lunes, 2 de septiembre de 2013

Los vendedores ambulantes y los pregones vuelven a las calles de La Habana

Los vendedores ambulantes y los pregones vuelven a las calles de La Habana

EFE ECONOMÍA La Habana 1 SEP 2013 - 20:37 CET1



Dulces, escobas, sartenes, frutas, desinfectantes, pan y flores, son

algunas de las ofertas que pregonan los nuevos vendedores ambulantes por

las calles de La Habana, donde ese tipo de comercio se expande como modo

de vida con los cambios económicos que ocurren en el país.



"¡Galleta, galletero!", "!Aguacate, aguacatón, para todo el familión",

gritan por los barrios algunos de los nuevos mercaderes, que según datos

oficiales acaparan más del cinco por ciento de las licencias de trabajo

autónomo entregadas en Cuba desde que el Gobierno impulsó el sector en 2010.



"!Oye caserita, mira cómo vengo: traigo mango, piña y plátano suave y

fresco pa ti!", entona otro vendedor en una barriada donde vecinos

comentaron a Efe que esos cantos fueron típicos en los años antes de la

revolución de 1959, cuando el comercio callejero era uno de los sellos

de la bulliciosa ciudad.



Tras la revolución, la venta ambulante fue prohibida por largos periodos

y cargó con el estigma de ser una puerta abierta para el mercado negro y

los vendedores ilegales.



En la década del sesenta desapareció, cuando el Gobierno revolucionario

eliminó los pequeños negocios; en los noventa proliferó con la nueva

autorización del trabajo privado, y en los últimos tres años, tras las

nuevas medidas económicas del presidente Raúl Castro para "actualizar"

el socialismo cubano, ha vuelto a florecer.



Durante años, muchos de los vendedores en las calles eran discapacitados

físicos que tenían autorización para ofertar productos artesanales en

parques y portales.



En varias ocasiones las autoridades informaron de redadas porque

personas "inescrupulosas" utilizaban a los autorizados para vender sus

productos ilegales.



Actualmente el listado oficial de actividades permitidas al sector

privado incluye la venta "ambulatoria" de comida, bebidas no alcohólicas

y productos agrícolas, aunque también se está admitiendo la de

"artículos varios" para el hogar.



Por las calles se dejan ver ahora los típicos comerciantes de cucuruchos

de maní (cacahuete), a los que se han sumado los de churros, helado,

pan, tamales, productos de limpieza, cazuelas, exprimidores de cítricos,

cubos, cafeteras, coladores.



Trabajan empujando pequeños carros de mercancía, sobre bicicletas con

vitrinas de cristal y neveras para la comida, o cargando sus artículos

en bolsos o sobre la espalda.



"Es igual que antes de la revolución, vas pregonando toda la mercancía,

día tras día", dijo a Efe Lázaro Rodríguez, un jubilado de 70 años que

en su adolescencia trabajó como vendedor callejero y ha vuelto al oficio

con licencia de "carretillero".



Rodríguez, quien durante décadas administró bodegas estatales, explicó

que el negocio "da para vivir normalmente, sin lujos" y opinó que lo más

incómodo son los inspectores.



Los "carretilleros" impulsan carretones de frutas, viandas y vegetales

por las barriadas, con paradas a la sombra, y quizás sean los más

conocidos y polémicos de todos los ambulantes.



Según datos oficiales de 2012, la urbe tenía más de 3.200 de esos

vendedores, inicialmente muy criticados por sus precios, por obstruir el

paso en las avenidas y hasta por "afear" la ciudad.



Las autoridades de Trabajo de La Habana informaron entonces sobre

reuniones con ellos para "promover orden y disciplina" en su gestión.



Por otra parte, a inicios de este año las autoridades de Salud Pública

anunciaron asimismo medidas con los vendedores en general, y dijeron que

serían "exigentes" con esos que entran a las instalaciones médicas

ofertando desde alimentos hasta celulares.



Pero los comerciantes ambulantes de La Habana también venden servicios,

y hasta compran.



Por ejemplo, están los reparadores de todo tipo de artefactos -como

colchones, cocinas y ventiladores- y los que se ofrecen para comprar a

buen precio frascos vacíos de perfumes "de marca", botellas, relojes

rotos, u oro.



"¡Se compra cualquier pedacito de oro!", es el sorpresivo pregón que

apareció un día en la ciudad, y que se ha convertido en frase popular y

motivo de broma entre muchos cubanos.



La legalidad de esa y otras prácticas está en tela de juicio, y a

algunos ambulantes se les considera "revendedores ilegales".



El paisaje lo completan algunos vendedores de paso que se ubican en

portales y esquinas con objetos de uso (zapatos, juguetes, libros,

artículos de ferretería), y que en su mayoría son jubilados que buscan

algún ingreso extra.



Anett Ríos



Source: "Los vendedores ambulantes y los pregones vuelven a las calles

de La Habana | Economía | EL PAÍS" -

http://economia.elpais.com/economia/2013/09/01/agencias/1378060647_302398.html

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