El peso del relajo
La novedad en los agromercados habaneros por estos días es vender por su
peso productos que se comercializaron siempre según un precio fijo por
cada mazo o por unidad
domingo, agosto 30, 2015 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba.- Si en los agromercados de La Habana, tanto los
particulares como los estatales, vendieran relajo en lugar de hortalizas
o viandas y frutas, tal vez no necesitarían disponer de un sistema extra
de pesaje para que el público comprobase si le robaron en el peso de
cada libra que compra. Pero como aquí el relajo es gratuito, la
clientela sabe de antemano que siempre le van a dar de sobra.
Claro que aunque no se pese por libras, debiera existir algún método
para mantener bajo control el excesivo peso del relajo que nos prodigan
en esos establecimientos.
La novedad por estos días es vender por su peso productos que desde que
el Morro era de palo se comercializaron siempre aquí según un precio
fijo por cada mazo o por unidad. Es posible, y hasta plausible, que en
otras muchas ciudades del mundo resulte normal comercializar las
habichuelas o las piñas según indica la balanza. Pero en La Habana, la
tradición y además el sentido común (por lo poco confiable que son todas
las pesas), nos induce a sospechar a priori de esos vendedores que pesan
desde un mazo de berro o de cebollas o de remolachas, hasta un aguacate
o un mango. A fuerza de ser obvio, llega a lucir ridículo su propósito
descarado de sacarle al cliente un poco más de dinero.
Alguien relacionado estrechamiento con el trabajo de este sector
comercial, respondió a una interrogante mía describiendo la novedad con
una acertada sentencia: "Es otra combinación nefasta de burocratismo con
bandolerismo", dijo.
Me explicaba que al vender esos productos por libras, a todos los
implicados, desde proveedores, transportistas, intermediarios,
administradores, vendedores… les resulta mucho más fácil sacar su tajada
que si los vendieran por mazos o por unidades. Y no sólo por lo ya dicho
sobre la no confiabilidad de las pesas. También por la existencia de un
patrón burocrático al que llaman "merma".
Para cada traspaso al que es sometido el producto, desde una mano a
otra, está prevista una "merma" en su pesaje, sea por deterioro en la
traslación o por pérdida de la frescura. Un mazo de rábanos o de
cebollinos, o un melón y una calabaza, representan una sola unidad, a un
precio fijo para cada etapa del mercado. Pero el mismo melón registra
pesos distintos cuando discurre de una báscula a otra. De tal modo, el
único que no tiene la menor posibilidad de salir favorecido en este
proceso es el cliente común, pues resulta robado por toda la cadena y
además burlado en su relación directa con el vendedor, quien, como si
fuera poco, le canta el doble de lo que marca la pesa. Un detalle casi
gracioso es que aunque pague el berro por su peso, ellos se lo siguen
vendiendo en mazos. Jamás deshacen un mazo si el cliente pide que pese
menos.
Por supuesto que este es apenas un ejemplo menudo dentro de la atmósfera
de bandolerismo que hoy invade al sector comercial de productos y
servicios en Cuba, muy particularmente el de propiedad estatal. Sin
embargo, tal vez sirva para ilustrar, a escala de base primaria, algo
que está corrompiendo como vieja y podrida neoplasia a toda nuestra
sociedad, y que proviene de la yema misma de nuestro sistema de
gobierno: el irrespeto hacia la población, la absoluta falta de cultura
y de disposición para algo tan elemental como es servir al público, el
peso del relajo que nos aplasta, y mediante el cual se burlan de
nosotros desde el cacique mayor hasta el último de sus funcionarios y
empleados.
Source: El peso del relajo | Cubanet -
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