jueves, 18 de mayo de 2017

En Miami hay de todo, hasta carne rusa

En Miami hay de todo, hasta carne rusa
Lo dice un cubanoamericano que, cual rey mago salvador, visita a sus
depauperados parientes en Mantilla, La Habana
Jueves, mayo 18, 2017 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba.- Recientemente, un vecino de Arroyo Naranjo tuvo que
recurrir a un viejo amigo suyo residente en Miami para que le
consiguiera allá el equivalente norteamericano de la amitriptilina que
le había indicado el siquiatra a su esposa, que estaba muy mal de los
nervios y empeoraría sin el medicamento.

En las farmacias habaneras desde hace meses no hay dicha medicina y
tampoco otras muchas de una muy larga lista. La explicación oficial,
además de las habituales culpas al "criminal bloqueo", es que el Estado
cubano, por falta de dinero, no ha podido pagar sus deudas con los
laboratorios extranjeros suministradores de medicamentos.

Para los muy suspicaces aduaneros de los aeropuertos cubanos, siempre a
la caza de drogas y otras ilegalidades, resulta un quebradero de cabeza
la minuciosa revisión que tienen que hacer de la cantidad de
medicamentos y vitaminas que traen los viajeros procedentes de Estados
Unidos.

Así, no es de extrañar que en La Habana, en estos momentos, sea más
fácil conseguir Tylenol que aspirina, y las vitaminas Centrum o Kirkland
antes que el polivitamínico amarillo de producción nacional, que algunos
prefieren no usar porque "les abre demasiado el apetito".

Cada vez los cubanos de la isla son más dependientes de las remesas y
los paquetes de sus familiares y amigos residentes en el exterior,
principalmente en los Estados Unidos, a los que el régimen, durante
décadas, satanizó, llamó "apátridas" e intentó cortar sus lazos
afectivos con Cuba.

Muchos cubanos dependen de los emigrados y exiliados, no solo para
conseguir las medicinas, alimentarse, vestirse y que les recarguen
mensualmente los celulares. También les encargan y consiguen a través de
ellos las cosas más disímiles: desde collares de santos, ropa blanca de
iyabó y uniformes escolares hasta piezas de carros rusos.

Eso mismo. Como lo oyeron. En varios establecimientos de Miami se pueden
encontrar piezas de marcas de carro de la época soviética, como Ladas y
Moskvich, y de las motos Ural y Berjomina. Probablemente en Rusia en la
actualidad sea difícil hallar esas piezas, tal vez ya ni las produzcan,
pero en Miami, no sé cómo, las hay y en abundancia. Y obviamente, su
destino es Cuba, donde los carros rusos amenazan con competir en
longevidad con los Ford y los Chevrolet de hace más de 60 años que
todavía circulan.

Pero no se asombre por la presencia de productos rusos en Miami (ojalá
no sea un plan del zarévich Putin y su servicio de inteligencia). El
pasado año, estando en esa ciudad, pude ver en los anaqueles de una bien
surtida bodega –de tan cubana, me niego a llamarla supermarket– ubicada
en la Avenida 27 del Southwest, cerca de Coconut Grove, nada menos que
latas de carne rusa. Aquellas mismas de las que renegábamos en su época,
las que decíamos que eran de carne de oso o de sabe Dios qué otro
grasiento bicho siberiano, y que hoy, luego de tantos años de
vegetarianismo forzoso, de solo recordarlas, nos hacen la boca agua,
como exquisito manjar. Parece que en Miami, aunque no sea por hambre,
también hay cubanos nostálgicos de la carne enlatada rusa, porque dudo
mucho que sus únicos compradores sean los acaudalados rusos que residen
en Hallandale y Sunny Isles.

En Hialeah, que es como un pedazo de Cuba trasplantado al sur de la
Florida, pero sin libreta de abastecimiento ni CDR, no debe ser muy
difícil encontrar las dichosas latas de carne rusa.

También allí y en cualquier parte de Miami se puede escuchar reguetón y
ver los bodrios de la TV cubana. Y va y hasta los de la generación Bolek
y Lolek se las arreglan para conseguir y volver a ver los muñequitos
rusos que se tuvieron que empujar en su infancia en Cuba, cuando Pluto,
Porky y el Pato Donald eran considerados agentes de la penetración
ideológica imperialista.

Los que no se resignan al café claro y los cigarros suaves, si desean
fumar –para espanto de los no fumadores, siempre tan majaderos- cigarros
más fuertes que los American Spirit y los Wranglers de los indios de
Kendall, en Hialeah pueden encontrar, y no muy caros, cigarros traídos
directamente de Cuba: H. Upman, Populares y hasta los infumables
Criollos y Titanes, los llamados rompepecho.

Parece ser cierto lo que hace poco escuché asegurar a un cubanoamericano
que, cual rey mago salvador, visitaba a sus depauperados parientes en
Mantilla: "En Miami se puede conseguir de todo, cualquier cosa, lo que sea".

luicino2012@gmail.com

Source: En Miami hay de todo, hasta carne rusa CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/destacados/miami-el-almacen-del-comunismo-cubano/

No hay comentarios:

Publicar un comentario