sábado, 13 de octubre de 2012

Cuentapropistas en control de la bolsa (negra)

Cuentapropistas en control de la bolsa (negra)



Como la materia, el mercado negro cubano no se destruye, se transforma.

Pero algunas transformaciones le afectan el bolsillo al consumidor común.

octubre 12, 2012



Cuando hace dos años refundó el cuentapropismo en Cuba, el gobierno de

la isla se propuso primeramente crear empleos para más de un millón de

trabajadores que necesitaba sacar con urgencia de las plantillas

estatales; y en segundo lugar, asestar un golpe mortal al mercado negro

legalizando a sus legiones y poniéndolas a pagar impuestos, licencias y

ocasionales multas.



En la práctica, la porción de asalariados del Estado que se acogió al

trabajo en el sector "no estatal", no fue la esperada. En julio pasado

el diario Granma reportó que en poco más de año y medio se había pasado

de 157,371 cuentapropistas a 387,275, para un incremento de casi 230,000

personas, Pero el diario admitió que 68 por ciento no tenía

anteriormente vínculo laboral, 16 por ciento habían sido contratados por

otros "cuentapropistas", y 15 por ciento eran jubilados.



Y si bien han crecido significativamente las cifras de los trabajadores

privados que aceptaron pagar licencias, impuestos y el "barato" que

cobran los corruptos inspectores estatales, todavía hay un ejército de

"luchadores" que prefieren seguir corriendo el riesgo de trabajar por la

izquierda, en la ilegalidad.



El veterano periodista independiente Iván García presentó esta semana en

un reportaje para martinoticias los casos de Alfredo, quien se gana

entre 120 y 160 pesos diarios vendiendo café por las noches desde una

silla plegable y una mesita de plástico; y Danilo, que recauda entre 50

y 60 pesos diarios vendiendo cucuruchos de maní a peso. Ninguno de los

dos ha sacado licencia.



Muchos de estos rebeldes actúan ahora enmascarados entre los

particulares con licencia o incluso amparándose tras sus licencias. Como

la materia, el mercado negro cubano no se ha destruido: se ha transformado.



LA AMENAZA DE LOS "ETICAMENTE DESVALORIZADOS"



Un zapatero mantiene su taller privado abierto hasta la noche.

​​El periódico Trabajadores arremetió en días pasados contra la "amenaza

real" de estas personas "éticamente desvalorizadas", que dice buscan

brechas para ejercer el trabajo "no estatal" y violan las normas

jurídicas establecidas.



El diario llama a "actuar con más energía contra los violadores". Aduce,

por ejemplo, citando a una dirigente de los sindicatos oficialistas, que

los cocheros ilegales "les 'roban' los pasajes a los oficializados,

llegan a las piqueras y no hacen colas, violan las regulaciones del

tránsito, además de evadir el pago de impuestos".



En cuanto a los arrendadores de habitaciones, otra de las fuentes de

Trabajadores refiere que los huéspedes extranjeros se van con los que

alquilan "por la izquierda" porque, como esquivan las cargas

impositivas, les pueden cobrar menos.



Un "representante sindical" de los arrendadores legales se quejó al

diario de que mientras ellos tienen que someterse a los "engorrosos"

trámites de la Oficina Nacional Tributaria y la dirección de Vivienda, y

cazar las horas de la oficina de Inmigración, nada de eso les pasa a los

que "burlan la ley".



Y en el caso de los elaboradores-expendedores de alimentos, apunta un

cuadro del Sindicato del Comercio, "los que tienen licencia son más

proclives a multas y otras medidas".



¿FALTA DE ETICA O SENTIDO PRÁCTICO?



​​Como sugiere el propio diario oficialista, entre los altos impuestos,

la burocracia desesperante, y el aguijón constante de los inspectores

estatales, --amén de sus prácticas extorsionistas, que Trabajadores no

menciona-- los cuentapropistas legales tienen en el Estado un agujero

negro que se traga su tiempo y su dinero, y sólo les permite progresar

lentamente.



Sólo los dueños de paladares y los arrendadores de habitaciones ganan lo

bastante para pagarle al Estado y prosperar

​​El periodista independiente Víctor Manuel Domínguez nos asegura desde

La Habana que sólo en dos categorías de trabajadores privados –los

dueños de "paladares" y los arrendadores de habitaciones y casas, ambos

orientados a la clientela que paga en divisas-- se observa un nivel de

ganancias suficiente como para acatar las exigencias del Estado y

todavía prosperar.



¿Qué puede hacer el resto de los gestores "no estatales" del mercado

interno de la isla?



EL MÉTODO DEL DUROFRÍO



Desde la isla, el portal dedicado al cuentapropismo Cuba Vibra, que

favorece la legalización de quienes todavía permanecen clandestinos,

dice que aquellos que permanecen incógnitos o coqueteando con la

ilegalidad, renuncian a operar más tranquilos, con deberes y derechos

establecidos y reconocidos con carácter oficial.



Al analizar las causas de tal actitud, Cuba Vibra menciona lo que

describe como un "reflejo condicionado que arrastran de épocas

anteriores, en que este tipo de negocios era reprimido" y en algunos

casos, como los de las cafeterías privadas, estuvieron "cancelados de

forma total en todo el territorio nacional".



​​El portal reconoce que la estricta prohibición –aquella ofensiva

"revolucionaria"--no logró que estas actividades desaparecieran del todo

entre la población, pues muchos se dedicaban a operaciones de venta

desde sus propias casas que requirieran mínimo contacto con el cliente.

Por ejemplo, la de dulces o empanadas; o la de durofrío, en lugar de la

de bebidas refrescantes, que obliga al cliente a permanecer más tiempo

en el lugar de venta.



Cuba Vibra señala que a partir de la aprobación del trabajo por cuenta

propia esta actividad se torna legal y se puede realizar con respaldo

oficial, lo mismo desde la vivienda que desde lugares públicos. "Solo se

precisa contar con la licencia y los permisos legales al día".



"Pero contrario a lo que pareciera lógico, muchos elaboradores de

comidas y bebidas prefieren no incluir su gestión en el nuevo movimiento

y continúan elaborando sin licencia desde sus casas".



O sea, que el método del durofrío ilegal casero continúa vivito y

coleando en la isla, sólo que ahora también da cabida a operaciones

comerciales ilegales de más envergadura como la venta de ropa importada,

y a una nueva y floreciente categoría: la de los suministradores

clandestinos del sector "no estatal".



"RESOLVIENDO" E "INVENTANDO" PARA UNA NUEVA CLIENTELA



Detrás de este sandwich puede haber varios suministradores sin licencia

​​Cuba Vibra destaca que "donde sí han modificado su conducta muchos de

estos operadores sin licencias es en el destino que dan a sus

producciones, ya que ahora, en su mayoría, trabajan como suministradores

de otros. Elaboran alimentos y bebidas para verdaderos cuentapropistas,

pero sin estar debidamente autorizados a realizar esta actividad".



"Son los suministradores clandestinos e ilegales con que cuentan algunos

trabajadores por cuenta propia. Operadores que sí tienen la licencia

para operar pero que prefieren ahorrarse el trabajo de elaboración de

los alimentos y se arriesgan a comprarles a estos productores los

alimentos procesados. Toda una operación clandestina y perseguida por la

administración pública".



Iván García me explica desde La Habana que si antes quienes robaban en

los almacenes del Estado (a su modo de ver estaban"resolviendo" o

"inventando") tenían que vender su botín al menudeo, ahora encuentran

clientes que les compran la materia prima al por mayor –no existe un

mercado mayorista para los trabajadores privados en Cuba—o el producto

ya elaborado.



Pone el ejemplo de quienes antes robaban harina, grasa y azúcar de una

dulcería y ahora, o bien se las llevan a casa para hacer pasteles,

señoritas y tartaletas, u hornean los dulces en el mismo centro de

trabajo estatal, luego de contratarlas por debajo del mostrador con el

expendedor particular.



Este último, para poder "nadar y guardar la ropa", adquiere en el

mercado negro comprobantes falsos de compra de insumos, y le paga

generosamente a un contador profesional a fin de que elimine de sus

libros cuialquier irregularidad.



EN LOS SERVICIOS



Dueños de varios vehículos contratan choferes y al final del día todos

se van contentos

​​​​En los servicios también se han vuelto más complejas las

ilegalidades con el cuentapropismo. El diario Trabajadores se quejaba,

en el caso de los cocheros –el transporte público básico de las

provincias—, de que había aparecido "el peón de coche, que no es el

dueño del medio, solo lo trabaja y le paga al propietario una tarifa

preestablecida de acuerdo con el horario. Esos no están inscriptos y

por tanto burlan las normas".



Iván García asegura que en La Habana 60 por ciento de los "boteros" no

son dueños de los carros que conducen. Son como Orlando, uno de sus

entrevistados para el reportaje Ventas al detalle que publicó

martinoticias esta semana. Orlando tiene licencia de transportista, pero

no trabaja con un vehículo propio.



"Trabajo para un tipo que tiene cinco autos y los dedica a alquilar",

dice. "Diariamente le tenemos que pagar 550 pesos si manejamos un coche

de 5 plazas. Si es un 'yipi' de 10 asientos, entonces pagamos mil pesos

diarios. No tenemos que invertir en nada. El combustible y las

reparaciones corren por su cuenta. En una jornada, llego a casa con más

de 600 pesos de ganancia".



El autor precisa que de las categorías del cuentapropismo en las que no

se precisa una fuerte inversión de capital, la de taxista "contratado"

es la más rentable.



LICENCIA PARA REVENDER



Un comentario al pie del mencionado reportaje de Trabajadores se queja

de que en éste no se dice nada de los cuentapropistas que revenden todo

tipo de mercancías de las que que existen en las tiendas en divisas. E

incluye este variado inventario: "detergente, manzanas, lámparas y tubos

de luz fría, piedras abrasivas y de corte, herramientas, herrajería

sanitaria en su totalidad, mangueras de todo tipo y hasta tuberias

flexibles de cobre".



El comentarista se pregunta de dónde sale todo esto y quién autoriza a

esas personas a revenderlo a precios elevadisimos.



De la misma manera que Alfredo y Danilo se arriesgan a vender café y

maní sin licencia, muchos cuentapropistas, cuyo negocio, lastrado por

las cargas estatales, no les da para mejorar significativamente su nivel

de vida, se prestan a amparar con sus licencias --en una especie de

justicia por su mano-- la venta furtiva de lo saqueado a los almacenes

del Estado.



En Cubanet Víctor Manuel Domínguez amplía este punto:



"Para los que ejercen el cuentapropismo, ya sea por decisión propia o

como única opción después de ser cesanteados de su centro laboral, la

pelea por sobrevivir es de mono amarrado contra león, pues las

autoridades son las dueñas exclusivas de cuanto necesitan para trabajar.

Aun más ahora con las nuevas regulaciones aduaneras que encarecen la

entrada de los productos traídos por las 'mulas' desde el extranjero".



"En cambio, muchos de quienes debían ser los beneficiarios de la

competencia surgida con el aluvión de productos y servicios generados

por el cuentapropismo, dicen no haber experimentado las ventajas en una

alternativa que no tiene contraparte, debido a su carencia en el

comercio estatal".



"Gran parte de los cubanos piensa que la cadena de corrupción

establecida desde siempre entre los trabajadores estatales y el sector

informal (antes perseguido, pero que siempre existió), ahora se

multiplica y se oculta tras las licencias que legalizan la gestión".



"La compra de medicamentos, útiles del hogar, materiales de

construcción, productos alimenticios y otros renglones deficitarios en

el país, continúa bajo el dominio del revendedor, ahora camuflado tras

una mesa llena de artículos de plomería o cualquier otro producto".



UN NEGOCIO SÓLIDO



​​Iván García refiere que el sólido negocio del suministro ilegal al

cuentapropismo legal ha creado una escasez de productos en la bolsa

negra, antes asequibles para el consumidor común ("pescado traído de

Batabanó, una lata de sardinas de algún almacén, carne de vacas

robadas") con el consiguiente aumento de sus precios.



"Por ejemplo, cuando no había los 387.000 cuentapropistas, la harina de

trigo valía en el mercado negro de 3 a 4 pesos cubanos. Ahora vale 8".



"¿Qué sucede? Que aun pagándola a 8 es más costeable para el empresario

particular que comprarla en las "shoppings" por divisas: con una libra

de harina puede hacer varias pizzas, que tienen mucha demanda, y

venderlas a 12 pesos cada una".



"Pero si una señora pensionada quiere comprar una libra de harina para

hacerle un dulce a sus nietas, hoy va a tener que pagar lo mismo que el

empresario privado: 8 pesos, no 3 ni 4. Y con 200 pesos mensuales o

menos de pensión para comer todo el mes, va a tener que pensarlo dos

veces".



http://www.martinoticias.com/content/article/15664.html

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