jueves, 4 de febrero de 2010

Comienza la racionalización laboral?

¿Comienza la racionalización laboral?
Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, febrero (www.cubanet.org) - El Presidente Raúl Castro y
Marino Murillo Jorge, Ministro de Economía y Planificación,
puntualizaron que el tema del empleo constituiría "una de las
prioridades el próximo año, considerando el bajo nivel de productividad
existente," en sus discursos en la Asamblea Nacional del Poder Popular
el 20 de diciembre pasado.

En la intervención de Murillo Jorge sobre los resultados económicos de
2009, expuso que la productividad del trabajo cayó 1,1% con respecto al
año anterior, lo que debe ser superior teniendo en cuenta el
sobredimensionamiento en los cálculos del PIB cubano. Achacó el problema
al "subempleo y exceso de las plantilla en la mayoría de las actividades
del país."

La mala utilización de la fuerza de trabajo es un asunto viejo. Los
centros laborales están sobrecargados de personal, como resultado del
intento del gobierno de reducir los niveles del desempleo visible, con
empleos innecesarios. Esto ha ocasionado muy baja productividad del
trabajo, elevada ineficiencia, bajos salarios, la imposibilidad de
reorganizar los centros laborales y aplicar medidas estimuladoras del
talento y la creatividad. Esos métodos han perseguido fines políticos y
de propaganda, con colosales perjuicios para la economía.

Según estudios de la CEPAL publicados en el libro "La economía cubana,
reformas estructurales y desempeños en los 90", escrito con la
participación de funcionarios cubanos, tomando como base la
productividad existente en 1989, entre 1994-1996 las tasas de desempleo
equivalente estuvieron en un rango del 30,0%. Este porcentaje proviene
de la combinación de los niveles de desempleo visible, más la
subutilización del trabajo con referencia a un año base, en ese caso
1989, un año con una productividad en modo alguno relevante en
comparación con los estándares internacionales de aquel momento. Eso
significa que en los años señalados, la tercera parte de la fuerza de
trabajo disponible no se utilizaba o era empleada innecesariamente.

Si el análisis se hubiera hecho con referencia a la productividad del
trabajo en países de desarrollo medio, muy probablemente la tasa de
desempleo hubiera sido cercana al 50,0%. En términos reales ha habido
cierta recuperación de la economía en relación con los años citados. Sin
embargo, no se ha salido del Período Especial. Por ejemplo, la industria
manufacturera en 2008 distaba de los niveles de 1989 en un 53,9%, por
el volumen físico logrado de acuerdo al origen de los productos, según
el Anuario de la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Un escenario
similar está presente en otros decisivos sectores, como el agropecuario.

Aunque el gobierno anunció una tasa de 1,7% de desempleo en 2009, casi
seguramente el más bajo del mundo, en momentos cuando la crisis mundial
azota con gran fuerza la economía cubana, se sabe ampliamente por simple
observación en las calles, que el grado de desempleo es sustancialmente
mayor por la cantidad de jóvenes que deambulan en horas laborales,
mientras muchas actividades languidecen por falta de trabajadores debido
a la carencia de estímulos y la existencia de salarios que no alcanzan
para vivir, como ha reconocido el Presidente Raúl Castro, 427 pesos en
2009 como salario medio mensual, equivalente a 21.35 US dólares,
mientras un kilogramo de leche en polvo cuesta 6.55 US dólares en las
tiendas estatales que ofertan los artículos en divisas.

La problemática del exceso de personal es debatida nacionalmente con
mucha intensidad. En un pleno del Consejo Nacional de la Central de
Trabajadores de Cuba (CTC), se reconoció que en un estudio realizado en
hospitales y policlínicas, donde labora el 74,0% de los trabajadores de
la Salud, no son necesarios más de 22 mil. Asimismo, otro análisis
indica que en el sector tabacalero se deben reubicar a 7 mil
trabajadores innecesarios. En la actividad azucarera la situación es
similar, con Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) en las
cuales el número de trabajadores indirectos es considerablemente alto.
Se da el caso de que en algunas los custodios representan más del 10,0%
del colectivo, mientras escasean los obreros agrícolas.

Así se podría hacer una larga lista de centros de trabajo donde la
irracionalidad en el empleo ha sido la norma, lo que unido a políticas
nefastas para seleccionar a los cuadros de dirección con prioridad
absoluta al clientelismo, sin considerar los conocimientos, la
honestidad y la capacidad, han llevado a la situación de crisis laboral
y económica en general existente.

Ahora que se reconoce el pésimo uso de la fuerza de trabajo -un factor
que ha impedido la reorganización de los centros laborales, el estímulo
a la eficiencia y bloqueado las medidas para incrementar la
productividad, como la resolución sobre el pago de los salarios según
los resultados y la relativa al pluriempleo-, hay que estar consciente
de que para resolver este peligroso asunto que asfixia a la sociedad,
resulta indispensable una reforma radical de las estructuras económicas
y los conceptos que lo generaron, a través de una profunda
descentralización que libere las maniatadas fuerzas productivas.

Cuando se analizan los elementos brindados en el pleno de la CTC, surge
el temor de que el reajuste de la fuerza laboral que se piensa realizar
caerá sobre las espaldas de los trabajadores, de manera burocrática y
mecánica, sin tener en cuenta sus intereses. Es evidente la necesidad de
revertir la actual situación, pero debe ejecutarse con medidas que
permitan la incorporación a otras actividades acordes con sus
posibilidades, y no impuestas desde arriba por quienes causaron los
problemas.

Si se quiere que los trabajadores vayan a sectores urgentemente
requeridos de mano de obra, habrá que crear estímulos y condiciones
laborales dignas, comprendidos salarios adecuados. Paralelamente, podría
ayudar la liberación de las fuerzas productivas mediante la autorización
del trabajo por cuenta propia, la creación de pequeñas y medianas
empresas privadas, y poseer en propiedad tierra sin las actuales
prohibiciones y obstáculos. A ello debe agregarse la privatización –
individual o colectiva (cooperativas)- de chinchales y otros pequeños y
medianos centros productivos y de servicios probadamente incontrolables
centralmente.

Paralelamente, el Estado debe establecer políticas de precios,
crediticias y fiscales para promover estas actividades, y no bloquearlas
como hace actualmente. Esto permitiría, en una primera etapa, la
organización y redimensionamiento laboral de las grandes empresas
estatales, casi imposible de realizar ahora por el exceso de personal,
así como la restructuración del aparato administrativo estatal para
hacerlo considerablemente menor, efectivo, flexible y, sobre todo, mucho
menos costoso.

Si se opta por la fuerza y la arbitrariedad para enfrentar un fenómeno
generado por el propio gobierno, se crearía una peligrosa contradicción
más para caldear la sociedad, que ya afronta suficientes riesgos.

Noticias/Cuba ¿Comienza la racionalización laboral? (4 February 2010)
http://www.cubanet.org/CNews/y2010/feb2010/04_C_5.html

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