jueves, 22 de agosto de 2013

Dualidad monetaria, ¿problema o solución?

ECONOMÍA



Dualidad monetaria, ¿problema o solución?

ELÍAS AMOR | Valencia | 21 Ago 2013 - 7:48 pm.



Un análisis de los posibles movimientos monetarios de la economía castrista.



En las últimas semanas y días, los cubanos han empezado a sentir una

preocupación especial por la eventual unificación monetaria, que se

supone será inminente. Parece improbable. Pero puede ser que las

autoridades estén buscando el momento propicio, tanto a nivel político

como económico.



Necesitan, por un lado, una cierta estabilidad interna, que no existe

porque el déficit público se ha acercado al 4% del PIB en una economía

donde todo lo que se produce es estatal. Y externa, imposible porque el

comercio exterior es muy deficitario, a pesar de las remesas de los

exiliados, el petróleo de Venezuela y el turismo.



Sin acceso a los mercados internacionales de financiación, tras los

impagos al Club de Roma, la economía castrista se mueve continuamente en

el filo de la navaja, con bajos crecimientos del PIB, tensiones

inflacionistas, escaso poder adquisitivo de los salarios y una creciente

dependencia externa, a pesar de los alegatos del embargo o bloqueo.



Años de dólares



Pero conviene hacer un poco de historia. En 2003, el régimen decidió

suprimir la circulación de dólares en la Isla. Una decisión que se había

visto obligado a adoptar en 1993, durante el denominado "período

especial", cuando la confianza de los cubanos en la moneda nacional se

vino abajo como consecuencia de la escasez de productos, la expansión de

liquidez para financiar los déficits, y la necesidad de captar divisas a

cualquier precio.



La circulación del dólar en esos diez años vino a traer a muchos cubanos

recuerdos de un pasado, no tan lejano, en el que la represión actuaba

con suma contundencia contra aquellos ciudadanos que eran sorprendidos

en posesión de la divisa del enemigo del norte. Muchos sufrieron

condenas de prisión por algo que el derrumbe del muro de Berlín y el

campo socialista obligó al régimen a suprimir. Esta ha sido la primera

gran derrota histórica del castrismo, una evidencia de su debilidad y de

la dependencia exagerada de un conglomerado de países que habían estado

otorgando subvenciones artificiales bajo un claro contenido ideológico.



Dicha derrota política e ideológica no se ha valorado aún lo suficiente.

Fue la primera ruptura entre la "generación de la revolución" y sus

nietos enriquecidos y acostumbrados a una vida sin límites. La

estrategia del llamado "período especial" fue el sálvese quien pueda:

lejos de reconocer errores históricos, las autoridades lanzaron con

entusiasmo una política para la que ni estaban preparadas ni sabían cómo

gestionar, ni tenían instrumentos disponibles.



La inundación de dólares en la economía castrista fue un fenómeno

característico de los años comprendidos entre 1993 y 2003. Pero en este

mismo período de tiempo, el régimen ganó tiempo, monetizando déficits y

acarreando graves problemas estructurales a la economía por la vía de la

inflación.



Por eso, en cuanto se atisbaron nuevas fuentes de financiación externas

(los petrodólares de Chávez), se dio un golpe a la recentralización

económica, se anularon muchas de las políticas liberalizadoras del

llamado "período especial", y se puso fin a la circulación del dólar,

con la creación del CUC, un invento que venía a finiquitar un debate

entre los economistas sobre si era mejor la "euroización" de la economía

que la "dolarización", en un momento en que las consignas ideológicas,

la llamada "batalla de las ideas", volvían a ganar terreno en el

discurso político.



Años de CUC



El CUC llegó en ese momento preciso del tiempo en el que, conseguidas

nuevas bases de financiación externa en el petróleo venezolano, se hacía

necesario tomar decisiones a la vista de lo que había sido la

experiencia reciente. La economía castrista dividida y segmentada en

función del acceso a la moneda convertible descubrió que no podría

continuar funcionando del mismo modo y abría espacios a la iniciativa

privada, sin reconocer un sistema de derechos de propiedad o del mercado

como instrumento de asignación. El CUC ha cumplido así su papel de

instrumento de contención, que ha funcionado con todos sus defectos para

el interés del régimen en captar divisas y mantener el control de la

economía. No existen estadísticas, si quiera fiables, del impacto de la

circulación monetaria del CUC en la economía. Se sabe que es importante

la masa monetaria, sobre todo vinculada al sector turístico y a buena

parte de los mercados de consumo liberalizados, pero no se tiene una

precisa cuantificación de su importe total. En esas condiciones, llevar

adelante su supresión y eliminar la dualidad monetaria, parece una

operación ciertamente arriesgada.



Además, hay mucho en juego. La propia existencia del CUC ha ampliado las

deficiencias estructurales y productivas de la economía y ha generado un

sector de rent seekers en el área del CUC, que van a condicionar

notablemente las decisiones a adoptar en los próximos años. Aunque los

economistas del régimen se esfuerzan en señalar que no es el CUC el

causante de las desigualdades cada vez mayores que se observan en la

economía, no cabe duda que el acceso a esta moneda, sea cuál sea su

origen, permite a los cubanos acceder a niveles de consumo y de vida muy

superiores a la media.



En principio, parece existir entre la mayoría de economistas el acuerdo

de que sin unificación monetaria, la economía no podrá superar su atraso

e ineficiencia, pero también hay analistas que piensan que este proceso

no se puede acometer de cualquier manera y que, en las condiciones

actuales, existe poco margen para emprender aventuras cuyo resultado es

cuando menos incierto.



¿Qué hacer?



Para aportar alguna sugerencia sobre qué hacer, sería muy conveniente

iniciar un profundo análisis sobre lo que significa la dualidad

monetaria en la economía castrista, sus orígenes, la justificación si es

que existe alguna, y a partir de ese diagnóstico, tratar de ofrecer

algún marco lógico que permita reconstruir la unidad de la moneda.



Los datos de partida son los siguientes. Actualmente tienen curso

oficial en la Isla dos monedas. El peso cubano tradicional, y el CUC,

que se hizo equiparar en su día al dólar, y que sigue ahí fijado a ese

nivel sin alteración alguna. La paridad entre las dos monedas se ha

fijado oficialmente en 1 CUC por 24 pesos cubanos. A diferencia de otros

períodos "revolucionarios", los cubanos tienen acceso a la moneda fuerte

y lo único que deben hacer es calcular sus rentas y los precios de los

productos y servicios que desean adquirir con ese sencillo cambio.



De ese modo, en el interior de la economía rige un sistema de tipo de

cambios fijo sin que se haya establecido un sistema de derechos de

propiedad y con una elevada participación de la planificación central

como instrumento de asignación de recursos, en vez del mercado.



Situaciones como la descrita no son sostenibles. Por ello, se hace

necesario dar una solución integral al problema. No puede mantenerse en

funcionamiento durante mucho tiempo una economía en la que el acceso a

determinados bienes y servicios exige pensar y disponer de CUC, mientras

que los ingresos y salarios en la economía vienen determinados,

mayoritariamente, por la moneda débil.



Superado el objetivo recaudatorio de la fijación de la dualidad

monetaria, y el político de quitar al dólar de la circulación monetaria

en la Isla, sería conveniente pensar si su mantenimiento en el tiempo

por las autoridades obedece al objetivo de frenar el crecimiento de la

oferta e impedir una generalización de los intercambios de mercado, o la

fijación de bajos salarios cuya relación con la productividad no se

sostiene. La circulación de las dos monedas presenta una serie de

efectos que los economistas conocen bien, porque han sido estudiados en

la ciencia, y conducen a costes administrativos de las empresas, de

falta de información sobre los precios, o de distorsión en las

decisiones de los agentes.



Es por ello necesario pensar en cómo poner fin a la dualidad monetaria.

Algunos economistas del régimen han fijado 2016 como una fecha posible.

Parece lejana. Debería resolverse antes, pero prestando especial

atención a los indicadores que eviten el desastre. El régimen mueve

ficha para observar qué comportamientos podrían producirse en la

población. Los rumores no son adecuados para un proceso de eliminación

de la dualidad monetaria.



Si la moneda que finalmente sobrevive es el peso cubano —sobre lo que

parece existir un cierto nivel de consenso—, y no se producen cambios

estructurales, los precios de todos los bienes se multiplicarían

automáticamente por la tasa de cambio que se establezca, que puede ser

inferior al 1:24 actual.



Los que cambien CUC a pesos (por ejemplo, los que reciben remesas de sus

familias en el exilio, o los que tienen depósitos en los bancos)

obtendrían ingresos en moneda nacional multiplicados por el cambio que

finalmente se fije, con toda seguridad menos en términos nominales. Ello

puede estimular la inquietud de los perceptores de estas rentas externas

para aprovechar un supuesto cambio más favorable. En todo caso, la

expansión monetaria y el aumento de liquidez subsiguiente en pesos

cubanos, apuntaría a alza de precios.



Los que cambien desde pesos, no solo se enfrentarían a rentas monetarias

limitadas, sino que tendrían que enfrentarse a unos precios posiblemente

más elevados, lo que acentuaría su situación de desigualdad inicial.

Nadie saldría ganando, al menos en el corto plazo, pero no cabe otra

alternativa, ya que la dualidad monetaria acabará siendo explosiva. Los

efectos que sobre las cuentas nacionales tenga este tipo de decisiones,

son imprevisibles. El régimen castrista fija sus magnitudes

macroeconómicas en pesos cubanos, equivalentes a dólares.



¿A quién perjudicar, a quién beneficiar?



La anterior no es una cuestión de fácil respuesta. De la misma forma que

el CUC nació en el momento más oportuno, su supresión puede llegar en

iguales condiciones. Restablecer el peso cubano como única moneda

nacional, y su posterior convertibilidad exterior, no es fácil, cuando

los fundamentales de la economía castrista son inexistentes. Amenazas

pueden surgir por doquier. No es extraño que los cubanos estén

inquietos. Antes de una decisión de estas características sería

conveniente estabilizar la economía, avanzar en las transformaciones

estructurales y mejorar las condiciones generales de los procesos

productivos. Nada de eso se ha hecho ni se hará.



Source: "Dualidad monetaria, ¿problema o solución? | Diario de Cuba" -

http://www.diariodecuba.com/cuba/1377107339_4736.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario