viernes, 2 de septiembre de 2016

Pensar con el estómago

Pensar con el estómago
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Septiembre 02, 2016

En la mesa del comedor los abuelos juegan con las dos nietas. Les
preguntan qué le pedirían al genio de la lámpara en caso de que se lo
tropezaran en alguna esquina. "Quiero un plato lleno de pollo y papas
fritas", responde de inmediato la más pequeña, mientras la mayor acota
que le gustaría una lluvia de caramelos. El segundo pedido incluye
helados a granel y un tercero se concentra en hamburguesas rebosantes de
queso.

La televisión nacional transmite un reportaje sobre un campismo popular
que ha sido reparado para este verano y abrió nuevamente sus puertas al
público. Una clienta sonríe ante la cámara y dice: "La comida está
buena". El administrador del centro recreativo enumera las opciones
gastronómicas del lugar y asegura que las ofertas culinarias "accesibles
a todos los bolsillos y bien cocinadas" esperan a quienes reserven en
sus cabañas desperdigadas en medio del campo.

La ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez, llama a respetar moral y
materialmente a los maestros para evitar el éxodo que sufre el gremio
hacia otros sectores. La funcionaria recomienda hacer ferias
agropecuarias, en las que se venda carne de cerdo, viandas y vegetales,
en las cercanías de centros docentes, donde los educadores puedan
comprar alimentos con posterioridad a su horario de trabajo.

Un opositor visita un mercado en Miami y graba un video en el que
asegura que solo por tener acceso a la variedad de cerveza que exhiben
esos anaqueles estarían algunos compatriotas dispuestos, solo por eso, a
"derribar la dictadura". El reconocido disidente ha enumerado precios,
cantidad en libras y cualidades de los productos que atiborran el
surtido comercio.

Una pareja de nuevos ricos contrata dos noches en un hotel de Varadero
con todo incluido. Logran zamparse en un almuerzo dos bistecs de cerdo
cada uno, una porción de vaca frita, varias raciones de moros y
cristianos, junto a una suculenta carga de camarones y langostas. A su
regreso no logran describir uno solo de los paisajes que han visto
durante su viaje.

¿Cuándo fue que los cubanos nos convertimos en seres regidos por el
estómago? ¿En qué momento fuimos vencidos por una boca que traga y un
cerebro que solo piensa en comida? ¿Acaso se reducen nuestros sueños y
deseos a llenar la panza, saciar el apetito y vaciar el plato?

Lamentablemente es así. Décadas de desabastecimiento y rigores
económicos nos han llevado a un plano de sobrevivencia donde los
alimentos son el centro, la obsesión, y la meta de millones de seres que
habitan esta Isla. Esa ofuscación muchas veces no nos permite ver más
allá, porque "con la barriga vacía, quién va a pensar en política",
diría cualquier filósofo materialista.

El problema es que "hambre una vez, hambre siempre". Cuando una lengua
de fuego sube por el esófago, unos granos de arroz ocupan el centro de
los sueños húmedos y unas migajas de pan se convierten en el techo de
vuelo, es inmoral hablar de algo que vaya más allá de saciar el apetito.

Hemos quedado condenados, como pueblo, a la masticación, los jugos
gástricos y la digestión. En ese proceso hemos perdido lo que nos hace
humanos para pasar a ser criaturas de corral, más pendientes de la
campana que anuncia la cena que de nuestro derechos a la libre
asociación o expresión.

Somos como el perro de Pávlov, quien traiga el plato con comida logrará
que reaccionemos y salivemos. ¡Qué triste!

Source: Pensar con el estómago -
http://www.14ymedio.com/opinion/Pensar-estomago_0_2064993481.html

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