Raúl Castro emplazó a que el nuevo modelo económico esté dirigido a la
eficiencia, al ahorro, a la lucha contra la corrupción, la inversión
extranjera y a reducir el "paternalismo estatal".
Cuba ha puesto su mirada en un nuevo modelo económico. Detrás de la
retórica oficial, que defiende el socialismo y la planificación, no el
mercado -se evita cualquier término que suene capitalista- , aparece un
plan que amplía la iniciativa privada, abre la puerta a pequeños
negocios, extiende las fórmulas de gestión empresarial, reduce la
plantilla estatal, recorta gasto social y suprime "subsidios
innecesarios y gratuidades indebidas".
El régimen cubano lo llama "actualización del modelo económico" y niega
que se trate de una reforma: Cuba seguirá siendo socialista y primará la
planificación, no el mercado.
Los cubanos están ya inmersos en el debate de un proyecto que supone
apertura no sólo económica, sino también de mentalidad. Y no es para
menos porque se enfrentan a conceptos a los que están poco o nada
acostumbrados: impuestos, despidos masivos en el sector estatal,
salarios vinculados a productividad, liquidación de empresas públicas
que arrojen pérdidas sostenidas, contratación de asalariados por
particulares, mercados de precios mayoristas, créditos bancarios,
igualdad de oportunidades versus "igualitarismo"...
"No queda otra alternativa"
Así de tajante ha sido el presidente Raúl Castro ante los dirigentes que
conducirán el debate nacional sobre las reformas. No en vano "la batalla
económica" ha sido la bandera del general Castro desde que llegó al
poder tras la enfermedad que obligó a su hermano Fidel a retirarse en
2006. Batalla para intentar superar una crisis radicalizada en los
últimos años, pero que se remonta a la caída del bloque soviético, que
fue el sostén económico de la isla durante décadas.
El Gobierno achaca la asfixia económica a factores externos e internos.
Entre los primeros cita el "recrudecimiento" del bloqueo que Estados
Unidos mantiene desde hace 50 años y añade los efectos de la crisis
económica internacional. También la meteorología ha jugado en contra:
los 16 huracanes que azotaron la isla entre 1998 y 2008 causaron unas
pérdidas de 20.564 millones de dólares, sin que se hayan cuantificado
aún las que provocaron los de 2009 y 2010.
Pero además se admiten responsabilidades internas que apuntan a la
ineficiencia del sistema económico: excesiva dependencia del exterior,
vulnerabilidad a los vaivenes de los precios internacionales, una base
productiva descapitalizada o el "barbecho crónico" del 50 por ciento de
la superficie agrícola son sólo algunas de sus características.
Algunos datos son más que ilustrativos: desde hace años Cuba tiene que
comprar en el exterior más del 80 por ciento de los alimentos que
consumen sus 11,2 millones de habitantes, lo que supone un gasto de
1.500 millones de dólares anuales. Entre 1997 y 2009 la isla perdió
10.000 millones de dólares por las variaciones de precios en las
exportaciones e importaciones. La producción de azúcar -durante siglos
considerada la "locomotora" económica del país- tuvo en 2010 los
resultados más pobres desde 1905.
Entre las medidas también están potenciar la inversión extranjera, dar
autonomía a las empresas estatales (y liquidará las que arrojen pérdidas
sostenidas); e impulsar las cooperativas en sectores no agrícolas como
la construcción.
Despidos masivos, empleo privado y microempresas
Una de las medidas de mayor impacto dentro del plan de ajuste es la
reordenación laboral que comenzará con el despido de 500.000 empleados
públicos en un plazo de seis meses, el 10 por ciento de la población
ocupada del país.
Raúl Castro quiere desinflar las abultadas plantillas estatales en un
proceso que supondrá a medio plazo la eliminación de más de un millón de
puestos de trabajo.
Como alternativa a esos despidos, se ampliará el empleo privado
("cuentapropismo" en argot cubano) hasta 178 áreas económicas. La medida
en sí misma no constituye una novedad, puesto que ya se ensayó en Cuba
en los años noventa durante el llamado "periodo especial".
Modelo económico "autóctono"
La "actualización" de la economía socialista en Cuba llega en pleno
siglo XXI, décadas después de la caída del bloque soviético y cuando
países como China y Vietnam han aplicado con éxito la apertura de sus
economías socialistas.
Mientras los analistas debaten si las reformas cubanas serán a lo
vietnamita o a lo chino, el presidente Raúl Castro advierte que no va a
copiar a ningún país y que los ajustes son autóctonos.
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