jueves, 23 de mayo de 2013

Desmontando el fidelismo, sin prisa pero sin pausa

Reformas, Raúl Castro



Desmontando el fidelismo, sin prisa pero sin pausa

No todos los cambios de Raúl Castro son "cosméticos"

Eugenio Yáñez, Miami | 23/05/2013 12:50 pm



Cuando algunos se refieren al carácter cosmético de determinadas

acciones que se han estado llevando a cabo por el Gobierno cubano,

entiendo que destacan que no hay cambios sustanciales en la concepción

política del régimen dictatorial, lo cual es evidente. Sin embargo,

deducir que toda decisión que se toma en Cuba sobre el funcionamiento de

la economía es intrascendente es perder de vista la esencia de procesos

que se han ido materializando en los últimos años.



Sin dudas, autorizar la venta de computadoras y teléfonos celulares a

los cubanos de a pie, o permitirles entrar en hoteles que anteriormente

estaban limitados al turismo extranjero, pueden ser decisiones menores y

simbólicas si se ven por sí solas, pero en el contexto general adquieren

una dimensión diferente, y lejos de "cosméticas" resultan irreversibles,

independientemente de los resultados inmediatos que hayan logrado o

puedan lograr.



La sustitución del decadente y enfermo Fidel Castro por su hermano

menor, segundo al mando durante cuarenta y siete años, representó algo

más que una sucesión familiar en 2006. Con Raúl Castro llegó una nueva

concepción de dictadura, no basada en el carisma del líder sino en un

mínimo de efectividad y resultados que permitieran legitimar al Gobierno

ante la población. Que no se haya logrado, y se recurra más a la

represión, no significa que no se intente, básicamente porque se sabe

que no existen ni el carisma ni la mística para afianzar al nuevo

gobernante ante sus súbditos.



En busca de esa efectividad se han tomado un conjunto de medidas que se

han convertido en procesos irreversibles, que diferencian al clásico

"castrismo" 1959-2006 del novedoso "neocastrismo" materializado por Raúl

Castro. La primera de ellas, y la más trascendente, es el cambio del

paradigma clásico del "fidelismo", basado en el predominio de la

propiedad estatal y la presencia constante de un Papá-Estado encargado

de administrar el igualitarismo impuesto para secuestrar las libertades

individuales. Por su parte, el paradigma neocastrista supone la

desigualdad de las personas, que cada quien es responsable por sí mismo,

y la promesa de que nadie quedaría desamparado, aunque a veces el

"amparo" consista en una exigua pensión de menos de diez dólares

mensuales o tener que vivir por años, y sin perspectivas de solución, en

albergues colectivos, entre la promiscuidad, la falta de higiene y la

eterna limitación de condiciones materiales.



Analizando las realidades cubanas actuales en esta perspectiva, se

observan un conjunto de medidas que, aunque en lo jurídico podrían

echarse abajo con un simple decreto gubernamental, implican incluso que

el propio régimen cuenta con los resultados de las mismas para el

funcionamiento de sus mecanismos.



La posibilidad de acceso a los hoteles para los cubanos residentes en el

país representa en la actualidad un nada despreciable porcentaje de los

ingresos por turismo, millones de dólares anuales, y en ascenso, que

dejaría de percibir el Gobierno si restableciera la prohibición. Lo

mismo sucedería con los teléfonos celulares: ¿cuánto dejaría de ingresar

el régimen, con sus precios monopólicos, si los cubanos no tuvieran

acceso masivo y creciente a la telefonía celular?



La compraventa de casas y autos de uso no ha creado un mercado de bienes

raíces o de autos, lo que sólo los ilusos esperaban que ocurriera de

inmediato. Pero tras más de medio siglo sin poder hacerlo, los cubanos

ahora "saben" que son dueños de algo, que pueden convertir legalmente en

dinero si les interesa, y con ese dinero tener acceso a bienes o

servicios que antes les estaban negados. Aunque todavía se trate de

mercados potenciales y por desarrollar, la compraventa de viviendas y

autos crea una transformación cambio sustancial en la concepción de lo

prohibido y lo permitido para los cubanos de a pie, y también se

convierte en un proceso de carácter irreversible.



La reforma migratoria puede tener varias lecturas, desde que fue

motivada por presiones internacionales que sentía el régimen hasta que

sea una estrategia de mejora de imagen y búsqueda de recursos

económicos, o un intento de debilitar internacionalmente a los

opositores, pero como quiera que sea, muchos cubanos se han beneficiado

de las nuevas disposiciones, incluyendo disidentes y opositores que

antes no recibían autorización de salida del país. Después de la

explosión migratoria en ambas direcciones que se ha producido en pocos

meses, ¿cuál sería el precio a pagar por el régimen si decidiera echar

atrás las nuevas regulaciones?



La entrega de tierras en usufructo, la autorización del trabajo por

cuenta propia, el arrendamiento de locales de trabajo, y el desarrollo

de cooperativas no agropecuarias, a pesar de todas las limitaciones,

fallos e insuficiencias que presentan, son un paso de avance con

relación a la legendaria y eterna ineficiencia estatal, e involucra a

tantas personas, mecanismos, territorios y regulaciones, que se hace

difícil comprender cómo estas medidas pudieran revertirse por temores

del régimen sin crear una crisis económica y social de enormes proporciones.



Otros factores clave del castrismo fidelista han sido desmontados poco a

poco sin escándalos ni aspavientos, como las escuelas en el campo, las

microbrigadas, el pago no vinculado a los resultados del trabajo, el

médico de la familia, la batalla de ideas, la revolución educacional,

los contingentes, el trabajo voluntario, la revolución energética, las

marchas del pueblo combatiente, la emulación, y otras tonterías de menor

cuantía.



Quedan pendientes problemas más complejos y profundos, como la doble

moneda, el desempleo escondido en plantillas estatales, la corrupción

generalizada, la falta de efectividad del sistema de planes y contratos,

la separación de funciones de gobierno y administrativas en las

provincias, y el papel que jugarán el puerto de El Mariel y la Zona de

Desarrollo Económico anexa en los próximos años, así como temas que no

dependen del régimen, como poder recibir turistas estadounidenses,

definir certezas en las disponibilidades de petróleo subterráneo y

submarino y en las producciones de níquel, azúcar, biotecnología y

productos farmacéuticos, o ampliar la oferta de servicios médicos al

exterior.



Casi imposible saber hasta donde se llegará en las medidas de

"actualización" más profundas que se avisan, al tratarse de un gobierno

que no se caracteriza por su transparencia y que además enfrenta una

situación económica muy compleja y escenarios difíciles en sus fuentes

de financiamiento externo.



Sin embargo, haya sido esa o no la intención inicial, indudablemente

muchas de las medidas que se han tomado solamente podrían revertirse

ahora a costos sociales, políticos y económicos que el régimen podría no

estar en condiciones de pagar.



Como Hernán Cortes en México, el régimen quema sus naves. Con la

diferencia de que en Cuba el oro y la plata no están garantizados.



http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/desmontando-el-fidelismo-sin-prisa-pero-sin-pausa-284340

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