Reformas Económicas
Retrato con punto guajiro
Raúl Rivero | Madrid | 23 Mar 2013 - 10:55 am.
'En aquellas ruinas han descubierto que no es grave que alguien venda
refrescos o que era un error no admitir que un hombre se ganara la vida
como paseador de perros o de fontanero por cuenta propia.'
Uno de los grandes poetas campesinos cubanos escribió unas décimas en
las que compara su país con una vieja carreta de caña atascada en el
camino de la romana en plena zafra azucarera. El carretero desesperado,
la vara del aguijón en alto. Y los bueyes de la yunta guía con el fango
de las lluvias de primavera en las patas, el narigón y el yugo. Es una
metáfora amarga que suele cerrar las canturías a la hora en que quedan
solo amigos y familia.
El poder y la popularidad de esa espinela tienen que ver con la realidad
de una sociedad obligada a renunciar al progreso y al porvenir porque
comenzó, en los años 60, a destruir las estructuras del pasado
capitalista. Ahora se empeña en aniquilar el pasado de un socialismo
sostenido a larga distancia por lo que allí llaman, sin ninguna
concesión a la creatividad o al decoro, manos amigas.
Se acabó el capitalismo y sobre sus escombros se levantó un aparato
importado, pegado con saliva, con más eficacia verbal, represiva y de
ensoñación que arraigo verdadero. Todo en el mismo tiempo detenido, que
es este tiempo mismo todavía en el que el régimen ha tenido que ordenar
que se busque entre los ripios de capitalismo unos emplastos para ayudar
a sepultar el proyecto que llevó la Isla al pantano que describe el
repentista.
Esos residuos del capital se utilizan para devolverle unos pedazos de
tierra a los campesinos porque la agricultura estatal es el edén del
marabú que nada más sirve para hacer carbón. En aquellas ruinas han
descubierto que no es grave que alguien venda refrescos o que era un
error no admitir que un hombre se ganara la vida como paseador de perros
o de fontanero por cuenta propia.
Esta semana la campaña de arrase socialista se centra en eliminar el
puntal de la igualdad proclamada por el castrismo en sus orígenes: la
cartilla de racionamiento, vigente desde 1962. Otro parche grotesco del
momento es la decisión de pagarle generosamente a los médicos sus
guardias nocturnas. A dos pesos cubanos la hora. El salario promedio de
esos profesionales es de 500 pesos al mes, unos 21 dólares.
El afán de acabar con los dos pasados sin mirar al futuro es la carreta
estancada que ve el poeta. Le deja a la imaginación del lector el
policía que está detrás del flamboyán.
Este artículo apareció en El Mundo. Se reproduce con autorización del autor.
http://www.diariodecuba.com/cuba/1364032557_2232.html
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