¿Es Trump un anticastrista?
Las evidencias indican que sus promesas de paralizar el 'deshielo'
fueron pura fanfarria preelectoral
Martes, mayo 30, 2017 | Jorge Olivera Castillo
HARVARD, Estados Unidos.- Las evidencias indican que las promesas de
Donald Trump de paralizar el acercamiento al gobierno cubano, iniciado
por la administración Obama, fueron pura fanfarria preelectoral.
Tanto el mutis del nuevo inquilino de la Casa Blanca como los severos
recortes a la ayuda exterior para el 2018, son un indicador de que el
desinterés será unas de las banderas de Trump frente a la dictadura más
longeva del hemisferio occidental y en general para la América
hispanohablante.
La pretendida revisión de las politícas de engagement con la que se
justifica el prolongado silencio, esconde algo más allá que
indiferencia. A Trump la política le importa un bledo. De hecho es un
empresario que tiene como objetivo la obtención de ganancias netas y eso
se traduce en dos términos inobjetables: comercio e inversiones.
Cuando hacía mención a la sustancial rebaja en el dinero dedicado a los
programas de ayuda exterior, pensaba en la eliminación de los montos
dedicados a asistir a las agrupaciones que dentro de la Isla insisten,
pese a las enormes dificultades, en abogar por una transición a la
democracia.
La medida me parece suficiente para entender los derroteros de esos
cambios que se estructuran con tanta discreción y que apuntan a dejar en
la estacada a quienes resisten los embates, cada vez con mayor fuerza,
de la impunidad por parte de los cuerpos represivos.
Si ese vacío no es llenado oportunamente por personas de buena voluntad,
pues la resistencia al totalitarismo quedará como un triste recuerdo.
El apoyo tendría que provenir del exilio y habría que ver la disposición
a asumir el desafío sin vacilaciones y no tan solo eso, sino hacerlo de
forma tal que evite una mayor fragmentación y por ende un descenso en
las ya de por sí escasas probabilidades de crear un cohesionado y amplio
frente interno en el corto y el mediano plazo.
Trump no será la nota discordante en la estrategia internacional hacia Cuba.
La normalización sin apenas condiciones es lo que se ha decidido en los
centros hegemónicos de poder, dígase, el Vaticano, la Unión Europea y el
establishment estadounidense.
En el Congreso, no cesan las iniciativas bipartidistas que buscan
derribar los agrietados muros del embargo.
Y por otro lado, los principales think tank recomiendan continuar con el
deshielo como la vía más recomendable para garantizar una evolución
estable hacia otro modelo, que quizás no cuente con todos los atributos
democráticos.
Hay quienes todavía esperan por el ultimátum de Trump a Raúl Castro para
que abandone el Palacio de la Revolución.
Piensan que el magnate inmobiliario sería capaz de ordenar una invasión
a gran escala o aplicar todas las disposiciones de la ley Helms-Burton
como respuesta a la sistemática y flagrante violación de los derechos
humanos.
Como dice el refrán: soñar no cuesta nada.
El fin del castrismo será a plazos, gradual y supervisado por sus herederos.
Puede que Trump suelte de vez en cuando una de sus bravuconerías para
contentar a los que le prometió mano dura, pero eso será la fachada de
la política real, es decir la que se fundamenta en intereses y no en
retóricas tan volátiles como el humo.
(Jorge Olivera, residente en Cuba, se encuentra de visita en Estados Unidos)
Source: ¿Es Trump un anticastrista? CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/es-trump-un-anticastrista/
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