lunes, 23 de mayo de 2016

De la Cuba de generales, doctores y comandantes a la Cuba ciudadana

De la Cuba de generales, doctores y comandantes a la Cuba ciudadana
57 años de república, 57 de revolución
Viernes, mayo 20, 2016 | Miguel Saludes

MIAMI, Estados Unidos.- Con el arribo del 2016 en Cuba se cierran dos
fases del período iniciado en 1902, cuando la Isla entró a formar parte
del concierto de naciones independientes del mundo. Cincuenta y siete
son los años que vivió la joven república hasta 1959, fecha que marca el
triunfo revolucionario devenido en el régimen que llega ahora a una
cifra similar en el gobierno.

La república que Carlos Loveira definiera como la Cuba de los Generales
y Doctores, nacía tras un caos de tres décadas de guerras cruentas,
destrucción y muerte, a punto de truncarse en un momento particular de
la historia con la irrupción de una bisoña potencia norteamericana que
pujaba por su lugar frente al poderío imperial europeo en franca
decadencia. A pesar de este escenario adverso la Isla logró alzarse de
entre las ruinas y amenazas para convertirse en república independiente,
llevando a cuesta la herencia del largo estadio colonial y su legado de
cosechas buenas y malas.

Quienes se esfuerzan en mostrar los logros de la era republicana, en su
afán de ofrecer datos de superioridad, no dudan en incluir en el listado
progresos verificados en la etapa colonial: Primer país iberoamericano
en edificar cementerios aislados, primero en contar con alumbrado
eléctrico, pionero en el uso de máquinas de vapor, el ferrocarril o
utilizar la anestesia, aplicar vacunas y hasta la eliminación de las
corridas de toro casi al término del siglo XVIII. Evidencia de que
ninguna época, aún en sus peores momentos, resulta estéril.

El tiempo que se abrió con la independencia fue sumando prontamente
hechos positivos y negativos. Los tonos grises o brillantes, según
quien haga la memoria, se suceden en un corto tiempo de vida turbulenta,
donde viejos vicios, nuevas ambiciones y males sociales se conjugaron
contra el buen quehacer de gobiernos democráticos entorpecidos por la
marca de personajes autoritarios y corruptos, a pesar de lo cual tampoco
faltaron avances.

Sobresalen aquellos que señalan a Cuba por sus buenos resultados
sociales y políticos: la implantación de la jornada de ocho horas, la
sindicalización obrera, la pujanza del movimiento estudiantil, la
concesión del derecho al divorcio, la Constitución del 40, los derechos
de maternidad, la libertad de prensa, entre otros. Sin olvidar avances
culturales y científicos en la educación, la medicina y las artes. De lo
negativo no se puede soslayar la situación de pobreza en los campos, la
descomposición política, desigualdades y otros males sociales que dieron
pie a una Revolución aplaudida en sus inicios de manera mayoritaria,
tras la interrupción violenta del proceso constitucional por el general
Batista, el mismo que diera paso a aquella adelantada Carta Magna, en
cuya redacción colaboraron todos los colores políticos de la nación y a
la que él mismo prestó juramento en su día como presidente.

Con el triunfo revolucionario inicia el nuevo tiempo de los comandantes
que a poco se convertirían en generales y dirigentes. Un período que se
definió socialista, marxista y comunista pero que al final reveló la
vaguedad de aquellos postulados que más bien se dedicaban a destacar la
figura del Comandante en Jefe, líder por excelencia y referente por
obligación. La restauración del camino constitucional se frustró con la
instauración de un totalitarismo personalizado y el pretexto de las
banderas socialistas. Un tránsito de horrores (fusilamientos,
persecuciones, vigilancia extrema lindante con el espionaje,
encarcelamientos, marginaciones, exilios) y errores (fundamentalmente
económicos) en el que tampoco faltaron logros y aciertos.

El nuevo gobierno se propuso superar la pobreza heredada de más de 400
años de colonialismo, y una de las primeras medidas fue la Ley de
Reforma Agraria. A esta siguieron otras legislaciones, entre ellas la
campaña de alfabetización, que en poco más de un año convirtió a Cuba en
el primer territorio libre de analfabetismo en América Latina. Avances
en campos tan sensibles como el de la salud y la educación conforman un
bloque que no puede ser ignorado cuando cifras oficiales indicaban que
en 1959 solo había en el país caribeño 25 mil titulados, ausencia de
escuelas para más de medio millón de niños, 10 mil maestros sin trabajo,
una enseñanza media exigua y el 30 por ciento de ciudadanos que no sabía
leer ni escribir.

No es extraño que realidades que aún son una aspiración o un reto para
naciones vecinas como esperanza de vida en 78 años, baja mortalidad
infantil, alta escolarización y la preparación de generaciones de
cubanos crecidas en esos años tremendos de "Patria o Muerte" hayan
recibido el reconocimiento de organismos internacionales. Estos
certifican los logros omitiendo el déficit en otros renglones de la vida
pública, como es el de las libertades de expresión o asociación. No fue
por contingencia o por mera táctica que el Movimiento Cristiano
Liberación, una de las organizaciones disidentes que consiguió un mayor
nivel en la lucha por la democratización de Cuba a partir de su
surgimiento en 1989, incluyera en su plataforma política la preservación
de aquellos resultados de la Revolución amenazados de sucumbir por el
descalabro del sistema. Se refería el documento opositor a los servicios
de educación, salud y ciertos aspectos de justicia social que comenzaron
a deteriorarse con el desplome del socialismo soviético, principal
fuente de sostenimiento del régimen cubano.

El inicio del 2016 sorprende a los cubanos con nuevas posibilidades y
promesas de cambios. Las relaciones recuperadas con el vecino del norte
y movimientos internos que indican la entronización de mentalidades
dispuestas a dar pasos a experiencias novedosas de cambios, seguramente
predispuestas a retomar conceptos de mercado diferentes a los
preconizados por la receta partidista de la vieja escuela, permiten
avizorar el inicio de un nuevo ciclo. Por ahora se hace difícil predecir
la proyección de esta nueva Cuba que se levanta. La diversidad de sus
protagonistas, que incluye los últimos vestigios de la estirpe de
comandancias guerrilleras, generales de escuela y tres generaciones
nacidas en estas circunstancias, hacen difícil predecir el tiempo que
tomará consolidar la etapa que recién comienza.

En esta nueva faceta de nuestra historia coincidente con el término de
114 años y un abanico de experiencias extraordinarias, absurdas, a veces
únicas, pero al fin enriquecedoras, no aspiremos a libertades avaladas
por gobiernos ajenos, por buenas que sean las intenciones, ni
pretendamos medir los metros de avance por la aparición de símbolos del
sistema de consumo como pudiera ser McDonald's. Las libertades plenas y
firmes son aquellas que se obtienen del trabajo interno de cada pueblo,
sin imposiciones ni pactos comprometedores. En cuanto a los productos de
marca que etiquetan una falsa visión de bienestar, ni tan sabrosos y
mucho menos saludables, tampoco sirven para determinar el grado de
libertad en una sociedad. En la nuestra sería mejor abogar por la
recuperación de sellos que nos han identificado como nación a pesar de
larga ausencia. La frita cubana, los refrescos Jupiña e Ironbeer, el
sándwich o la pizza estilo cubana, darían mejor sabor de identidad al
futuro al que aspiramos.

El número cincuenta y siete contiene muchas significaciones en las
interpretaciones numerológicas. Cinco es libertad, cambio, movilidad y
fuerza. A la vez frivolidad e inestabilidad. El siete signa espíritu y
el misterio de la vida. Juntos revelan la escucha profunda del alma para
que las interferencias del ego y del mundo material no permitan el
desvío del camino recto hacia un proyecto determinado. El de los cubanos
consistiría en construir una nación que recoja lo mejor de dos épocas
diferentes, desde la lectura responsable de su pasado, para que no se
reproduzca lo negativo de cada una de ellas, teniendo como meta la
república de demócratas comprometidos, honestos y en disposición de
servicio desde los valores de justicia, derechos y libertades universales.

Source: De la Cuba de generales, doctores y comandantes a la Cuba
ciudadana | Cubanet -
https://www.cubanet.org/colaboradores/de-la-cuba-de-generales-doctores-y-comandantes-a-la-cuba-ciudadana/

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