miércoles, 4 de septiembre de 2013

Una polémica que se alarga sin aportar algo realmente nuevo

Cambios, Reformas, Raúl Castro



Una polémica que se alarga sin aportar algo realmente nuevo

Rolando discrepa de mi opinión que "las reformas raulistas son las más

importantes de la era revolucionaria." En mi presentación, que abrió el

congreso de ASCE, demostré que las llamadas reformas "estructurales" de

hecho lo son

Carmelo Mesa-Lago, Pittsburgh | 04/09/2013 2:48 am



El debate sobre la economía cubana a veces se extiende hasta el punto de

volverse tedioso. Un ejemplo extremo de esto fue la polémica sobre la

"Cubanología" en 1985-1991, que envolvió a académicos cubanos,

estadounidenses y europeos, tomando seis años y siete artículos, para

terminar en parte por el aburrimiento de los lectores. El amigo Rolando

Castañeda parece que va por esa vía; su primera crítica a mi libro, Cuba

en la era de Raúl Castro: Reformas económico-sociales y sus efectos,[1]

fue publicada en Cubaencuentro y plenamente refutada por mí. Ahora lanza

una segunda ola de críticas que presentó en el congreso de ASCE el mes

pasado y que en su mayoría respondí. De nuevo, doy la bienvenida a este

intercambio, el cual además ayuda a dar publicidad a mi libro, pero

reitero —como en mi primera respuesta— que la crítica de Rolando ignora

elementos fundamentales de dicho libro, así como de mi presentación en

ASCE; además, su segunda crítica no aporta algo realmente nuevo al debate.

Rolando discrepa de mi opinión que "las reformas raulistas son las más

importantes de la era revolucionaria." En mi presentación, que abrió el

congreso de ASCE, demostré que las llamadas reformas "estructurales" de

hecho lo son, marcando en mayúscula y negrita siete que son nuevas y

únicas en la historia socialista de la Isla —la cual he estudiado en

seis libros: 1) la distribución de 1,5 millones de hectáreas de tierra

estatal ociosa a unos 180.000 usufructuarios; 2) el despido gradual de

alrededor de 1,8 millones de trabajadores estatales innecesarios y la

creación de trabajos por cuenta propia (hasta ahora 273.000 netos) y de

nuevas cooperativas de producción no agrícolas y de servicios (124 ya en

operación); 3) la eliminación de "gratuidades" (como miles de

universidades municipales, la secundaria en el campo, las escuelas de

trabajo social, las cafeterías subsidiadas en centros de trabajo), la

eliminación gradual del racionamiento, y el recorte en el presupuesto de

servicios sociales (incluyendo el cierre de hospitales y clínicas); 4)

la compraventa de viviendas prohibida desde 1960; 5) la reforma

tributaria que introdujo el impuesto progresivo sobre el ingreso

personal; 6) la creación reciente de un mercado al por mayor para

proveer insumos al sector no estatal, y 7) la reforma migratoria, aunque

no económica, ha flexibilizado las normas y permitido salir a docenas de

disidentes cubanos, varios de fama internacional.

Por el contrario, Rolando argumenta que las reformas adoptadas por Fidel

Castro en los años 90 (como la inversión y el turismo extranjero, y la

introducción del peso convertible) fueron más importantes que las

actuales. Sin negar la trascendencia de aquellos cambios, estos fueron

medidas coyunturales para enfrentar la terrible crisis que siguió a la

caída de la URSS. También hubo otras políticas de Fidel, como la

circulación del dólar, que después él revirtió cuando comenzó la ayuda

venezolana.

La segunda discrepancia radica en que Rolando rechaza que las reformas

estén bien orientadas. Comienza por aceptar que el despido de la mano de

obra superflua es una decisión correcta de política pública pero después

dice: "Lo que es erróneo y no está bien orientado" son las excesivas

limitaciones, regulaciones, trámites burocráticos y elevados impuestos

que asfixian a las reformas principales. Esto indica que o bien Rolando

no ha leído mi libro o, si lo ha hecho, ignora de forma conveniente sus

capítulos 5 y 6, que documentan en detalle y prueban ese punto, que

además fue central en las conclusiones de mi presentación en ASCE.

Otros de sus argumentos son que "las reformas raulistas… tienen como

base el viejo esquema de la propiedad estatal y la centralización" y que

"no hay un pensamiento estratégico de cómo hacer la transición… a otro

sistema más descentralizado, eficiente y sin tantos entorpecedores

controles." Este fue también uno de los puntos principales de mi

presentación en ASCE donde mencioné que había tomado más de dos años al

Consejo de Ministros para designar a un equipo que defina en que

consiste la "actualización del modelo" centralizado, así como que éste

fracasó en varios países de la Europa Oriental y en los propios

experimentos cubanos de 1971-1986.

Rolando también recomienda como algo novel que las reformas sean "de más

calado" a fin de que tengan éxito y puedan enfrentar una posible

disminución de la ayuda venezolana, todo lo cual fue planteado sea en mi

libro o en mi presentación en ASCE.

Por último hay que distinguir cuatro aspectos diversos aunque

interrelacionados de las reformas: 1) que estén bien orientadas, o sea,

en dirección hacia el mercado (aunque muy rezagadas respecto a las

chinas y vietnamitas) lo cual reafirmo aquí; 2) que sean obstaculizadas

por los problemas que se detallan en mi libro y repite Rolando; 3) que

haya todavía varias clave pendientes (como las de precios, la

terminación de la doble moneda, la nueva ley de inversiones) un punto en

que Rolando y yo coincidimos; y 4) que las reformas hayan tenido éxito,

lo cual no ha ocurrido hasta ahora como demuestro en mi libro y

actualicé en ASCE.



[1] Madrid: Editorial Colibrí, 2012. La versión inglesa actualizada, con

la coautoría de Jorge Pérez-López, es Cuba Under Raúl Castro: Assessing

the Reforms (Boulder-Londres: Lynne Rienner, 2013).



Source: "Una polémica que se alarga sin aportar algo realmente nuevo -

Artículos - Opinión - Cuba Encuentro" -

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/una-polemica-que-se-alarga-sin-aportar-algo-realmente-nuevo-300523

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