viernes, 24 de mayo de 2013

Mariel, ¿peldaño para subir al tren del desarrollo?

Mariel, ¿peldaño para subir al tren del desarrollo?
Pedro Monreal sueña con que el proyecto al oeste de La Habana se
convierta en un megapuerto crucial para insertar a Cuba en la
acumulación de capital derivada del creciente comercio Asia-Estados Unidos.
Rolando Cartaya
mayo 23, 2013

Después de la derrota en abril de 1961 de los cerca de 600 exiliados que
lograron desembarcar en las arenas de Playa Larga y Playa Girón,
abrumados en número y armas por las fuerzas del nuevo régimen, sectores
de la izquierda latinoamericana proclamaron que Cuba había acabado con
el fatalismo y el determinismo geográficos, una especie de pesimismo que
aseguraba que América Latina nunca podría liberarse de la hegemonía
estadounidense.

Cinco décadas después la hegemonía estadounidense –o más bien su
componente económico-- sigue ahí , y al economista cubano Pedro Monreal
podrían acusarle de determinismo y fatalismo por ver, en la inserción de
Cuba en el extremo americano de la creciente cadena comercial
Asia-EE.UU, una de las pocas posibilidades reales de desarrollo para la
isla bajo el actual régimen.

En un artículo aparecido este jueves en la revista católica Espacio
Laical el académico cifra dichas esperanzas en una singular coyuntura
que, dice, no se da para Cuba "desde la Revolución de Haití": la
apertura en 2015 del tercer juego de esclusas del Canal de Panamá, para
barcos de mayor calado y capacidad de carga, y la construcción en
progreso de una gran terminal de contenedores en el puerto cubano del
Mariel, adecuadamente dragado para recibir esos buques de la clase Post
Panamax.

Un barco Panamax, diseñado para atravesar las vías en operación del
Canal, tiene un calado de 12 metros y porta unos 4.000 contenedores; un
Post Panamax, 15 metros de calado, y lleva de 12.000 a 13.500
contenedores, con los consiguientes ahorros en el consumo de combustible
y el abaratamiento de los fletes.

El economista anticipa que la triplicación del transporte marítimo a
través del istmo cuando concluyan las obras influirá en la
reconfiguración de las cadenas globales en las que se basa la producción
contemporánea, la cual incorpora componentes y procesos dislocados en
múltiples lugares del planeta

Esa modificación del transporte propiciaría a su vez, según el autor,
una readecuación de la infraestructura y de los parámetros de operación
logística en Estados Unidos y su entorno geográfico más cercano.

Esto se desglosaría en "mayores instalaciones portuarias, nuevas
tecnologías, incorporación de nuevos participantes en la cadena, nuevos
centros de distribución, diferentes rutas de suministros, y
establecimiento de nuevas "aglomeraciones" productivas que involucran
montos sustanciales de inversión", todo lo cual se ha puesto en marcha
como consecuencia de la ampliación del canal.

"Todo ello, con efectos relativamente concentrados en una zona
geográfica que incluye el Caribe y la costa Este y Sureste de los
Estados Unidos, literalmente frente a Cuba".

El papel del Caribe, incluida Cuba, se concentraría en lo que se
denomina "transhipment center" o "centros de reembarque", que en la era
de los buques Post Panamax funcionarían como piezas claves del
abastecimiento del mayor mercado de consumo del mundo (la costa este de
Estados Unidos) y de la logística de las cadenas globales "que abarcan
desde Asia hasta América del Norte y del Sur, a partir del desarrollo de
megapuertos y de actividades conexas tales como zonas de procesamiento
para la exportación".

El Puerto de Mariel será la primera zona de comercio libre en CubaEl
Puerto de Mariel será la primera zona de comercio libre en Cuba
Es ahí donde entraría en escena el proyecto de la Zona de Desarrollo
Económico del Mariel patrocinada por Brasil. "La eventual participación
de Cuba en ese proceso formaría parte de una dinámica central de la
acumulación de capital contemporáneo y este es un detalle muy importante
que debe ser tenido en cuenta cuando se trata de pensar en el futuro de
Cuba", advierte Monreal.

El académico da rienda suelta a una bien informada fantasía (conoce bien
EE. UU., donde ha sido asiduo participante en los foros de la Asociación
de Estudios Latinoamericanos, LASA): "Mariel podría ser un factor en la
reducción del costo de productos globales como el I-phone; en la
estabilidad del suministro de los componentes que utilizan las plantas
ensambladoras de Toyota en Alabama, Mississippi, y West Virginia; en el
establecimiento de nuevos centros de distribución en la costa Este de
Estados Unidos; en el incremento de la competitividad de la manufactura
brasileña, o en la operación eficiente de la llamada "cinta
transportadora circun-ecuatorial" que eventualmente movería contenedores
de carga alrededor del mundo".

Reconoce que otros puertos del Caribe (San Cristóbal en Panamá, Freeport
en Bahamas, Caucedo en República Dominicana) son favoritos para
convertirse en los megapuertos que conectarían los flujos de
contenedores entre Asia, América y Europa.

Pero considera que Mariel compite en esa liga por su ubicación, calidad
de la fuerza laboral, disponibilidad de espacio para futuras
ampliaciones, y otros factores, "a pesar de los muchos problemas de
funcionamiento actual de la economía cubana, ninguno de los cuales es
insoluble, pero cuya solución requiere cambios económicos, sociales y
políticos vastos, complejos y profundos que aún no se aprecian claramente".

Monreal admite que "el aprovechamiento de la actual expansión de Mariel
y sus ventajas económicas no será logrado en ausencia de relaciones
económicas 'normales' entre Cuba y Estados Unidos". Pero con optimismo
expresa la esperanza de que "la conveniencia de integrar el puerto de
Mariel en una lógica Postpanamax pudiera desatar una dinámica de cambio,
originada en una combinación de intereses económicos y políticos,
favorable al establecimiento de relaciones económicas 'normales' entre
Cuba y los Estados Unidos".

Al parecer, se trataría de rezarles a Marx, Lenin y el Che para que se
repita la misma lógica que empujó a empresarios de la industria
petrolera en EE.UU. a clamar que los norteamericanos se iban a perder su
pedazo del pastel en la explotación del crudo que –dicen-- hay bajo las
aguas de la zona cubana del Golfo ("algo que no ha llegado a
materializarse, al menos por ahora", lamenta el economista).

El estudioso concede que existen muchos factores que intervendrían en un
proceso de tal naturaleza y que el resultado antes esbozado no es
inevitable. Pero después, que no digan que él no lo dijo: "El hecho
cierto es que en ausencia de un gran hallazgo de reservas petroleras en
Cuba (...) no ha existido una coyuntura tan favorable para incentivar un
cambio en el status de las relaciones bilaterales Cuba-Estados Unidos
como la relativa al escenario Postpanamax".

Tal vez debería guardar las distancias. Un asesor económico de Ronald
Reagan de cuyo nombre no puedo acordarme comparó una vez a la Cuba de
Fidel Castro con "un platico mosqueado" en la gran mesa "coma todo lo
que quiera" de las oportunidades globales de inversión.

Una cosa es el petróleo a alrededor de $100 el barril, capaz de
alborotar el gallinero aun dormido en el subsuelo; y otra muy diferente
es que uno siquiera piense en depositar su dinero para cualquier otra
cosa en la cuenta de los hermanos Castro. Pregúntenles a Robert Vesco,
Max Marambio, o ahora mismo a Sarkis Yacoubian.

http://www.martinoticias.com/content/article/22813.html

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