miércoles, 24 de octubre de 2012

El mercado laboral y las reformas migratorias castristas

Reforma migratoria



El mercado laboral y las reformas migratorias castristas

Elías Amor

Valencia 24-10-2012 - 10:25 am.



En otros países de América Latina los gobiernos han favorecido las

migraciones masivas para dar salida a los excedentes de población laboral.



Un artículo reciente de Bertrand de la Grange en DIARIO DE CUBA ha

venido a plantear una cuestión fundamental en relación con la reforma

migratoria de Raúl Castro: su relación con el mercado laboral.



Ciertamente, hablar del mercado laboral, el empleo y desempleo en la

economía castrista es una cuestión complicada si se atiende a las cifras

oficiales que proporciona la Oficina Nacional de Estadística y que hacen

suyas organismos internacionales diversos como CEPAL o Naciones Unidas.

La baja tasa de paro que se registra en la economía castrista trata de

dibujar un escenario idílico, que para sí quisieran muchos países

desarrollados. Sin embargo, cuando los analistas profundizan un poco más

en el estudio del mercado laboral en una economía de base estalinista,

de planificación central y propiedad privada, se descubren aspectos que

merecen ser tenidos muy en cuenta.



El economista cubano Manuel García Díaz, en su obra La economía cubana,

estructuras, instituciones y tránsito al mercado, editada por la

Universidad de Granada en 2004, de lectura obligada para todo el público

interesado en estas cuestiones, situaba la cifra real de desempleo en la

Isla en "dos millones y medio de personas, combinando el efecto del

desempleo abierto u oficial y el encubierto más el latente". Esta

estimación se realizó para el año 2000. Dados los parámetros utilizados,

y teniendo en cuenta los despidos que ya se han producido en el sector

presupuestado y el lento avance de los trabajos por cuenta propia, es

muy probable que el desempleo haya ido en aumento en los últimos años,

situándose en el entorno del 27% al 45% de la población activa. Dicho de

otro modo, entre 3 y 4 millones de personas en edad laboral sin fuente

de sustento propia.



Desde esta perspectiva, la situación de la economía castrista no

presenta diferencias significativas con la existente en otros países de

América Latina, en los que las migraciones masivas han sido favorecidas

desde los gobiernos para dar salida a estos excedentes de población

laboral que, en general, son una fuente de inestabilidad y malestar

interno, a la vez que proporcionan recursos vía remesas a las familias.



Buena parte del desarrollo económico de España en los años 60 obedeció a

este modelo de emigración masiva a países europeos, lo que facilitó el

reequilibrio de las cuentas externas y la posibilidad de facilitar el

crecimiento de las inversiones ante la escasez de ahorro nacional.

España tuvo éxito, al igual que otros muchos países. La razón se

encontraba en su sistema institucional de derechos de propiedad, que

permitió a muchos españoles incrementar su riqueza de forma acelerada

gracias al esfuerzo de los emigrantes.



Experiencias similares se observan en diversos países de América Latina.



Visto desde esta perspectiva, la reforma migratoria castrista se debe

situar en esa misma perspectiva de facilitar la salida de población

laboral excedentaria e improductiva, para captar ingresos. Pero, como en

otras tantas reformas introducidas por el régimen, no se han hecho

correctamente los deberes, ya que se mantiene la estructura centralizada

de la propiedad y el sistema de planificación central, lo que impedirá

una capitalización de esas remesas en beneficio de la economía nacional.

Además, el propio ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, se encargó de

afirmar ante el grupo CAFE que las inversiones de los exiliados no son

bien recibidas en Cuba, porque "son de dimensiones muy reducidas".



De ese modo, la reforma migratoria, junto a la autorización para

trabajar por cuenta propia, son decisiones del régimen que pretenden

aliviar la presión social existente. Tal vez pensaron que una economía

de cuentapropistas podría dar alivio al desempleo encubierto existente,

pero se equivocaron y por ello, la reforma migratoria ha sido el paso

siguiente.



En buena medida, los trámites se flexibilizan y se suprimen las cartas

de invitación o los permisos de salida, y aunque es posible que la

reforma no haya satisfecho a muchos, no cabe duda que ahora los cubanos

van a tener muchas posibilidades de abandonar el país, viéndose frenada

su decisión en mayor medida por las regulaciones existentes en los

países de destino que por el propio régimen, como venía ocurriendo desde

el triunfo de la llamada "revolución".



Y vista la regulación, el régimen apuesta por dar salida al exterior, de

forma bastante discrecional, a mano de obra barata y poco cualificada,

con relaciones familiares y contactos, reservándose el derecho a

controlar la "venta exterior" de servicios médicos, educativos y de alto

nivel de cualificación, que van a tener más dificultades para cambiar de

residencia.



No cabe duda que esta política diseñada por el régimen va a generar una

peligrosa segmentación en el mercado laboral, apareciendo más

diferencias sociales que las generadas por el trabajo por cuenta propia.

Los bajos niveles salariales en la Isla se podrán compensar por la

realización de funciones similares en el exterior, mucho mejor

retribuidas. La salida masiva de trabajadores de la economía castrista

ayudará a muchas empresas estatales ineficientes y órganos del sector

presupuestado a mejorar sus niveles de productividad, apuntando a medio

plazo a una eventual mejora salarial, ahora imposible de ejecutar por

los notables niveles de empleo encubierto. La reducción de efectivos

humanos obligará a las empresas a introducir tecnologías intensivas en

capital, que permitan realizar el mismo o mayor volumen de producción,

con menos trabajadores. Una novedad en la mediocre historia de la

productividad de la economía cubana. Las ganancias de productividad

asociadas a un menor empleo de factor trabajo permitirán retribuir mejor

a los factores y reducir pérdidas a la vez que se capitalice más la

economía.



Estas serían las tendencias que cabría esperar si las instituciones

económicas y jurídicas fueran las adecuadas como en España en los años

60 del siglo pasado, o Ecuador en el siglo XXI. Pero dudo que las

autoridades vayan más allá de los cambios de maquillaje que se anuncian

en los Lineamientos, y que en cualquier caso, apuntan solo a una

mediocre "actualización del socialismo".



Por todo ello, al margen de la eventual discrecionalidad del régimen en

la aplicación de las nuevas medidas migratorias, estas tienen un

respaldo de contenido macroeconómico, con notable incidencia en el

mercado laboral. Los cubanos, que crecieron confiados en la aparición de

un hombre nuevo que superaría las divisiones y enfrentamientos sociales,

se encuentran medio siglo después con un escenario distinto. Despidos

masivos de empleos estatales mal retribuidos, improductivos e

ineficientes; necesidad de obtener ingresos en el trabajo por cuenta

propia, que todavía es muy limitada; o puertas abiertas para la

emigración a otros países. Esa es la oferta que les hace Raúl Castro.

Algunos piensan que es ganar tiempo. En mi opinión es otra alternativa

al fracaso.



http://www.diariodecuba.com/opinion/13646-el-mercado-laboral-y-las-reformas-migratorias-castristas

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