sábado, 4 de mayo de 2013

Por qué fracasan las reformas económicas en Cuba?

¿Por qué fracasan las reformas económicas en Cuba?
La circulación de dos monedas continúa lastrando la calidad de vida de
la mayoría que trabaja.
Iván García Quintero
mayo 03, 2013

Cuatro elementos claves de las tibias reformas emprendidas por el
General Raúl Castro no han funcionado. Escasas inversiones extranjeras,
pobre producción agrícola y de alimentos, ineficiencia azucarera y el
uso de dos monedas. Han sido un varapalo a los cambios.

Excepto la inversión brasileña de 900 millones de dólares en el puerto
del Mariel, construcción de hoteles, campos de caza o golf y prospección
petrolera con socios capitalistas, los negocios que tienen un impacto
directo en un sostenido crecimiento económico son insuficientes.

El impulso a la economía informal es una baza importante. Casi 400 mil
trabajadores particulares prueban suerte en pequeñas emprendimientos.
Que van desde restaurantes, cafeterías, hospedajes y taxis de alquiler a
payasos de cumpleaños y fotógrafo de quince y bodas.

Las apuestas privadas han sido importante en la economía familiar.
También han traído independencia financiera del omnipresente Estado, que
antaño lo mismo sufragaba la canasta básica que la concesión de un
permiso para adquirir un electrodoméstico.

Como en cualquier sociedad capitalista, hay vencedores y perdedores. Los
más listos salen adelante. A paso forzado han aprendido reglas del
capitalismo. Aquéllos que han aplicado estudios de mercadeo y publicidad
están ganando dinero. Los otros ganan lo justo, pierden dinero o han
tenido que entregar sus licencias. Así y todo, ha sido un estímulo para
la microeconomía.

Pero la economía de una nación no se edifica vendiendo discos piratas o
frituras de harina. La complicada Ley de Inversiones no alienta a los
hombres de negocios a invertir en Cuba. Montar una empresa, entre
sobornos, trámites, y comisiones, se pierde un tiempo precioso. Si en
Estados Unidos se legaliza una empresa en 45 días, en Cuba puede demorar
año y medio.

Tampoco el régimen ofrece garantías. No porque es una autocracia: a fin
de cuentas, el dinero no tiene ideología. China es un ejemplo de que a
los empresarios poco les importa los derechos humanos y la libertad de
expresión. Invierten donde exista un mercado y se repete un marco
jurídico. Es que los hermanos Castro tienen mala fama. Por intereses
mezquinos han cerrado negocios y procesado empresarios.

Otro punto débil de las timoratas reformas son los incumplimientos de
contratos. El Estado cubano y sus funcionarios carecen de experiencia en
el respeto e implementación de contratos eficientes.

Aunque ha decrecido, el impago entre empresas nacionales es un mal que
se mantiene como el marabú en el campo. Las políticas de arrendamientos
no generan confianza en un sector del campesinado. No se sienten dueños
de su propiedad. Lo aconsejable sería arrendar terrenos por 100 años. Y
las pequeñas empresas ruinosas vendérselas o entregárselas a los propios
campesinos y trabajadores.

El problema más grave, según lo perciben la mayoría de los cubanos de a
pie, resulta la doble moneda. Es sencillamente desquiciante. Me he
pasado una hora explicándole a un extranjero de visita por primera vez a
Cuba, sobre el tema y al final se quedó sin entender.

La gente que trabaja recibe un dinero que solo vale para pagar la luz,
comprar una magra canasta básica y viandas y hortalizas en el
agromercado. Para vestirse, comprar electrodomésticos o adquirir pollo,
pescado o carne de res, necesariamente debes tener moneda dura en la
cartera.

¿Cómo se obtiene? Por distintas vías. A un sector mínimo de empleados se
les paga entre 10 y 35 cuc mensuales de estimulación salarial. Los
privados obtienen divisas con las ventas de sus artículos o comprando a
25 pesos cada peso convertible en las Cadecas o casas de cambio del Estado.

La mayoría reciben dólares o euros de sus parientes en el extranjero y
deben cambiarlo obligatoriamente por pesos convertibles para hacer
compras. Al dólar, el gobierno le ha situado una gabela del 13%.

En 2012, por concepto de remesas, entraron en Cuba dos mil millones de
dólares. Súmele un monto de aproximadamente 3 mil millones que gastan
compulsivamente los cubanos residentes en Estados Unidos cuando visitan
su patria para paliar la penuria de sus familiares. Solo por concepto de
impuesto al dólar, las arcas estatales ingresaron alrededor de 65
millones de dólares.

Un dinero que al final va a parar a las cajas del gobierno. Con las
remesas familiares se ha montado un negocio redondo. Esos dólares son
oxígeno puro para los Castro.

Las empresas militares se han enriquecido con un mercado cautivo de
personas que obligatoriamente deben acudir a sus cadenas de tiendas a
comprar desde aceite a un aire acondicionado.

Esos productos están gravados con un 240% en adelante. Es como un
casino. La falta de inversión foránea y raquítica producción de
alimentos es un fracaso de la actual reforma económica. La circulación
de dos monedas continúa lastrando la calidad de vida de la mayoría que
trabaja. En Cuba, si no laboras en turismo donde se obtienen propinas o
en un puesto donde puedas robar, no es negocio trabajarle al Estado.

Los Castro palian la falta de inversiones extranjeras manteniendo una
industria a todo gas con los dólares del exilio. Ha sido una
contradicción mayúscula.
De una revolución marxista que instauró Fidel Castro para no depender
jamás de Estados Unidos, a un capitalismo militar-estatal que obtiene
ganancias con el billete verde de su enemigo número uno.

http://www.martinoticias.com/content/cuba-economia-fracaso-reformas-/22194.html

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