Publicado el jueves, 11.22.12
El fin de la Posición Común de la UE sobre Cuba
Ninguna línea aérea europea ha dejado de acudir a Cuba
Joaquín Roy
Desde 1996, la relación de la Unión Europea con Cuba ha estado
condicionada formalmente por los términos de la Posición Común (PC). Se
incitaba a Cuba a una reforma política, bajo la expectativa de
beneficios económicos. Cuba ha equiparado, exageradamente, esta medida
al embargo de Estados Unidos. Conviene sopesar las causas de la PC, sus
resultados, sus correcciones, los motivos de ese cambio de rumbo, y las
consecuencias.
El origen de la PC se fija en los acontecimientos de extrema seriedad de
1996. La provocación inicial fue el derribo criminal de las avionetas de
Hermanos al Rescate, la organización del exilio cubano que había lanzado
octavillas sobre La Habana. Clinton se vio obligado a plegarse a los
deseos del exilio y aprobar la ley Helms-Burton por la que se amenazaba
con demandas a los inversores extranjeros en Cuba. El presidente José
María Aznar, apenas llegado al poder, consiguió la aprobación de la PC,
mantenida en sus objetivos básicos hasta la actualidad.
En rigor, las condiciones de la UE solamente han conseguido la
justificación del gobierno cubano para inventar otro enemigo "imperial"
tan imponente como el norteamericano. Pero la PC ni es "posición", ni es
"común", ni ha sido una norma de obligatorio cumplimiento, debido a que
la política exterior de la UE está sujeta a los caprichos de los Estados.
Ningún gobierno ha prohibido a sus ciudadanos hacer turismo en Cuba.
Ninguna línea aérea europea ha dejado de acudir a Cuba. Ningún Estado
europeo ha puesto obstáculos a las inversiones, que suman más del 50% de
las totales. Año tras otro, todos los países europeos votan en contra
del embargo norteamericano en las Naciones Unidas.
En 2000, el grupo África, Caribe y Pacífico (ACP) aprobó la adhesión de
Cuba al nuevo Acuerdo de Cotonou, sucesor del venerable Lomé. Pero Cuba
nunca llegó a firmar el dossier por temor a ser rechazada. Tozudamente,
la UE mantuvo el diálogo y en 2003 inauguró una delegación en La Habana.
Pero a causa de las condenas impuestas a disidentes y el fusilamiento de
tres secuestradores, la UE aprobó unas "medidas", calificadas
erróneamente como "sanciones". Quedaban reducidas a la recomendación de
invitar a los disidentes a las celebraciones diplomáticas y reducir
moderadamente la participación en ferias.
Castro daba portazo a cualquier negociación, pero ya en 2005 se produjo
una reanudación de la comunicación con todos los países y con la propia
UE, con el resultado de la suspensión de las medidas irritantes, que en
2008 se eliminaron. Desde entonces la UE y Cuba han mantenido
conversaciones, se han mandado fondos humanitarios y con la ayuda de
España se consiguió la liberación de numerosos disidentes presos.
Paradójicamente, con el regreso al poder del nuevo gobierno español
conservador se ha impuesto una actitud pragmática.
La UE se ha cansado de esta política contraproducente, mientras tiene en
su agenda otros temas más urgentes. El anuncio del cambio de actitud
también debe encajarse en la reciente reelección de Obama. Libre del
peaje obligado para conseguir los votos necesarios en Florida, puede
verse mucho más inclinado a optar por una táctica similar a la europea,
sino superior.
La decisión europea cuenta con el beneplácito de Cuba, que no exigirá
como anteriormente la eliminación previa de la PC para negociar. Raúl
necesita más oxígeno para ayudarle en sus medidas renovadoras. En suma,
La Habana habría abandonado su acostumbrada táctica de hacer descarrilar
cualquier periodo de calma o acuerdo en ciernes para elevar la tensión.
No está el mundo para alegrías.
Catedrático 'Jean Monnet' y Director del Centro de la Unión Europea de
la Universidad de Miami.
jroy@Miami.edu
http://www.elnuevoherald.com/2012/11/22/1349085/joaquin-roy-el-fin-de-la-posicion.html
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