Matando el hambre
LOURDES GÓMEZ | Santiago de Cuba | 22 Jun 2015 - 11:00 am.
Comida en lugar de dinero. Una forma de 'agradecer' a tribunales de
tesis, médicos y funcionarios en Santiago de Cuba.
Tony se licenció de Historia del Arte en el Centro Provincial de Arte de
Santiago de Cuba. La discusión de su tesis fue un éxito. Los
concurrentes y el tribunal quedaron satisfechos con las investigaciones
del estudiante. Al concluir la disertación, se brindó un excelente y
abundante bufé encargado por sus padres. Los participantes alabaron más
las exquisiteces gastronómicas que los logros académicos propuestos.
Esta es una de las tantas historias del cierre del presente curso escolar.
La última quincena de junio y primeros días de julio son los momentos
académicos culminantes; se realizan los pases de grados y las
graduaciones de nivel medio y superior. Las discusiones de tesis de
grado y las pruebas estatales se expanden más allá de los centros de
estudios, los estudiantes buscan nuevos escenarios donde exponer sus
hallazgos. Pero todos tienen un común denominador: la preparación de un
buffet dirigido a contentar a los integrantes del tribunal.
La práctica de este tipo de adulación es habitual en Santiago de Cuba.
Los años de hambruna del Período Especial y las subsiguientes escaseces
cíclicas y carestía de alimentos que padece la Isla, han vuelto la
comida un medio de canje preferido al dinero en efectivo, claramente
perturbador e indicativo de corrupción. La "merienda" que se regala al
médico que consulta o al funcionario público que resuelve eficazmente un
documento es vista como una forma de "estimular" su trabajo, y de
ayudarlo a matar el hambre.
Sí, porque hay mucha hambre en Cuba. Comer bien es un sueño para la
mayoría de quienes parten a sus trabajos con un triste pan con aceite y
un vaso de café, si es que estos productos han llegado a sus bodegas. La
dieta básica común se ha reducido a arroz con picadillo o salchicha. La
variedad no abunda, comer bien es prohibitivo y difícil, principalmente
por las constantes desapariciones de los productos, inclusive en las
tiendas en divisas.
Un buen agasajo a los miembros de un tribunal "los relaja", cambia un
estado de ánimo frustrado por las diarias vicisitudes, y así pueden
evaluar con "mejor humor" el trabajo presentado. En este caso la buena
nota entra por la comida. La faena de la graduación involucra a los
familiares del postulante, que abren sus modestas arcas para ofrecer
platos usualmente fuera del alcance promedio: champañas, bocadillos con
jamones, quesos y aceitunas, delicados dulces y en los casos en que la
discusión se traslade a áreas rurales, la celebración no deja de incluir
el infaltable cerdo asado en púa.
Las discusiones se llenan entonces de un público más interesado en las
gratificaciones de su estómago que de verdadero interés por el
conocimiento planteado. Gorrones hay en todas partes, pero este nuevo
tipo es sutil, pues se camufla en la aureola intelectual. Su presencia
siempre es permitida al usar su conocimiento en función de las
aspiraciones del disertante.
El tribunal evaluador de estas discusiones no lo pide, pero para los
alumnos el detalle gastronómico es tan indispensable como los documentos
a discutir. Nadie cuestiona la dudosa probidad del agasajo. Los gastos
pueden ser excesivos, así que en ocasiones los estudiantes que discuten
en una sesión, se reparten entre ellos los alimentos a llevar al buffet,
una expedita manera de economía y ahorro de tiempo.
Al final la comida es un placer que en las condiciones actuales de Cuba
constituye una oferta irrechazable. Además no es catalogada como
soborno. Es solo el resultante de una sociedad con evidente pérdida de
valores, donde priman instintos primarios como el de matar el hambre.
Source: Matando el hambre | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1434967220_15280.html
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