viernes, 26 de junio de 2015

El hombre que pone los precios

El hombre que pone los precios
[25-06-2015 19:36:05]
Frank Correa

(www.miscelaneasdecuba.net).- Jaimanitas, La Habana. Crispín, jubilado
del sector de comercio y considerado en Jaimanitas el filósofo popular,
asegura que la mayor burla que enfrenta el cubano hoy es, el precio de
los productos.
Este personaje para el pueblo es un oráculo. Basa su afirmación en la
experiencia adquirida a través de 60 años dedicados al comercio, antes y
después de la revolución. Primero como dueño de un negocio, después como
bodeguero, más tarde de administrador, y finalmente jefe de zona
comercial, donde cuenta que tuvo muchos encontronazos con el
Departamento de Precios.

--Durante años estuve interesado en conocer a la persona que ponía los
precios. Por mucho que pregunté jamás di con ella. Los precios siempre
venían de arriba y cada vez que subía a la entidad superior a preguntar
por el dirigente encargado de decir esto vale tanto y aquello tanto,
nunca la hallaba, porque el precio siempre venía instituido de un
escalón más alto, hasta que mí se me acabó la escalera.

Un economista que conoció una vez en una fiesta de la empresa, le
explicó a Crispín que la determinación de un precio era una labor
complicada, por los numerosos factores que incidían en su cálculo. Le
habló del valor real, del valor de cambio, de pagos por conceptos de
almacenajes y tasas de intereses, pero no supo decirle el responsable de
tan azarosa tarea.

Con la llegada del período especial llegó el caos en las finanzas y los
precios se convirtieron en un relajo. Apareció un fuerte competidor para
el estado: el mercado negro, entonces Cuba se hundió en un capitalismo
cubano inventado, donde el escenario y la víctima eran uno solo: el
pueblo, que de todas formas tenía que comer, para vivir, y se vio
obligado a inventar, para comer.

Crispín considera que este pueblo está hoy inmerso en una exclusiva
tarea: inventar para comer. Apuntala su tesis cuando recomienda observar
en la calle a los cubanos por un rato. Descubrirán a un pueblo que
hormiguea por toda la isla, en los mercados, en las tiendas, en las
carretillas...

--Una verdadera tortura --sentencia el filósofo --. La zanahoria y la
calabaza, dos productos que cuando niño solo la comían los conejo y los
cerdos, ahora cuestan un dineral. Observa y verás: Cuatro tomates quince
pesos, seis cebollas treinta y cinco, un bistec cuarenta. ¿Qué es esto?
Quisiera antes de morirme encontrarme con el hombre que pone los
precios, para decirle en su cara: ¡Verdugo!

Source: El hombre que pone los precios - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/558c3c053a682e12d4c9c295#.VY07Dfmqqko

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