jueves, 24 de diciembre de 2015

Riesgos y oportunidades

Riesgos y oportunidades
PEDRO CAMPOS | La Habana | 23 Dic 2015 - 3:14 pm.

En el primer aniversario del anuncio sobre el restablecimiento de las
relaciones entre Cuba y EEUU, ante una pregunta de la sagaz periodista
cubana Cristina Escobar, el profesor Orlando Domínguez, especialista del
oficialismo en el tema, acaba de reconocer ante el programa "Buenos
Días" de la televisión cubana que uno de los factores que entorpece el
avance de las relaciones Cuba-EEUU son los riesgos que comportan para
"nosotros".

En distintos artículos hemos venido planteando que el problema
fundamental que está obstaculizando el avance de las relaciones entre
ambos países es el miedo de la elite político-militar a perder el
control que actualmente tiene sobre la sociedad cubana, su política y
economía.

En realidad el riesgo grande no lo corre la nación cubana como tal, no
lo corre el pueblo cubano, no lo corre siquiera el futuro del socialismo
verdadero en Cuba; quien realmente corre enormes riesgos es el modelo
estatalista-asalariado centralizado y la burocracia que se sirve del mismo.

Es claro: un amplio intercambio de todo tipo con EEUU confirmaría en
breve lo que todo el mundo sabe, que el modelo estatal asalariado
centralizado política y económicamente es un total fracaso y por tanto
sus sostenedores tendrían que abandonar el barco o pretender hundirlo.

Para una gran cantidad de cubanos, entre ellos muchos economistas y
hasta funcionarios del Gobierno y el Partido, está muy claro que si la
economía cubana no se desestataliza, si las empresas del Estado no pasan
a ser autogestionadas por los trabajadores o las cooperativas, o si no
son vendidas en parte o totalmente al capital privado que las hagan
productivas, si no se eliminan los monopolios estatales de comercio
exterior y comercio interno y si no se abre la economía ampliamente al
trabajo por cuenta propia, al cooperativismo y (digámoslo sin miedo
alguno, porque en el socialismo cabe todo eso) al capitalismo privado
nacional y extranjero, especialmente a los inversionistas cubanos
asentados fuera del país, no lograremos desatar las fuerzas productivas
y no saldremos del atolladero actual.

Simple: el sentido del Estado no tiene nada que ver con administrar
empresas. Son otros asuntos por los que debe velar. El viejo y fracasado
socialismo perdió porque confundió socialismo con estatalismo.

Son lecciones elementales de lo que ha pasado en todo el "campo
socialista", desde Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Rumanía, pasando
por la antigua URSS, hasta China. En todos, el "socialismo" aquel se fue
a pique y en su lugar han resurgido y desarrollado economías multiformes
y en unos más que en otros se ha transitado a sociedades más
democráticas que las anteriores.

Desde luego, el gran perdedor de esos movimientos de desestatalización
de la economía y a renglón seguido de la política, será el aparato
burocrático actual que vive de la explotación de los trabajadores por el
capitalismo monopolista de Estado impuesto en Cuba en nombre de un
socialismo que nunca ha existido.

Y eso no quiere decir que no se queden algunas empresas en manos del
Estado por su alcance estratégico, o simplemente por interés nacional.
En todas partes existen esas empresas.

Pero lo que sí está muy claro es que hasta el mismo VI Congreso del
Partido Comunista delineó una estrategia para desestatizar al menos el
50% de la economía y el Gobierno que está bajo control de ese partido no
ha sido capaz siquiera de abrir el cooperativismo independiente ni
liberar el trabajo por cuenta propia de todos los tipos de actividades.

Y la explicación no es otra que el temor a que las cooperativas y los
cuentapropistas, los trabajadores autónomos y los pequeños negocios,
como lo han demostrado, sean más eficientes, desplacen al Estado en los
mercados, superen en toda la línea al estatalismo y sobre todo que
atraigan a la fuerza de trabajo mal pagada por el Estado y deje al
capitalismo monopolista de Estado sin capital humano.

Imagínense: si se permite a los médicos tener consultas privadas,
manteniendo que trabajen para la medicina pública, los ingresos de estos
profesionales aumentarían y pocos estarían dispuestos a someterse a la
brutal explotación estatal en las misiones "internacionalistas". Si
existe libre contratación, el Estado que paga salarios miserables, se
queda sin gente para explotar.

Y, desde luego, la perdida de asalariados bajo control estatal, llevaría
inevitablemente a una liberalización del pensamiento y el accionar
políticos de esos trabajadores, que ya no serán más asalariados
dependientes de la burocracia, sino autogestionarios, autónomos o
empleados de privados mejor pagados.

Ese conjunto de peligros es el que la burocracia, que controla el
Partido, el Gobierno y las empresas estatales, no está dispuesta a
correr, con relaciones con EEUU o sin ellas.

Es la misma razón por la cual el aparato burocrático no quiere iniciar
un proceso de democratización de la política en el país. Pues sabe que
el estatalismo asalariado no tiene futuro y busca ganar tiempo para que
la "dirección histórica" termine su tránsito por este mundo montado en
el poder y, al mismo tiempo, ir acomodando a sus súbditos en empresas
estatales emergentes como el turismo y la biotecnología.

No comprende que la apertura de relaciones con EEUU brinda mejores
oportunidades al pueblo cubano para hacer en paz y con tranquilidad la
necesaria transición del estatalismo a la socialización (no al
colectivismo vulgar, sino a la repartición en el seno de la sociedad de
la propiedad y las ganancias). Los capitales norteamericanos entrarían
en tanto convenga a la nación toda y no solo a una parte de ella, como
ahora aspira la burocracia, que solo quiere inversiones donde le
conviene a ella y a sus empresas.

Pero la burocracia está equivocada en su percepción si cree que podrá
garantizar el poder de sus leales, una vez salida del Gobierno la
"dirección histórica". Los que vienen detrás no tendrán legitimidad,
carisma, ni apoyo popular suficiente para evitar un desborde de las
demandas populares, ni siquiera con un baño de sangre a lo Tiananmen
porque no estamos en China ni el ejército cubano es el chino.

Ya lo hemos planteado muchas veces: La mejor forma de trascender de la
llamada "dirección histórica" es propiciar en vida la transición de una
economía estatalista, a otra pluriforme, donde quepan todas las formas
de producción modernas y el Estado se quede básicamente como un ente
integrador, con el control de una parte de los impuestos para solucionar
problemas generales de la nación, aquellos que los ciudadanos no puedan
resolver por ellos mismos, y para hacer funcionar mecanismos que
garanticen la justicia social, el pleno respeto a los derechos humanos y
la ayuda a discapacitados, ancianos, madres solteras y personas menos
favorecidas.

Paralelamente, debería crear un clima de confianza político donde se
respeten los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos, que
posibilite un amplio e inclusivo diálogo nacional con todas las fuerzas
políticas y económicas interesadas en el desarrollo del país y el
mantenimiento de la independencia nacional, a fin de democratizar el
sistema político, generar una nueva Constitución y una nueva ley
electoral pluripartidista.

No hay dudas de que el estatalismo asalariado centralizado, esa versión
estalinista de socialismo, ha fracaso en todas partes y en Cuba ha
llevado el país al desastre. Aquí está llamado a desaparecer.

Lo inteligente, lo racional, lo más humano, lo más revolucionario,
democrático y nacionalista sería ponernos de acuerdo todos, para darle
santa sepultura y fomentar entre todos la nueva sociedad democrática que
ya viene naciendo entre los trabajadores que decidieron abandonar la
explotación estatal asalariada, entre los intelectuales que hacen
teatro, música, pintura y cine por su propia cuenta, entre los que
obligados a trabajar para el Estado buscar alternativas de vida, entre
los que tienen un pensamiento distinto y han creado sus organizaciones,
escriben en la prensa independiente y en forma democrática trabajan por
un cambio pacífico.

Los riesgos mayores los corren los que no están dispuestos a convivir
con el cambio inevitable.

Source: Riesgos y oportunidades | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1450387697_18912.html

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