viernes, 16 de noviembre de 2012

Cuba, turismo e ideología

Publicado el jueves, 11.15.12



Cuba, turismo e ideología

Miguel Sales Figueroa



El gobierno de Cuba publica regularmente estadísticas halagüeñas sobre

el comportamiento del sector turístico de la isla. Según las

autoridades, el número de visitantes internacionales y los ingresos

conexos crecen cada año. En medio de la catástrofe de la industria

azucarera, los rendimientos aleatorios de la agricultura, los vaivenes

del mercado del níquel y la precariedad del trueque de servicios por

petróleo venezolano, el turismo parece ser, junto con las remesas de los

exiliados, la única fuente estable de divisas con que cuenta el régimen

cubano.



Así, en 2011 acudieron a la isla 2.7 millones de visitantes que

aportaron unos 2,500 millones de dólares al erario público. Se espera

que este año la cifra de viajeros se aproxime a los 3 millones, que

gastarán alrededor de 3,000 millones de dólares en bienes y servicios.



Aun suponiendo que estos datos oficiales sean fidedignos, las cifras

están lejos de cuantificar un éxito incontestable. Para situarlas en el

contexto internacional, cabe señalar que la Torre Eiffel recibe 7

millones de visitantes al año y a Disneyland París van 15 millones.

España, que tiene cuatro veces y media la población de Cuba, acoge 20

veces más turistas (unos 60 millones) cada año. La República Dominicana,

con una población equivalente (10 millones) y la mitad de la superficie

de Cuba, recibe anualmente a 4 millones de visitantes y México, a 23

millones.



¿Por qué el sector turístico cubano obtiene resultados relativamente

modestos? Después de todo, la combinación de clima, playa, cultura, sexo

y paisaje que la isla ofrece al viajero es igual o superior a la de

otros países de la región.



Uno de los factores que explican la lentitud del desarrollo turístico en

la isla es la confrontación política con Estados Unidos, su mercado

natural. En 1957, Cuba recibió 350,000 turistas, el 85% de ellos

estadounidenses. Después del triunfo del castrismo en 1959, la ruptura

con Washington y el embargo subsecuente, el turismo norteamericano se

interrumpió. En 1972 Cuba sólo acogió a unos 2,600 viajeros

internacionales. De hecho, la isla tardaría 33 años en recuperar el

volumen de visitantes de 1957.



Al embargo estadounidense hay que añadir la ideología que, con

altibajos, ha sustentado al régimen cubano durante medio siglo. Las

autoridades castristas siempre han mirado con repugnancia ese invento de

la alta burguesía inglesa del siglo XIX, consistente en ir a pasear a

países más cálidos con bermudas de cuadros y una cámara de fotos colgada

al cuello. Para construir el comunismo es indispensable controlar los

movimientos de la población, la circulación de las ideas y la

información. Y esa tarea resulta muy difícil cuando hay millones de

extranjeros vagabundeando por el país.



En consecuencia, mientras duraron los subsidios soviéticos, el gobierno

cubano desdeñó el turismo internacional. En esos años el sector no fue

una fuente de ingresos para Cuba sino un capítulo de gastos. El

Instituto de Amistad con los Pueblos invitaba constantemente a

simpatizantes y posibles tontos útiles que, tras pasar una semana en la

isla visitando granjas porcinas y bebiendo mojitos, regresaban a sus

países a pregonar a los cuatro vientos las maravillas del paraíso

proletario del Caribe. Hasta 1991, esta especie de "peregrinos

políticos" –para emplear la expresión de Paul Hollander– desempeñó una

función muy importante en la promoción internacional del castrismo.



Ahora, el régimen de Raúl Castro parece haber descartado finalmente los

escrúpulos ideológicos con respecto al turismo internacional, del mismo

modo que se ha resignado a recibir las remesas y visitas de los

exiliados. Los jerarcas cubanos han hecho de tripas corazón, calculando

que la ventaja económica compensará el menoscabo ideológico. El próximo

paso será abrir de par en par las puertas al mercado estadounidense, si

Obama quiere y el Congreso no se interpone.



Escritor cubano residente en España.



www.firmaspress.com



http://www.elnuevoherald.com/2012/11/15/1344740/miguel-sales-figueroa-cuba-turismo.html

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