Después del trabajo, turismo político
JUAN MARTIN LORENZO | Toronto | 24 Nov 2014 - 9:09 am.
Ernesto Londoño, editorialista de 'The New York Times', se encuentra en
La Habana. ¿Por qué no habla de las verdaderas causas de la penuria y la
falta de libertades en la Isla?
Ernesto Londoño está "feliz" en La Habana, "en un viaje de trabajo". Me
pregunto si ahora el turismo político es trabajo, o los términos en este
mundo nuestro, o en la redacción de The New York Times, han cambiado.
Cabe esperarse que el régimen le abra risueñamente las puertas. Londoño
es uno de aquellos jóvenes que visitaba Cuba con la barriada de
estudiantes de colegios norteamericanos. Un turismo político que
patrocinaba el régimen, con esa hambruna de influenciar políticamente
las futuras fuentes del mundo académico norteamericano.
Con el colombiano, sembraron la raíz. Hoy cosechan sus frutos en la
campaña publicitaria del periódico neoyorquino.
El periodista comenzó a pertenecer al equipo editorial de The New York
Times después del 16 de julio de este año. Pertenecía a la redacción el
The Washington Post, otro gran ícono del periodismo en Estados Unidos,
pero en contraste con The New York Times de diferente enfoque político.
A quienes les gusta etiquetar dirían, pasó de la derecha a la izquierda
en el periodismo. Quizás por aquello de que no podía ejercer su función
de agente de influencia en el periódico conservador.
En realidad pasó de ser un sencillo corresponsal del Post, que cubriera
sobre las guerras de Afganistán e Irak, a ser miembro del equipo
editorial de The New York Times. Ganó en salario, en prestigio y en
rango como periodista. Hoy analista.
Es curioso, sin embargo, que The Washington Post haya dicho de Londoño:
"Ya sea desde Washington o en el extranjero, Ernesto ha demostrado una y
otra vez una capacidad extraordinaria para ver historias donde la
competencia no lo hizo y para ejecutar esas historias con gracia e
inteligencia."
Es decir, siguiendo la ¿lógica? del Post en sus palabras de despedida al
colombiano, que ha visto el problema Cuba desde los ojos del castrismo.
Porque de eso es de lo que tratan los editoriales de The New York Times.
Basta repasarlos.
Londoño no habla de la oposición en la Isla. La ignora, como lo hacen
casi todos los reporteros de las agencias internacionales de noticias.
No habla de las políticas erradas en el sector económico por parte de la
dictadura, que son las verdaderas razones del descalabro económico del
país y de las cuales hay por donde hablar e informar a los Estados Unidos.
No habla de la explotación de los trabajadores cubanos del turismo en
los hoteles de las cadenas extranjeras ancladas en La Habana, un tema
que debería ser, por principios de humanidad, centro de atención de todo
periodista que tenga "una capacidad extraordinaria para ver historias
donde la competencia no lo hizo", citando al Post, y si realmente al
periodista —devenido "analista"— le interesara la humanidad detrás de la
más larga dictadura del hemisferio occidental.
Un tema extraordinariamente escandaloso, del cual nadie habla en
occidente. Quizás por las ganancias que da a las compañías hoteleras
internacionales. Muchas de ellas trabajando con el heredero financiero
del poscastrismo: Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, yerno de Raúl
Castro.
Pero, ya se sabe, el señor Londoño estará visitando esos hoteles.
No habla de las razones fundamentales por la que los cubanos se marchan
del país, y las estadísticas de su escape. No habla de la situación de
la vivienda, de la improductividad del trabajo, del abandono de la
agricultura, de la infinidad de problemas que enfrenta la red de
abastecimiento fitosanitario del país, en todas sus ciudades y regiones,
incluida la capital. No habla del básico derecho a la diferencia de
opinión, de palabra.
¿Cuántos otros temas?
Muchos, que no tienen nada que ver con la existencia de leyes
americanas, "robos de cerebros" y "embargos", que no sean los del propio
gobierno castrista.
Sobre todo esto nadie habla. No conviene, al parecer. O no importa, que
es otro parecer.
A propósito del "robo de cerebros". ¿Por qué este "analista" cierra los
ojos al uso mercantilizado del régimen de sus profesionales con
objetivos vergonzosamente políticos?
La alucinación sobre Cuba es, desde tiempos inmemoriales, de que
negociando con una dictadura ese mismo régimen va abrir las puertas a la
democracia. Otra alucinación: que el "debate" tiene que ser sobre las
políticas occidentales, especialmente americanas, para combatir la
dictadura.
Y no al revés.
¿Es que alguna dictadura ha sobrevivido el acercamiento, el "debate" de
las políticas occidentales y el restablecimiento de las relaciones con
las democracias?
Sí, todas.
Vietnam, China, Irán, Namibia, Angola, Corea del Norte. ¡Póngales nombre!
No creo, sin embargo, que el principal objetivo de Londoño en La Habana
sea analizar imparcialmente la realidad de Cuba. Sólo hace turismo,
después del trabajo. Va al país con la nariz respingada del "analista
del gran diario". Ya hizo su trabajo en el grupo editorial de The New
York Times, y sucio: hablarle a la competencia… desde la mirada del
castrismo.
Por supuesto, nadie más lo había hecho.
Y sobre esa proyecciones históricas del diario neoyorquino, unas
palabras. Pocas.
¿Se acuerda muy bien el colombiano, ahora que es miembro privilegiado
del paquete periodístico editorial, de las "predicciones" del diario de
marras sobre Corea del Norte a principios de 2013?
Kim Jong Un era, para este rotativo icónico, la "voz de las reformas" en
Corea.
Daría risa, si no fuera una tragedia.
Pero, así estamos, alucinando en New York, con algunos disfrutando de
turismo en La Habana.
Político, turismo político.
Este artículo apareció en el blog Open Cuba. Se reproduce con
autorización del autor.
Source: Después del trabajo, turismo político | Diario de Cuba -
<http://www.diariodecuba.com/cuba/1416816547_11415.html>
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