domingo, 14 de octubre de 2012

La mutación del estado cubano

La mutación del estado cubano

[14-10-2012]

Lcdo. Sergio Ramos



(www.miscelaneasdecuba.net).- La BBC destaca la reciente visita de una

delegación vietnamita presidida por el vice primer ministro de Viet Nam

Nguyen Xuan Phuc. La visita precede a otra que el dictador, General

Raúl Castro hizo a ese país el pasado mes de Julio. Acontece en medio

de una serie de medidas económicas adoptadas por el régimen cubano en

los últimos años.



Cuba aspira a mutar su sistema sin cambiar su cúpula en el poder como

medio de sobrevivencia ante un mundo en recesión y dentro de una seria

crisis económica nacional, resultante, mayormente, de su improductivo

modelo incapaz de generar riqueza y desarrollo. Luego de cinco décadas,

los gobernantes han tenido que reconocer que la economía estatizada y de

dirección centralizada no funciona. Lo reconoce tras haber pasado más de

veinte años de que los inventores y principales promotores del sistema,

la URSS, tuvo que desecharlo por las mismas razones.



Pero el camino que intenta recorrer el gobierno cubano, no es el del

cambio profundo y amplio que requiere la nación para beneficio del

pueblo, sino que han optado por uno que le garantiza a la anciana

oligarquía gobernante su permanencia en el poder y así poderlo traspasar

a sus privilegiados herederos privilegiados de la casta gobernante.



China y Viet Nam, les ofrecen un ejemplo claro de esa mutación.

Sobretodo este último, cuyo marco de control y restricciones es más

severo que el del primero.



Cuando analizamos los cambios ocurridos en esos dos países y lo

comparamos con otro modelo social, político y económico de antaño

podemos observar una significativa similitud ―honrando sus variantes ―

con el fascismo. Comparemos el modelo implementado en esos dos países

asiáticos con los de Italia y Alemania en la década del 30 y 40 del

siglo pasado.



En el fascismo, el gobierno lo controlan las élites, no el pueblo. Esa

élite está agrupada en un solo partido legalmente admitido, haciendo

exclusión de toda otra agrupación política o corriente de pensamiento

distinta o alternativa.



El estado es superior y prevalece sobre el ciudadano. Está forjado sobre

la base de su autoridad absoluta sobre cada individuo, al cual se les

demanda una férrea disciplina y obediencia jerárquica. "Nada por encima

del estado, nada contra el estado" según decía Mussolini, más tarde

parafraseado por Fidel Castro.



El estado está dirigido por un líder supremo, alrededor del cual se

centra un fuerte culto a su personalidad, que lo transforma en un

semidiós omnisciente, omnipresente y omnipotente. Ese mismo

endiosamiento está presente en las figuras máximas de dichos países

asiáticos.



Las libertades y derechos civiles de los ciudadanos no son tales, sino

son concesiones otorgadas a conveniencia del estado, en tanto y en

cuanto no les perjudique.



El militarismo es esencial, pues la concepción de lucha contra los

inferiores estados y sistemas políticos se demanda como demostración de

superioridad. Esto va atado al expansionismo de su modelo e ideología

por cualquier medio, en aras del agrandamiento del estado. Del mismo

modo que lo es para infundir el terror y miedo entre los habitantes del

país y servir de fuerza represiva interna.



La política económica está basada en la autarquía e industrialismo, en

el marco de un proteccionismo, donde la economía está subordinada a los

intereses políticos del estado. Funciona sobre una política

intervensionista que tiende a ayudar al gran capital, e incluso lo crea

directamente, favoreciendo a la clase dirigente, creando carteles

oligopolicos. Las corporaciones de empresarios, profesionales y obreros

están para servir al estado.



Los sindicatos obreros están al servicio y bajo el control del estado

como instrumento de control de la clase trabajadora. Los derechos

laborales fundamentales están conculcados.



El modelo económico del fascismo tiene mucha similitud con las políticas

económicas de las llamadas Nuevas Políticas Económicas adoptada en la

URSS por Vladimir I. Lenin durante la década del veinte para paliar la

crisis económica tras las Primera Guerra Mundial. Y es esa tangencia de

los extremos totalitarios, lo que hace factible la mutación del modelo

centralizado marxista-leninista al estado corporativo del fascismo. Con

la característica de que en este modelo neo-fascista, el estado mutante

desarrolla un malabarismo dialéctico para mantener la retórica marxista.

Algo nada difícil, pues en el totalitarismo, el control de los medios de

comunicación masiva es absoluto y la libertad de expresión e información

es nula.



Tanto Viet Nam como China están controlados por una elite política

afiliada a un solo partido admitido, quienes rigen por largas décadas a

ambos países. La oposición, individual u organizada es duramente

reprimida, quedando ausente los derechos humanos. Sus ciudadanos solos

tienen aquellos derechos que le convenga otorgarle esos estados como

cuestión de conveniencia. Nada está por encima del estado al cual todos

le están subordinados bajo un puño férreo. El hombre es para el estado,

no el estado para el hombre.



En ambos países hay una figura central que rige el estado, al cual sus

ciudadanos están obligados a rendirle pleitesía, en un culto a su

persona santificado por el poder absoluto.



Los dos países cuentan con un presupuesto y aparato militar

desproporcionado, y un organismo represivo implacable. En el caso

particular de China, ha mostrado sus pretensiones imperiales

incipientes, que recientemente se manifiestan en el diferendo con Japón

por las Islas Senkaku (Diaoyu para los chinos) y su terquedad de no

conceder la independencia al Tibet. Este expansionismo imperial chino

irá en incremento en la medida que adquiera mayor poder político y

económico, pudiendo llegar al retar a los Estados Unidos durante la

segunda mitad de este Siglo.



La economía de ambos países asiáticos privilegia a dos tipos de

personas: El inversionista extranjero y a la clase gobernante,

convirtiéndose estos últimos en los nuevos ricos; pero en ambos casos,

sus economías están para servir al interés del estado, que aspira a la

mayor autarquía e industrialización posible.



Los derechos laborales en China y Viet Nam son nulos. El obrero trabaja

según convenga a los intereses estatales, por el salario y las

condiciones laborales que le convenga al régimen. En ambos casos, los

sindicatos son controlados por el estado y sirven de poleas de

transmisión de las políticas de sus respectivos gobiernos.



Para los fines de las oligarquías gobernantes, tanto en el caso de Viet

Nam como el de China, ha resultado beneficioso, pues les ha garantizado

la perpetuidad en el poder y el enriquecimiento, mientras que para sus

respectivos pueblos, el estado de conculcación de sus derechos humanos y

la esclavitud, prevalecen, con la variación de alguna mejora económica

en algunos sectores limitados de la población.

Esa mutación del comunismo al fascismo es la que aspira lograr la actual

oligarquía del poder en Cuba, con la esperanza de que en algún momento

los Estados Unidos cambie su política hacia Cuba y le abra el acceso a

sus mercados e inversionistas.



En su tránsito de la economía centralizada al estado corporativo, el

gobierno cubano está dando sus primeros pasos con el asesoramiento

vietnamita. De ahí que haya permitido el cuentapropismo, la cesión de

tierras estatales en usufructo a los campesinos, la creación del mercado

inmobiliario, la concesión de préstamos bancarios a los ciudadanos,

entre otras.



Habrá de verse hasta donde la cúpula gobernante es capaz de adoptar las

medidas económicas profundas que requiere esa transformación, pues están

concientes de que los cubanos son cultural e idiosincrásicamente muy

distintos a los chinos y los vietnamitas, y que un aumento de la riqueza

en sectores significativos del pueblo, conlleva un incremento de poder

para los ciudadanos. Pero también saben que están obligados al cambio,

de lo contrario, la crisis económica los llevaría a un insalvable abismo.



Se trata entonces de una mutación que sólo le conviene a la casta

gobernante, pero que en nada beneficia al pueblo cubano, pues lo

mantendría en el actual régimen de opresión, explotación y falta de

derechos humanos.



Lo que realmente conviene al pueblo cubano es un cambio total y de raíz,

de todas sus estructuras políticas, económicas y sociales en el marco

del respeto a los derechos humanos, la democracia pluralista y la

libertad empresarial y de mercado, sin descuidar el bienestar y

progreso de cada uno de los ciudadanos, bajo un estado reducido,

diseñado para servir al pueblo, y no para servirse de éste.



http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37375

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