viernes, 7 de junio de 2013

Amistades peligrosas

Amistades peligrosas

Fernando Ravsberg | 2013-06-06, 10:46



Algunos de los más importantes hombres de negocios instalados en Cuba

desde hace décadas están siendo presentados ante los tribunales de la

isla para responder a graves acusaciones de corrupción.



Son la cara visible de una campaña de limpieza mucho más amplia.



Lo sorprendente no es que el gobierno cerrara estas compañías sino que

hayan tardado tanto tiempo en investigarlas cuando todo el ambiente

empresarial conocía cómo hacían sus negocios, la forma en que operaban y

hasta los mecanismos para repartir las prebendas.



La creación de la Contraloría General de la Republica provocó un cambio

radical en la lucha contra la corrupción porque permitió que se elevara

el punto de mira hacia las alturas, donde nadan los peces gordos,

generalmente intocables aunque sean el origen del delito.



Recuerdo que cuando Raúl Castro anunció que la Sra. Gladys Bejerano

sería la contralora mencionó que a algunos dirigentes no les había

gustado la propuesta.



Tal vez ya sospechaban que esa mujer no se detendría ante ministros,

"hijos de papa" o empresarios extranjeros.



Y estaban en lo cierto. Por lo menos en los últimos 20 años no se había

impulsado en Cuba una campaña anticorrupción que fuera tan amplia, tan

profunda y, sobre todo, tan sostenida en el tiempo.



Me aseguran que los tribunales no dan abasto para procesar a tantos

implicados.



Conozco a algunos empresarios cubanos que, tras el descubrimiento de una

trama de corrupción, pasaron más de un año sin que los molestaran. Sin

embargo, cuando ya creían que se habían librado los llamaron a juicio y

los condenaron a varios años de prisión.



En las granjas de trabajo hay tantos corruptos presos que uno de los

jefes del sistema penitenciario me aseguró que está cambiando el

componente racial de los internos, con la llegada de estos dirigentes

empresariales o políticos, mayoritariamente blancos.



Algunos se lamentan del encarcelamiento de estos funcionarios aduciendo

que se vieron obligados a corromperse por los bajos salarios que

perciben. Eso puede ser verdad para un obrero o para un maestro pero no

lo es para esta élite empresarial.



En general ellos viven muy por encima del resto de sus compatriotas,

habitan en buenas casas, manejan automóviles, tienen cuota de gasolina,

teléfono celular pagado, reciben viáticos para sus viajes al extranjero.

Son los que menos necesidad de corromperse tienen.



Pero ahora hay mucho más revuelo porque no solo están procesando en los

tribunales los empresarios corruptos cubanos sino también los

extranjeros, aunque estos tengan ciudadanías de países tan influyentes

como Canadá o el Reino Unido.



En realidad no debería sorprender a nadie que, cuando aparece un caso de

corrupción empresarial, se detenga no solo al que recibe el dinero sino

también a quien lo entrega por debajo de la mesa para obtener

privilegios sobre sus competidores en una negociación comercial.



Al gobierno cubano no se le puede criticar que se defienda de los

halcones que planean por los cielos del mundo en busca de presas

dispuestas a vender a sus compatriotas por un poco de dinero, pero se le

podría pedir sí una mayor transparencia.



La necesidad de informar sobre los procesos judiciales es útil para que

los cubanos conozcan los éxitos que se logran en la lucha contra la

corrupción y que los empresarios, tanto nacionales como extranjeros,

sepan el precio que se paga por los sobornos.



Un experto del Brookings Institution decía a la agencia Reuter que "si

el Gobierno cubano pretende que las sanciones sirvan como una disuasión

eficaz a la corrupción -y no como disuasión a la inversión extranjera

legítima- debería aclarar la naturaleza exacta de las supuestas

infracciones y hacer el proceso legal más transparente".



La diferencia entre eliminar la corrupción empresarial y desalentar la

inversión radica justamente en la transparencia. Por ejemplo, sería

interesante conocer si las acciones judiciales se corresponden a delitos

que también serían sancionados en cualquier otro país.



En Cuba la pasión por el secretismo sigue siendo un boomerang que

retorna peligrosamente contra quien lo lanzó. En este tema, como en

muchos otros, el silencio sigue siendo la peor de las respuestas.



http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2013/06/amistades_peligrosas.html

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