17-09-2010.
Elías Amor Bravo
Économista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Tres términos que vienen a definir la
desfidelización de la economía cubana, como dice Carlos Alberto
Montaner. El final atropellado del castrismo, las consecuencias últimas
de un régimen dictatorial que durante 51 años ha impuesto un sistema
económico totalitario, de corte estalinista, ineficiente, corrupto y
gobernado a impulsos de un dirigente que sólo pensaba en que la historia
algún día, pudiera absolverlo.
Ahora, todo el castillo de naipes se viene abajo, y por las calles de la
Habana y de las principales ciudades de la Isla no se habla de otra
cosa, se siente más miedo hacia el futuro que nunca, y no se sufre más
preocupación porque es imposible. Las ratas han saltado de un barco que
se hunde. El que quede el último no podrá morir interpretando una obra
musical como en el Titanic, porque ni siquiera habrán instrumentos para
ello. La diferencia es que la economía cubana no tiene nada que ver con
el Titanic, y sus dirigentes, lo saben.
En esa lucha desmedida por ganar tiempo, el régimen se ha propuesto
diseñar un nuevo modelo económico que cuesta situar en términos de los
manuales clásicos de la disciplina. Una novedad histórica que ni Mao, ni
Stalin, ni Lenin, ni Marx podrían reconocer si volvieran a levantarse de
sus tumbas o mausoleos, qué más da. La "gran operación" emprendida por
la denominada "revolución" hace más de medio siglo para convertir la
otrora productiva y dinámica economía de la república en un modelo "más
justo", ha terminado convirtiendo a Cuba en un campo abonado para la
incertidumbre, el miedo, la angustia y el sálvese quien pueda.
Porque prescindir de medio millón de empleos, no es una decisión fácil.
Y mucho menos conseguir que esos efectivos se trasladen de forma directa
a una economía de iniciativa privada tutelada y controlada por el
aparato de poder castrista. Ese sueño es como el de la lechera, que
compró el cántaro antes que la vaca, y termino rompiéndose.
Quiénes voluntariamente han situado a Cuba al margen de la economía
global, convirtiéndola en un parásito de subvenciones primero del
estalinismo soviético, y después del petróleo venezolano, no tienen ni
idea de cómo funciona la actividad económica privada.
Todos sus problemas los achacan a un embargo inexistente. Su apuesta por
unas actividades controladas, terminará siendo un rotundo fracaso. No
existe especialista alguno en el campo económico que apueste por el
éxito de las reformas castro raulistas.
Tenemos que preguntarnos si el régimen tal vez no sueña con eso, con un
socialismo actualizado, en el que el miedo y la incertidumbre económica,
hagan pensar a mucha gente que cualquier tiempo pasado fue mejor. Que el
cuentapropismo de los timbiriches y las pequeñas cooperativas no da para
llegar a fin de mes, después de pagar elevados impuestos y que la
apuesta es peor que lo que venía existiendo.
No me cabe la menor duda que los "arquitectos" de esta reforma piensan
que lo mejor es tensar la cuerda para que, una vez recuperada la
eventual normalidad, si es que la economía cubana algún día vuelve a sus
constantes vitales, hacerse rápidamente con el control por la vía de la
re centralización de todas las actividades. Incluso pueden tener un
argumento guardado bajo la manga. Ya lo dijimos: la aventura privada no
es la panacea, lo nuestro es mucho mejor.
Las calles de La Habana repletas de limpiabotas, de buscavidas, de
profesores particulares, de vendedores de refrescos y fruta fresca a los
turistas, de peluquerías, de taxistas, todos pagando impuestos cada vez
más elevados y buscándose la vida en ese socialismo actualizado que
tanto gusta a las autoridades. En el campo, matándose de sol a sol
contra el infame marabú, cientos de agricultores a los que se han
entregado tierras de muy poca calidad, y cooperativistas que tratan de
superar los estrechos controles del aparato de vigilancia para mejorar
su capacidad productiva. Ese es el destino a corto plazo de la economía
cubana, y medio millón de personas sin empleo.
Para este nuevo modelo, no se ha previsto un nuevo sistema bancario y
crediticio, todo lo más microcréditos procedentes de la cooperación al
desarrollo, y poco más. Tampoco se ha estudiado la conveniencia de
unificar el sistema monetario dual con sus elevados costes de
transacción sobre todo para las personas sin acceso a la moneda fuerte.
Y mucho menos se ha pensado en definir la formación y cualificación
necesaria para poder desarrollar con solvencia las nuevas actividades
empresariales.
Este es el escenario que se dibuja, pero ahí no termina todo. Para
conseguir esa actualización del socialismo con cuentapropistas y
cooperativistas, el régimen ha olvidado voluntariamente lo que resulta
fundamental para el éxito del cambio: el sistema de propiedad. Los
cubanos siguen siendo excluidos del derecho a la propiedad privada, con
una exclusión lamentable que permitirá, sin embargo, a los extranjeros
hacerse con el control de la propiedad del suelo que posiblemente haya
sido previamente confiscado a sus legítimos propietarios, lo que supone
arrojar más confusión e incertidumbre legal para el futuro.
Ya he señalado en otra ocasión que el castrismo puede hacer mucho daño
aún a Cuba y a los cubanos. Lo que estamos presenciando no es más que el
comienzo de un drama en varios actos. Hacer trizas una economía y
dejarla completamente a merced de las circunstancias, es una herencia
magnífica de la dictadura totalitaria de los Castro. Lo que quede, será
inservible.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=29883
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