lunes, 16 de marzo de 2015

Venezuela y Cuba - sanciones y embargo

Venezuela y Cuba: sanciones y embargo
ALEJANDRO ARMENGOL
03/15/2015 3:00 PM 03/15/2015 7:21 PM

Ante el paquete de sanciones, anunciado esta semana por Estados Unidos
contra siete funcionarios venezolanos, algunos analistas han señalado
que el hecho resulta paradójico con el deseo, expresado por la Casa
Blanca, de aliviar o eliminar el embargo al gobierno cubano. Se trata de
una comparación inadecuada.

El uso de sanciones nunca debe ser una medida de todo o nada, sino de
estímulo y respuesta. Washington no ha propuesto un embargo a Venezuela
o sabotear su economía; no ha declarado su disposición de adoptar
sanciones amplias contra Venezuela ni cortar el comercio petrolero.

En el caso cubano, EEUU tampoco hace nada para sabotear la economía de
la isla –de ello se encarga el propio gobierno de Raúl Castro–, sino
todo lo contrario: intenta dar mayores posibilidades al incipiente,
rudimentario y extremadamente limitado sector laboral por cuenta propia
o privado, que lucha por desarrollarse sin tantas ataduras por parte del
gobierno. Que lo logre es otro asunto, pero no por ello carece de mérito
el intento.

Hay tres factores importantes a tomar en cuenta para entender las
diferencias. Uno es la situación de caos y violencia imperante
actualmente en Venezuela, donde han sido arrestadas miles de personas
que se han atrevido a salir a las calles a protestar contra el gobierno
o en un sentido más amplio por la situación de inseguridad, escasez y
falta de libertades; encarcelando a dos de los principales dirigentes de
la oposición, el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y el jefe del
partido Voluntad Popular, Leopoldo López, quien lleva más de un año
preso sin que se le celebre juicio. López se entregó voluntariamente,
para que se aclarara su situación, y hasta el momento su juicio ha sido
postergado una y otra vez. También ha transcurrido un año desde el
inicio de la ola de protestas, algunas violentas, que dejaron un saldo
oficial de 43 muertos.

No se trata de comparar los regímenes de Cuba y Venezuela, y decir que
en el segundo se reprime más que en el primero, sino todo lo contrario:
tratar de impedir que la situación en el país sudamericano llegue a un
estado similar al cubano, donde por décadas se ha impuesto la
desilusión, la apatía y la espera ante la ausencia de vías para lograr
la democratización.

El segundo es que EEUU ha reaccionado de alguna forma ante la apatía o
la complicidad de buen número de naciones latinoamericanas, que han
hecho poco o nada para ayudar a encontrar una solución a la situación
política en Venezuela. Se puede argumentar que igual ocurre con relación
a Cuba, pero la existencia de un mal no debe servir de justificación
para no hacer nada frente a otro similar.

El tercero, y quizá más importante, es que la tesis de que el presidente
Nicolás Maduro utilizará el tema de las sanciones para fortalecer su
discurso "antiimperialista" y radicalizar su actuación no es
convincente. Pretextos son los que le sobran a cualquier dictador,
llámese Castro o Maduro. Y aquí sí es válida la comparación entre Cuba y
Venezuela, pero no por ello debe servir para esgrimir la tesis de que lo
mejor es dejar tranquilos a los dos, para si un día deciden cambiar su
naturaleza y convertirse en ángeles.

El fin del embargo hacia el régimen de La Habana no traerá la
democratización a Cuba, como tampoco la Coca-Cola o la apertura de los
mercados, por sí solos, significan el inicio de una era de respeto a los
derechos y la libertad.

Lo que está en discusión en el caso cubano es la búsqueda de
alternativas frente al sostenimiento indefinido de un embargo comercial
–que por décadas ha demostrado su ineficacia en lograr un cambio de
régimen, que es lo que postula la Ley Helms-Burton– hasta que no se
produzca una completa transformación democrática. Nada de pasos
equilibrados, sino una apuesta de todo o nada.

Las sanciones a Venezuela van por otro camino: presionar a favor de
poner freno a una represión en aumento. En manos de Maduro está el
impedir nuevas sanciones o conseguir eliminar las actuales. Por supuesto
que él no hará nada en este sentido, pero es su problema y su culpa.

En el caso cubano, el camino iniciado por el presidente Barack Obama no
es tampoco el darle una carta abierta al régimen, ni "oxígeno" para que
continúe reprimiendo, sino una negociación incierta, larga y llena de
obstáculos, que quizá se interrumpa, se dilate indefinidamente o no
llegue a parte alguna. Pero en ese caso, y al igual que Maduro, el
problema y la culpa son de Castro.

Llama la atención que ha sido precisamente Fidel Castro quien se apuró a
felicitar a Maduro por su "brillante y valiente" discurso ante los
"brutales planes" de Washington. El gastado discurso de plaza sitiada
reverdecido en la frontera más querida para el ex gobernante. Con esas
palabras, no es que Maduro sepa a qué atenerse, los venezolanos sí.

Source: Venezuela y Cuba: sanciones y embargo | El Nuevo Herald El Nuevo
Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article14053814.html

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