¿Economía o política?
El dilema entre los cambios políticos y los cambios económicos: ¿quién
determina a quién?
Alberto Méndez-Suárez, Miami | 02/06/2015 11:36 am
En reciente artículo del profesor cubano radicado en Puerto Rico, Alexis
Jardines, publicado en la sección Séptimo Día, El Nuevo Herald, bajo el
título "¿Quién levantará el embargo revolucionario?", del 17 de mayo de
2015, este trata de ensayar la tesis de que los cambios políticos son
los que introducen luego los cambios económicos.
El profesor Jardines, cuando reflexiona como filósofo tal como él afirma
en su artículo, supone que esa es la estrategia del gobierno cubano y
que Obama está equivocado al creer, igual que Marx y los marxistas, que
los cambios económicos, "en última instancia", determinan los cambios
políticos.
En cambio, el profesor Jardines yerra al repetir las tesis de
reconocidos filósofos marxistas occidentales del siglo XX de la Escuela
de Frankfurt, en especial el profesor alemán Theodor W. Adorno —quien
por cierto vivió en Estados Unidos— y el ensayista, también alemán,
Walter Benjamin, ambos de elevada inspiración ilustrada, sumándose así,
también, otros grandes y reconocidos revisionistas de la estatura
política de la pensadora y líder polaca Rosa Luxemburgo, el marxista
húngaro Lukács, el italiano antifascista Gramsci, y el filósofo e
historiador polaco del marxismo, Lezek Koławkowski.
A esta lista habría que agregar al epistemólogo estructuralista francés,
historiador de la locura, Michel Foucault, el actual filósofo político
lacaniano de estudios culturales, Slávoj Žižek, y los abiertamente
declarados anti-marxistas y postpositivistas antihistoricistas, Isaiah
Berlin y Sir Karl Popper, este último destacado por su influencia en el
antimarxismo más feroz del siglo XX, y por su intransigente
antideterminismo histórico.
Todos ellos no hacían más que repetir, explícita o tácitamente, la tesis
del sociólogo anti-marxista de fines del siglo XIX y principios del XX
Max Weber, un genio del pensamiento social europeo, quien defendía la
idea de que los cambios económicos eran introducidos por nuevas
estrategias y formas de organización políticas y religiosas a lo largo
de la historia cultural de las naciones.
Aunque la doctrina democrática de Weber, surgida durante la República de
Weimar, falló en desconocer la razón que asistía a los clásicos del
marxismo: Marx, Engels, y Lenin. Los dos primeros, en la concepción de
la Liga de los Comunistas y la predicción del alcance del comunismo
científico en los países más industrializados de Europa, y del
materialismo histórico y dialéctico como las doctrinas que sacarían al
hombre de su pre-historia, y el tercero de los clásicos, Lenin, nos
guste o no, en la construcción del socialismo en la Unión Soviética que
situaba en la nueva política económica y en el plan quinquenal,
asistiendo así, a su concepción del socialismo, "los soviets más la
electrificación".
También, y más importante aún, cabe aclarar, lo que resulta llamativo,
el temor confesado por Weber a su esposa Marianne —como está recogido en
la biografía de esta sobre el economista y sociólogo alemán— de una
Alemania asfixiada económicamente, ya que el propio Weber temía que se
cultivaran en esa asfixia los gérmenes antidemocráticos de su
autodestrucción, después de la I Guerra Mundial.
Aquella Alemania oscura que él temía, dio paso finalmente —y a despecho
de los más grandes ideales progresistas de entonces— al peor de los
sistemas políticos de la faz de la tierra, el nazismo. Contra esta
desgracia había advertido el presidente norteamericano de entonces,
Woodrow Wilson, quien sin ser marxista supo señalar que Alemania había
salido muy mal parada económicamente del Tratado de Versalles y buscaría
una salida política a esta asfixia económica, salida buscada en la
figura de Adolfo Hitler. De ese pujar político ya sabemos de sus
consecuencias trágicas para el siglo XX.
En cuanto al tema de las estrategias políticas y económicas de la Cuba
contemporánea, y es irónico reconocerlo —por el amplio conocimiento del
pensamiento historiográfico, político y filosófico cubanos que el propio
profesor Jardines detenta—, que este se equivoca cuando asegura que la
tesis del cambio económico depende extraordinariamente de la esfera
política, y que, cito sus palabras: "la intención del gobierno cubano
seguirá siendo controlar la economía".
Si esto no es una tesis marxista que alguien me rectifique. Es marxista
y althusseriana en su más profunda estrategia ideológica. Incluso, y
aunque resulte contradictorio, dadas sus diferencias ideológicas, y
aunque haya que reconocer, que accidentalmente, intercambian puntos de
coincidencia en el análisis teórico, un reconocido activista político de
la izquierda norteamericana y crítico visceral de la política exterior
del gobierno de Estados Unidos, el lingüista de M.I.T., Noam Chomsky,
subscribe una posición semejante al otorgar un valor definitivo y
decisivo a las tácticas estatales de control económico.
En su última intervención para Euronews, Chomsky explicó que en realidad
con el fin del embargo y la reanudación de relaciones bilaterales de
Estados Unidos con Cuba el verdadero objetivo de Obama no era la
apertura como tal de relaciones comerciales con Cuba, sino salvar a
Estados Unidos de su aislamiento biopolítico en el hemisferio y en
especial en América del Sur donde Cuba ejerce una marcada influencia y
una ascendencia política reconocida internacionalmente sobre todo con la
proliferación de lo que se ha dado en llamar socialismo del siglo XXI.
Así que el profesor Jardines se equivoca nuevamente al no contemplar
esta posibilidad, que a Obama lo que menos le interesa es la reapertura
política de Cuba, sino que lo que busca en la reapertura de sus
relaciones con Cuba es consolidar su influencia a nivel continental. Si
para este objetivo es necesario reajustar tácticamente y a conveniencia
de los intereses de la política exterior norteamericana, la posición
política de Cuba, Obama intentará hacerlo, pero no es su objetivo
primordial. Y en este caso Obama no actúa siguiendo a Marx sino a Weber.
Busca carisma y legitimidad en el continente.
Otra idea pasada por alto, al parecer por el profesor Jardines, es que
el embargo del "cubano de a pie", como él le llama, seguirá existiendo
en una anhelada Cuba poscastrista, luego que históricamente han sido
aquellos mejor situados en la estructura social los que podrán ejercer
mejor sus estrategias en el seno de esa misma estructura política o de
estructuras políticas e ideológicas semejantes, que por su vecindad o
isomorfismo terminan siendo muy familiares, o al menos no ajenas a las
exigencias contextuales, y así, por tanto, beneficiarios de igual
manera, de las prebendas económicas que dimanen de esa nueva estructuración.
Esa estructuración no es un proceso abstracto, implica actores sociales,
que sabemos, por las tesis del liberal británico Anthony Giddens, que
esa estructura no se sostiene sola sino que depende en primera instancia
del sujeto que la retroalimenta, a través de la acción comunicativa
entre las partes en diálogo, una gramática de la cooperación subscrita
por un filósofo social posmoderno como Habermas, desde los reductos
actuales de la ya mencionada Escuela de Frankfurt.
La movilidad social que esta siendo elicitada en ese escenario cubano
contemporáneo, es escasa en ese sentido, y un régimen caricaturesco,
"cuasi hindú", de castas, parece perpetuarse. Ejemplos anecdóticos de
nuestra más reciente historia sobra mencionarlos, como la pomposa y
sobre exagerada recepción de encumbrados enemigos políticos del pasado
castrista camuflados en las pieles de la ideología opuesta, quienes a
pesar de ese corroborado pasado comunista, hoy son recibidos, debido a
esa misma heráldica, por el gobierno norteamericano y por la comunidad
histórica de exiliados cubanos anticastristas, como aberrados travestis
políticos de ese vasallaje.
Sin duda alguna, la misma jerarquía, de los siempre beneficiados por su
linaje, se reproduce inalteradamente. Son, de ese modo, por conveniencia
oportunista, o de realpolitik, que es lo mismo —apenas graduados en la
escuela moral y táctica de Kissinger— recibidos y aplaudidos en la
alfombra roja de las nuevas estrategias biopolíticas.
Quiero concluir que he intentado, en estos últimos dos párrafos,
responder honestamente como cubano. y haber reflexionado modestamente
como lector.
Source: ¿Economía o política? - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/economia-o-politica-322936
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