excepto aquellas que inician la
lista inicial, existe un muy vasto y bien organizado mercado mayorista
que abastece a otro mayor minorista, que a su vez provee a la población.
Este mercado mayorista importa directamente o se nutre de las
producciones nacionales. Los comerciantes hacen su abril comprando
ligeramente más barato y vendiendo ligeramente más caro. Se considera
legal desde un 25 hasta un 35 % de aumento en los precios de un sector
mayorista al detallista.

En Cuba nada de esto es así. Esta es una nación socialista que opera de
otra manera, en la cual insistimos e insistimos pero no genera buenos
resultados, si nos atenemos a la práctica y la realidad de más de medio
siglo. Este gobierno, que supuestamente planifica en su totalidad
nuestra economía y supuestamente la controla, ha llevado a este país del
lugar 36 en el concierto de naciones en la década del cincuenta al final
de la cola hoy, incluso dejando un espacio por el medio después del
último, tan largo que a veces nos cierran la puerta en la cara.

En Cuba se ha autorizado el trabajo privado, pero no se le permite
llamar así, se generó el New Speak de "cuentapropistas". Cosa absurda.
No se ha permitido generar un mercado mayorista para abastecer a este
incipiente campo productivo que parece va a ser el único que va a sacar
a esta nación del marasmo productivo y el hambre, pues su alternativa
oficial no funciona. Se carga a estos nuevos productores o generadores
de servicios con impuestos leoninos difíciles de pagar sin que estos
empresarios gocen de ningún beneficio. Por ello, se genera un ejército
de muy corruptos y poco preparados inspectores de varios tipos que nunca
han abierto una empresa o un negocio y cierran para mal uno tras otro
con una cadencia asombrosa. No hay reales créditos bancarios ni
gubernamentales, no hay financiamientos oficiales ni ayuda para este
sector. Los aspirantes a empresarios no pueden realizar inversiones ni
siquiera pequeñas ante la inseguridad de laborar en este campo donde no
existen códigos que los protejan, ni abogados que se esfuercen por
defenderlos ante leyes poco o nada apropiadas para incentivar el
esfuerzo personal.

Quien va a abrir una cafetería no puede hacer una gran inversión con un
diminuto capital inicial que le puede haber regalado un amigo o un
familiar en el exterior, pues los bancos nacionales no otorgan créditos
reales, aunque la propaganda dice otra cosa, pues corre el alto riesgo
que a los dos meses de denodado esfuerzo, tenga que cerrar por quiebra o
porque un inspector decidió hacerles la vida imposible pues no lo
sobornaban en cantidad suficiente. Tampoco el dueño del negocio tiene a
dónde ir para adquirir los productos-base necesarios, pues existe un
gran desabastecimiento de todo tipo de mercado en esta nación y el
gobierno (pudiendo hacerlo) no permite la importación personal para
ninguna empresa privada, más bien los micro empresarios se ven en la
necesidad de involucrarse en una muy difícil competencia con los
compradores individuales, quienes tienen que acudir a las mismas fuentes
de muy magros suministros oficiales.

Este proceder oficial, totalmente de espaldas a la realidad y a la
lógica comercial, solo encarece, provoca inflación, evasión de
impuestos, etc., y al final quien se jode es el pueblo, no los
ejecutivos generadores de estas decisiones, siempre incólumes en sus muy
resguardadas y endurecidas conchas sociales.

En cada manzana se pueden apreciar los escombros de varias cafeterías
abandonadas (u otros negocios) después que dos, tres o cuatro familias
intentaron echarlas a andar, pero los venció el desaliento y la
bancarrota emocional, que no económica, ante la fantasía
institucionalizada (falacia generada para ganar tiempo al mando) de que
en esta nación puede existir un sector privado potente con las mismas
leyes o parecidas, con el mismo gobierno. No pueden permitirlo pues de
inmediato ese entonces poderoso sector ya independiente se tornaría en
contra de ellos, en contra de un omnipresente, absurdo y asfixiante
sistema de control, el cual jamás funciona bien, pero ralentiza al
extremo la vida personal y empresarial privada hasta el punto de
hacerlas inoperantes e imposibles.
eduardom57@nauta.cu; Eduardo Martínez

Source: Lo irreal maravilloso (I) | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/lo-irreal-maravilloso-i/

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