La fábrica de tabacos La Corona va de mal en peor
BC - Roberto Santana Rodríguez - La Habana
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Amed Rodríguez Albacia, miembro de la Fundación Cubana de Derechos Humanos que preside el abogado invidente Juan Carlos González Leiva, trabajador de la fábrica de tabacos nombrada Miguel Fernández Roig, La Corona, ubicada en la calle 20 de mayo # 520 e/ Marta Abreu y Línea del Ferrocarril en el municipio capitalino del Cerro, afirmó en conversación con este reportero que la situación en la entidad va de mal en peor.
Amed Rodríguez Albacia es un joven de 21 años nacido en la oriental provincia de Holguín. Alto, delgado, de cabello ensortijado, ojos negros, lo que en Cuba se llama un jabao (mestizo). A los 16 años comenzó a trabajar en su provincia natal luego de abandonar los estudios en el onceno grado en una fábrica de tabacos. Logró tiempo después evaluarse como tabaquero. Actualmente vive en un solar del pequeño y muy poblado municipio capitalino de Centro Habana junto a su mamá y a su hermana, de las cuales es sostén económico.
Amed señaló para sustentar su afirmación, entre otros, los aspectos del transporte, la alimentación y la calidad de la materia prima que emplean los alrededor de 980 tabaqueros para confeccionar los puros que son destinados a la exportación en La Corona que tiene 1 año de fundada.
El transporte para los obreros, señaló, cuenta con 3 omnibuses, las cuales casi siempre están rotas. Como solución a este problema la administración rentó un ómnibus a una empresa de Pinar del Río, que también está roto gran parte del tiempo, lo que agrava los problemas que enfrentan los obreros de la fábrica que en importante cantidad viven en municipios periféricos de la capital, como San Miguel del Padrón, Habana del Este y Arroyo Naranjo, para trasladarse diariamente a laborar.
La alimentación es deficiente por la baja calidad en su elaboración y la poca cantidad, aseguró Rodríguez Albacia, quien es llamado en la Corona por el apelativo del disidente, La merienda es un pan con queso, mayonesa o una croqueta que es nada más harina, todo de mala calidad y un vaso de refresco que parece un té. El almuerzo también es malo, a base de arroz duro, picadillo de pellejo, chícharos también duros, un agua con unos trozos de chícharos dentro, un ejemplo, cuando es un poco mejorcito fue por el fin de año, el 28 que dieron dulce, arroz con leche y malo, congrí con los frijoles duros como siempre, un trozo de gordo de cerdo que era mucha más manteca que carne y un pedazo de calabaza. Lo que si no faltó fue la parte política con el adoctrinamiento y la propaganda comunista de siempre, y música y una pipa de cerveza aguada para que la gente bebiera y bailara un poco, narró.
La propaganda gubernamental que es vertida de manera constante al pueblo de Cuba no falta por supuesto en La Corona. Los clásicos lectores de tabaquería, dice Amed, leen todos los periódicos que pertenecen al gobierno en la Isla y sirven a sus intereses y de vez en cuando algo de ficción de la literatura cubana y universal, Un día la lectora me miró aterrorizada cuando le sugerí que leyera a los tabaqueros la Declaración Universal de los Derechos Humanos, me preguntó que si yo estaba loco, que eso no era posible hacerlo allí, recordó el joven opositor pacífico.
Referente a la calidad de la materia prima que le es entregada a cada tabaquero para trabajar, Rodríguez afirmó que es de pésima calidad, con hojas picadas y pequeñas, lo que provocó que a las fábricas de tabaco de la capital cubana les fuera reducida la norma de 120 a 108 robustos de Cohíba diarios. Tenemos que ser prácticamente magos para cumplir y que nos se nos haga un rechazo, lo que implicaría perder la divisa de 15 a 20 pesos convertibles de ese mes, acotó el opositor pacífico.
De casi todas las fábricas de tabaco en que he trabajado he sido expulsado porque expreso libremente mi opinión política, que es contraria al gobierno cubano, no estoy de acuerdo y reclamo mi derecho y hay que respetármelo, dijo Rodríguez y abundó; Me dicen que me van a sobrellevar, que pida la baja y a cambio no me van a manchar el expediente, pero que me tengo que ir, que allí así no puedo seguir trabajando.
Es necesario un cambio de sistema para que las cosas mejoren en la fábrica, hasta que eso no suceda nada cambiará. Ahora la gente sigue trabajando porque no le queda otro remedio para llevar el pan a sus familias, ganando 110 pesos quincenales y 15 a 20 pesos convertibles si cumplen todos los requisitos. Hasta las vacaciones les imponen dos veces al año en julio y en diciembre. Hablan en los pasillos pero nada, a la hora buena se callan y entran por el aro, aseveró Amed Rodríguez y concluyó; Debe existir un sindicato independiente de la administración que realmente defienda a los obreros, deben existir fondos para que se mejoren las condiciones de trabajo de los tabaqueros y que se exijan las responsabilidades a quienes las tienen y que expliquen adonde van los fondos, por ejemplo ahora van extranjeros a ver la producción y les cobran 10 dólares y adónde va a parar ese dinero, nadie lo dice, ni nadie lo sabe, ni tampoco se permite tener comunicación con ellos. Estas cosas y otras propiciarán que la gente se sienta atendida, no explotadas, como está ahora, que tienen que venir a jornadas de trabajo alargadas, los sábados y domingos para cumplir el plan de producción con la materia prima que tiene pésima calidad.
Amed Rodríguez Albacia es un joven de 21 años nacido en la oriental provincia de Holguín. Alto, delgado, de cabello ensortijado, ojos negros, lo que en Cuba se llama un jabao (mestizo). A los 16 años comenzó a trabajar en su provincia natal luego de abandonar los estudios en el onceno grado en una fábrica de tabacos. Logró tiempo después evaluarse como tabaquero. Actualmente vive en un solar del pequeño y muy poblado municipio capitalino de Centro Habana junto a su mamá y a su hermana, de las cuales es sostén económico.
Amed señaló para sustentar su afirmación, entre otros, los aspectos del transporte, la alimentación y la calidad de la materia prima que emplean los alrededor de 980 tabaqueros para confeccionar los puros que son destinados a la exportación en La Corona que tiene 1 año de fundada.
El transporte para los obreros, señaló, cuenta con 3 omnibuses, las cuales casi siempre están rotas. Como solución a este problema la administración rentó un ómnibus a una empresa de Pinar del Río, que también está roto gran parte del tiempo, lo que agrava los problemas que enfrentan los obreros de la fábrica que en importante cantidad viven en municipios periféricos de la capital, como San Miguel del Padrón, Habana del Este y Arroyo Naranjo, para trasladarse diariamente a laborar.
La alimentación es deficiente por la baja calidad en su elaboración y la poca cantidad, aseguró Rodríguez Albacia, quien es llamado en la Corona por el apelativo del disidente, La merienda es un pan con queso, mayonesa o una croqueta que es nada más harina, todo de mala calidad y un vaso de refresco que parece un té. El almuerzo también es malo, a base de arroz duro, picadillo de pellejo, chícharos también duros, un agua con unos trozos de chícharos dentro, un ejemplo, cuando es un poco mejorcito fue por el fin de año, el 28 que dieron dulce, arroz con leche y malo, congrí con los frijoles duros como siempre, un trozo de gordo de cerdo que era mucha más manteca que carne y un pedazo de calabaza. Lo que si no faltó fue la parte política con el adoctrinamiento y la propaganda comunista de siempre, y música y una pipa de cerveza aguada para que la gente bebiera y bailara un poco, narró.
La propaganda gubernamental que es vertida de manera constante al pueblo de Cuba no falta por supuesto en La Corona. Los clásicos lectores de tabaquería, dice Amed, leen todos los periódicos que pertenecen al gobierno en la Isla y sirven a sus intereses y de vez en cuando algo de ficción de la literatura cubana y universal, Un día la lectora me miró aterrorizada cuando le sugerí que leyera a los tabaqueros la Declaración Universal de los Derechos Humanos, me preguntó que si yo estaba loco, que eso no era posible hacerlo allí, recordó el joven opositor pacífico.
Referente a la calidad de la materia prima que le es entregada a cada tabaquero para trabajar, Rodríguez afirmó que es de pésima calidad, con hojas picadas y pequeñas, lo que provocó que a las fábricas de tabaco de la capital cubana les fuera reducida la norma de 120 a 108 robustos de Cohíba diarios. Tenemos que ser prácticamente magos para cumplir y que nos se nos haga un rechazo, lo que implicaría perder la divisa de 15 a 20 pesos convertibles de ese mes, acotó el opositor pacífico.
De casi todas las fábricas de tabaco en que he trabajado he sido expulsado porque expreso libremente mi opinión política, que es contraria al gobierno cubano, no estoy de acuerdo y reclamo mi derecho y hay que respetármelo, dijo Rodríguez y abundó; Me dicen que me van a sobrellevar, que pida la baja y a cambio no me van a manchar el expediente, pero que me tengo que ir, que allí así no puedo seguir trabajando.
Es necesario un cambio de sistema para que las cosas mejoren en la fábrica, hasta que eso no suceda nada cambiará. Ahora la gente sigue trabajando porque no le queda otro remedio para llevar el pan a sus familias, ganando 110 pesos quincenales y 15 a 20 pesos convertibles si cumplen todos los requisitos. Hasta las vacaciones les imponen dos veces al año en julio y en diciembre. Hablan en los pasillos pero nada, a la hora buena se callan y entran por el aro, aseveró Amed Rodríguez y concluyó; Debe existir un sindicato independiente de la administración que realmente defienda a los obreros, deben existir fondos para que se mejoren las condiciones de trabajo de los tabaqueros y que se exijan las responsabilidades a quienes las tienen y que expliquen adonde van los fondos, por ejemplo ahora van extranjeros a ver la producción y les cobran 10 dólares y adónde va a parar ese dinero, nadie lo dice, ni nadie lo sabe, ni tampoco se permite tener comunicación con ellos. Estas cosas y otras propiciarán que la gente se sienta atendida, no explotadas, como está ahora, que tienen que venir a jornadas de trabajo alargadas, los sábados y domingos para cumplir el plan de producción con la materia prima que tiene pésima calidad.
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