sábado, 24 de enero de 2015

Marcha atrás, marcha adelante

Marcha atrás, marcha adelante
JUAN MARTIN LORENZO | Ottawa | 24 Ene 2015 - 1:47 pm.

'Ninguno de esos dos grupos, ni el que representa Josefina Vidal, ni el
que representa los nombres mediáticos de la oposición, tienen poder
aglutinador a sus espaldas. Y esa es la verdadera causa del
estancamiento social de la Isla.'

"Este pequeño grupo de personas no representa a la sociedad cubana." Con
un gesto de las manos, que parece nimbar alguna figura que se disuelve
en el aire, Josefina Vidal mira a lo lejos, trata de descubrir algún
fantasma en un punto distante en la sala de conferencias. Los
periodistas la miran, pero ella no los mira a ellos, está lejos, tal vez
pensando en algún despacho en Washington, una oficina refrigerada donde,
entre un café americano, una tertulia con algún simpatizante del
gobierno que representa y alguna otra llamada necesaria a La Habana, sus
pensamientos la hagan volver atrás, a este momento en la historia, un
día después de su primer encuentro con Roberta Jacobson en la capital
cubana.

Y a pesar de ese gesto esotérico, es la primera vez que coincido con lo
que dice Vidal.

Ese grupo pequeño de personas con que se reunió Roberta Jacobson ayer en
una Habana cálida, húmeda, no representa a Cuba. No son ni el 0,1% de
los 11 millones de cubanos que viven en la Isla. Pero, ¿quiénes
representan a los cubanos?

¿El régimen? ¿Sus embajadores y oficiales de la cancillería donde
trabaja la señora Vidal? ¿Los que le limpian su oficina y le preparan su
café amargo? ¿Los que organizan las conferencias de prensa con los
reporteros internacionales? ¿Los que ensayan el ritual de bienvenida,
instalan los micrófonos, conectan las cámaras —visibles e invisibles—,
ajustan los flashes, escriben sus reportes para Granma?

El pueblo de Cuba es el primer ausente de todos estos protocolos.

Lo fue hace 54 años cuando dejó de existir una embajada estadounidense
en Cuba. Lo sigue siendo hoy cuando tratan de volver a establecerla.

Muchos de los que visitaron a la Secretaria de Estado adjunta para
Asuntos del Hemisferio Occidental, así se llama el cargo oficial que
ostenta Jacobson en la administración Obama, no los conocen los cubanos
de a pie. Son virtuales conspiradores del silencio. La prensa cubana no
los menciona cuando ataca los "enemigos de la patria", y ellos tampoco
se hacen conocer mucho en el país real que es Cuba.

En el irreal, en esa geografía virtual más allá de las aguas caribeñas,
muchos conocen sus nombres. Unos los aplauden, otros los chotean a
mansalva, algunos los critican con irreverencia, sarcasmo y hasta con
rabia. Y ellos mismos juegan a desconocerse unos a otros, tratando de
establecer un cacicato de grupo y conceptos.

Y esta suerte de aislacionismo le facilita el rejuego político a su
enemigo común: el régimen, que siempre ha sabido manosear ese tablado de
rencillas, rencores, resabios, conspiraciones y conciliábulos en que se
ha tornado la disidencia cubana.

El pueblo de Cuba ha estado ausente del todo. Ha sido el espectador de
siempre y el objeto de todos los rejuegos políticos, de los dos bandos.
Hoy mismo no se sabe, a ciencia cierta, cuántos cubanos aplauden a
Obama, y a cuántos no les gusta la nueva naturaleza de esta mala
relación reestablecida.

Pienso, sin embargo, que el pueblo de Cuba se alegra de la nueva
política americana, por otras razones no dichas, no expresadas, no
publicadas ni sermoneadas por ningún medio público. El susurro del
cubano hace mucho abandonó la prensa y los medios, transcurre de labio a
labio, de oído a oído, de lectura a lectura, lejos de los salones, los
equipos tipográficos y los grandes titulares en los periódicos y
revistas. Cuba ha aprendido a informarse a sí misma, lejos del
oficialismo y las conspiraciones de silencio. De alguna forma el cubano
ha abandonado a todos.

Y entonces me surge esta pregunta, ¿no estará esta disidencia
arriesgando su sobrevida apostando por la "marcha atrás" a lo ocurrido
el 17 de diciembre?

¿Y cuál es la "marcha adelante"?

El Gobierno de los Estados Unidos anunció su intención de restablecer
sus relaciones con otra de las dictaduras. No es la única con la que
mantiene contactos diplomáticos. Y el Gobierno de Cuba hace mucho tiempo
que dejó de estar "aislado" del mundo en diplomacia. Todos los países
europeos mantienen embajadas en la capital cubana. El vecino congelado
del norte de Washington, Canadá, nunca la retiró de aquel sitio.

Y así, ¿qué razón puede alegarse para no establecer una embajada en La
Habana?

¿Por qué este grupo, "que no representa al pueblo cubano" según la
señora Vidal, no le perdona a los americanos lo que le olvida al resto
de Occidente?

¿Por qué a América "no", y al resto "sí"?

Son preguntas. Las respuestas a veces son difíciles, mucho más
complicadas, y en este caso hasta imposibles de predecir. Lo que el
Gobierno de Estados Unidos pretende ya lo ha hecho en otro tiempo con
algunos otros. Por ejemplo, con Vietnam, con el cual tuvieron la más
dolorosa de las relaciones. Con muchos de los países árabes donde una
única familia controla aquellos paraísos de petróleo y arena desolada.
Con gobiernos de África y Asia.

En ninguno de ellos nada ha cambiado. Las relaciones diplomáticas, el
engage, no han resultados en una sociedad más abierta, democrática, en
esas latitudes. Los negocios y el intercambio comercial y financiero han
facilitado el estatus quo de monarquías, dictaduras familiares, jeques y
mandarines comunistas.

Y China dicta al mundo financiero. Allí también se violan los derechos.

Josefina Vidal levanta las manos, junta los labios en un ríspido frunce
para dar tiempo a que la siguiente frase, de correcta diplomacia, se
expulse por ese mecanismo automático de palabras equilibradas,
mágicamente hilvanadas para entredecir algo sin decir mucho.

Estas dos mujeres son dos expertas en la fraseología de equilibrio. Se
estudian. Se sonríen juntas. Se estrechan las manos. Están en su medio
ideal.

Fuera, lejos del plato que se disputa, 11 millones de cubanos se
preguntan qué sucederá mañana, ¿eliminarán la Ley de ajuste?, ¿la
ratificarán?, ¿podrán irse de Cuba?, ¿podrán sobrevivir este momento?

Nadie, o casi nadie, piensa en cambiar nada en el país real.

De todo lo leído hasta ahora sobre el instante que transcurre, la
proposición más seria, o al menos más balanceada, ha salido de labios de
Tania Bruguera: la oposición debería constituir una "Mesa de Diálogo",
pero no con el Gobierno, sino con ella misma. Ponerse de acuerdo.
Hablar. Intercambiar ideas. Debatir. Entenderse. Y, sobre todo, ir con
el ritmo del momento.

La "hipótesis de la Reina Roja", del segundo libro de Lewis Carroll,
establece que los habitantes del país de la Reina debían correr lo más
rápido que podían, solo para permanecer donde estaban, porque el país se
movía con ellos. Es lo que está pasando en Cuba.

Imperceptiblemente, el país se mueve. No sus autoridades, el país. Hay
quienes todavía confunden la oficialidad con las multitudes, pero en
Cuba la oficialidad hace mucho abandonó a esas multitudes y vive en un
país aparte. La disidencia parece también vivirlo, quizás en algún otro.
No coinciden esos países, pero tampoco coinciden con la sociedad cubana.

De todo esto hay algo que tienen que tener bien claro. Hablo de la
oposición, no me interesa el Gobierno. No pueden seguir con el pulso de
la nación americana, ni con el de su gobierno. No pueden girar en torno
a las políticas de cohabitación política de la administración de turno,
ni tampoco con los deseos de dar "marcha atrás" a esas políticas de
congresistas y senadores del mismo país extranjero. Nadie puede
secuestrar la opinión de cómo debe ser Cuba, mas allá de los mismos cubanos.

Tienen que acabar de comprender que, aun cuando representen "lo justo",
no significa que ese sea el deseo de la mayoría del pueblo de Cuba
porque, en definitiva, qué es lo justo si no lo adecuado en el momento,
y quizás pueda ser que el cubano piense que lo adecuado a este momento
sea "ese modelo", que ese sea "su futuro" o "su presente". Nadie,
absolutamente nadie, le ha preguntado al pueblo de Cuba. Todos seguimos
conjeturando en su nombre sin pedir su propio referéndum.

De lo que se desprende que ni la oposición ni el Gobierno puede reclamar
para sí mismos ser los representantes justos de la sociedad cubana hasta
tanto no lo prueben, no con palabras ni con declaraciones nihilistas y
gestos edipianos, si no con hechos, encauzando un movimiento
verdaderamente popular que implique la voluntad real del cubano.

Ninguno de esos dos grupos, ni el que representa Josefina Vidal, ni el
que representa los nombres mediáticos de la oposición, tienen poder
aglutinador a sus espaldas, no tienen ese movimiento. Y esa es la
verdadera causa del estancamiento social de la Isla.

Ni marcha atrás, ni marcha adelante. ¡Estatismo!

Source: Marcha atrás, marcha adelante | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1422103667_12508.html

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