En Cuba hacer turismo es un lujo
Para los trabajadores cubanos que no ganan divisas y viven de un
pequeño salario o pensión, la posibilidad de disfrutar de un centro
turístico es muy lejana
FIDEL SOCIALIZÓ LA POBREZA
LA HABANA.-IVÁN GARCÍA
Especial
Luego de trabajar dos años en un paraje perdido de África, Migdalia,
pediatra, con detenimiento miró las ofertas de verano en Cuba. Al final,
optó por alquilar tres noches en un hotel cinco estrellas en Cayo Santa
María, en la costa norte de Villa Clara, a 460 kilómetros al este de La
Habana.
"A pesar de ser una profesional, jamás he estado alojada en un hotel de
primera. Con la mayor parte del dinero reunido en África pude reparar la
cocina y el techo de mi casa. Con el resto, junto con mi familia,
decidimos pagar una estancia en un centro turístico, que resultó
excesivamente cara. Por tres noches, un 'todo incluido' nos costó 996
cuc, incluyendo el transporte. Esa cantidad equivale a 25 mil pesos,
dinero que alcanza para un billete de avión a Madrid", dice risueña,
mientras ella y los suyos esperan el ómnibus que los llevará al hotel.
Después que en la primavera de 2008 el general Raúl Castro autorizara a
los cubanos a alojarse en centros turísticos, hasta ese momento
exclusivos para extranjeros, las cifras de excursionistas nacionales se
han ido disparando en cada temporada.
Para 2015, según pronósticos de las agencias estatales de turismo, se
espera llegar al millón de turistas locales. Su perfil es variopinto.
Aimara, ama de casa, estuvo cuatro noches en un hotel de Cayo Coco
colgada del brazo de su novio, un venezolano del estado de Falcón,
obrero de una dependencia de PDVSA en la provincia de Cienfuegos.
"Gracias a mi novio, mi hija y yo pudimos hacer turismo de calidad.
Antes, nuestras opciones eran alquilar una cabaña en una base de
campismo o ir un fin de semana a la playa. La diferencia es notable
cuando lo comparas con un hotel de habitaciones climatizadas, abundante
comida y bebida, canales internacionales de TV y un trato exquisito.
Parece que estás en otro país", cuenta.
Nuria, jinetera, por novena ocasión se aloja en hoteles del circuito
turístico cubano. "La primera vez fui con un canadiense. Ahora estaré
una semana con un italiano en Cayo Guillermo. Es verdad que los precios
son prohibitivos para la inmensa mayoría de la población, pero en mi
caso, no soy la que pago", aclara.
Durante tres años, Adela reunió dinero suficiente para estar tres noches
en un hotel de los cayos situados al norte de Villa Clara. "Soy
manicure. Tengo un negocito particular donde raspo unos pesos y pude
alquilar un 'todo incluido'. Es lo máximo. Es una pena que los
trabajadores cubanos no puedan disfrutarlo. Cada vez más, en Cuba se
ensanchan las diferencias entre los que tienen divisas y quienes viven
de su salario o pensión", subraya.
Aunque solo el diez por ciento de los cubanos puede pasar una breve
temporada en un hotel 'todo incluido', contar novedades sobre las
comodidades, la cantidad de comida y la cerveza que tomaron, se ha
convertido en tema de conversación entre amigos y vecinos.
En una nación sin libertades políticas ni democracia, con
infraestructuras caóticas y salarios miserables, asombran las
frivolidades de ciudadanos que prefieren hablar de marcas, partidos de
fútbol o estancias en hoteles de lujo que de sus derechos conculcados.
El comportamiento de algunos compatriotas en instalaciones turísticas en
ocasiones resulta penoso. En la mesa buffet del hotel Meliá Las Dunas,
en Cayo Santa María, una familia de siete personas, niños incluidos, en
jabas de nailon cargaban cuanta comida podían.
"Ese tipo de comportamiento ha mejorado con respecto a dos o tres años
atrás. Como cubano los entiendo. Si en tu casa no puedes comer carne de
res, mariscos, pescados buenos, quesos y embutidos, cuando llegas a
lugares como éstos, barres con todo. Los empleados no les decimos nada,
los jefes sí. Nosotros también cargamos con toda la comida que podemos
para nuestras casas o vender en el mercado negro", dice el cocinero de
una mesa-buffet.
Selma, gerente de viajes de Gaviota, corporación administrada por
militares, explica que "muchos cubanos pueden alojarse en hoteles cuatro
y cinco estrellas por las remesas que reciben o porque son invitados por
familiares radicados en Estados Unidos o Europa. Pero no se puede
soslayar que, de manera espectacular, ha crecido el número de cubanos
con negocios particulares exitosos, algunos de los cuales rentan hasta
tres veces al año en centros turísticos".
Aunque una estancia de tres noches representa el salario de dos años de
trabajo de un médico, Migdalia, quien trabajó 24 meses en África, cree
que vale la pena.
"Ya que nuestros salarios no nos alcanzan para viajar como turistas a
otras naciones, los que podemos, tenemos un oasis de abundancia en
centros turísticos de nuestro país. Pero reconozco que la mayoría de los
cubanos siguen sin beneficiarse de las reformas económicas", señala.
El Gobierno de Fidel Castro diseñó una nación uniforme basada en la
igualdad y el colectivismo. A cambio de educación doctrinaria y
cobertura universal de salud, socializó la pobreza.
El Estado era la institución que premiaba o castigaba. Un apartamento,
una casa en la playa o una lavadora Aurika se concedía de acuerdo a la
lealtad hacia el régimen.
Ahora todo cambió. Las cuentas públicas están en números rojos. Y hacer
turismo nacional es un lujo caro. Ni hablar de turismo en otro país. Esa
posibilidad solo la pueden sufragar los bolsillos anchos de la burguesía
verde olivo. Tipos como Antonio Castro y un puñado más.
Source: En Cuba hacer turismo es un lujo :: Diario las Americas :: Cuba
-
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3306075_cuba-hacer-turismo-lujo.html
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