miércoles, 22 de abril de 2015

Cuba, una larga paciencia

Cuba, una larga paciencia
El secreto del deshielo con EE UU es el guante frente a los faltos de
esperanza
LUIS SANCHEZ-MERLO 22 ABR 2015 - 00:00 CEST

Uno de los padres de la actual Unión Europea, Jean Monnet, fue
visionario al escribir: "Europa es una larga paciencia". Más o menos eso
vino a decir Raúl Castro, tras estrechar la mano de Obama en el Centro
de Convenciones Atlapa de Panamá: "Estamos dispuestos a discutir sobre
todo pero tenemos que ser pacientes, muy pacientes".

Y este podría ser el secreto para que el proceso iniciado no descarrile:
aguante frente a los maximalistas faltos de esperanza y paciencia ante
los adversarios y los antiguos fracasos.

El clima de la VII Cumbre de las Américas ha sido muy distinto al que
inspiró a Yvon Deulofeu, actual directora general de Cubavisión
Internacional, para escribir Paraninfo, un relato riguroso sobre el
intento de magnicidio —hace 15 años— a manos de un grupo liderado por
Posada Carriles, que atentó contra Fidel Castro durante su visita a
Panamá, con motivo de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado.

A lo largo de los 42 minutos que duró su intervención, Raúl (trending
topic, cinco millones de tuits en 24 horas, bajo la etiqueta #Cuba)
desvelaba que John Kennedy lo llamó en 1963, en tono conciliatorio, tan
solo unos días antes de ser asesinado en Texas, lo cual puede ayudar a
entender el alcance del aguante al que se refirió en su intervención. No
en vano la siguiente conversación telefónica del hermano menor con un
presidente americano se demoró 52 años.

Frente a frente —por primera vez en medio siglo—, un pragmático y un
revolucionario han escenificado ante el mundo su intención de no dejar
pasar esta oportunidad, a pesar de que el proceso exija un formidable
derroche de paciencia para saltar tantas vallas.

Tras una hora de conversación —sin tensión— en la pequeña habitación
reservada al efecto, se pusieron de acuerdo en abrir embajadas en ambos
países, aunque quede algún fleco pendiente al no estar aún garantizada
la libertad de los diplomáticos americanos para moverse por la isla.

El presidente americano, apoyado por su Estado Mayor —y muy
especialmente por Benjamin Rhodes—, ha cambiado la estrategia: la vieja
disputa con Cuba no ha cumplido objetivos y ha servido a muchos como
excusa convirtiendo al vecino del norte en chivo expiatorio, lo que ha
afectado a sus relaciones con otros países de la región. Se impone,
pues, cambiar esa dinámica ante la evidencia de que la política de
aislamiento no ha hecho sino confinar a Estados Unidos en su propio
patio trasero. Y la realidad es que solo el anuncio de la reconciliación
con La Habana le ha servido a Washington para atraer dividendos
políticos en América Latina.

Castro apela a la paciencia y Obama tiene otros tiempos, como ha
acreditado sacando a Cuba —con diligencia— tras la cumbre panameña de la
lista de países patrocinadores del terrorismo.

El hermanísimo, que habló en la cumbre más de lo que el protocolo le
permitía (ocho minutos) —"la pasión me sale por los poros cuando de la
revolución se trata"—, no desaprovechó la ocasión —entre los aplausos de
una audiencia complacida— para echar una mano a Obama, instando a los
países de América Latina a que apoyen al presidente de Estados Unidos
—"un hombre honesto, con una forma de ser que obedece a su origen
humilde"—, en su intención de liquidar el bloqueo a la isla.

Y esa podría ser la piedra angular de este proceso porque los
republicanos no parecen dispuestos a ceder, por principio, a esta
pretensión ni a facilitar esa baza a los demócratas en puertas de una
nueva elección presidencial. Tampoco faltan los escépticos que sentados
cómodamente en la espera, decretan con sarcasmo: "Más de lo mismo, pan
de sopa y sopa de pan", o sea que —para esa copiosa corriente de
pensamiento— mientras la familia Castro reine en Cuba no se va a
producir ningún cambio.

Y es que los viejos odios no han desaparecido por arte de birlibirloque,
como escenifican los enfrentamientos en el Parque Porra de la capital
panameña, entre disidentes y castristas, donde ha vuelto a enredar el
Félix, El Gato, Rodríguez bien conocido en los ambientes
cubano-americanos, y que se vanagloria de haber prestado sus servicios
para apresar al Che Guevara en Bolivia.

Pero las escaramuzas no han logrado enturbiar el buen clima entre ambos
países; continúan los compases del baile de salón que iniciaron en La
Habana —hace ya unos meses— una rubia cubana, Josefina Vidal, y una
morena americana, Roberta Jacobson. Un ritmo pausado y medido que tiene
poco que ver con aquel frenético Se me perdió la cartera, que
brinconeara —con ocasión de otra cumbre Iberoamericana en Cartagena de
Indias— la candidata Hillary Clinton al son de la African Charanga.

Los avances son aún insignificantes, y uno se pregunta qué estará
pensando el Comandante en Jefe en su refugio de Jaimanitas, después del
despliegue de charme de su hermano con el colega yanqui.

¿Acaso el podio será para el eterno Poulidor?

Luis Sánchez-Merlo ha sido secretario general del presidente del
Gobierno (1981-1982).

Source: Relaciones Obama-Castro: Cuba, una larga paciencia | Opinión |
EL PAÍS - http://elpais.com/elpais/2015/04/21/opinion/1429621236_482238.html

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