En la cuerda floja de la crisis
El régimen cubano insiste en aplicar la centralización económica y
evitar el empoderamiento del sector privado
viernes, diciembre 18, 2015 | Camilo Ernesto Olivera Peidro
LA HABANA, Cuba.- El triunfo de la oposición venezolana en los comicios
parlamentarios del pasado 6 de diciembre es una señal de aviso para los
mandarines de la isla.
Es probable que las exportaciones de combustible venezolano, mediante
créditos a largo plazo a los países miembros del ALBA, sean rebajadas a
partir de la nueva correlación de fuerzas políticas en la Asamblea
Nacional venezolana. Cuba es pieza clave en la refinación y
reexportación de petróleo que destina Caracas al área de Centroamérica y
el Caribe. Y de esto depende buena parte de la economía en la Mayor de
las Antillas.
De tener lugar esa reducción, es previsible primeramente una contracción
en la capacidad de compra e importación de alimentos desde la isla. El
bajo precio del petróleo en el mercado internacional ya ha deprimido esa
entrada. Basta con observar el desabastecimiento creciente de productos
en la red de tiendas que operan en ambas monedas –el peso "cubano" y el
convertible– en todo el país.
Los largos cortes en el fluido eléctrico durante el "Período Especial"
todavía son recordados en la isla. La pesadilla pudiera retornar durante
el próximo año. Pero el régimen, lejos de poner punto final a las
restricciones para que los cubanos de a pie prosperen, refuerza las
trabas y la represión contra del sector privado.
Las primeras víctimas de la crisis que comienza
Pide ser nombrado Ricardo. Desde hace algo más de un año se ganaba la
vida como conductor de bicitaxis. Sin embargo a finales de noviembre fue
despojado del suyo.
"Según la policía, tienen órdenes de sacar del perímetro de Centro
Habana a todos los 'bicitaxeros' que no tengan residencia legal en esa
zona. Eso no lo entiendo", explica Ricardo. Mi licencia no dice por
ningún lado que yo no puedo circular en determinada área.
A partir del avance en las obras de reconstrucción del Capitolio
Nacional y el Gran Teatro de La Habana, se prohibió a los transportistas
del sector privado estacionarse y recoger clientes en el perímetro de
estas dos instalaciones.
Además, desde hace varios meses los operativos policiales contra los
dueños y conductores de bicitaxis son una constante en esa área y en
otros municipios céntricos de la capital cubana.
Ricardo fue uno de los tantos cubanos que vio con esperanza la apertura
de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Hoy, viendo su situación y la
de otros como él, su percepción no es la misma: "Tener licencia no te
garantiza ningún derecho. Este gobierno le tiene terror a que hagas
dinero y seas independiente. Eso la política americana no lo va a
cambiar, por mucha apertura que haya", opina.
La policía de Centro Habana no ha devuelto los medios de transporte
incautados. Ricardo ya perdió la expectativa de recuperar su bicitaxi.
"El problema no lo tenemos solos nosotros los bicitaxis. También están
actuando en contra de las cafeterías particulares. Los están atosigando
con lo de la documentación para la procedencia de las materias primas de
los productos que venden. Aquí esta gente (el gobierno) no quiere que la
gente prospere", concluye.
La Ley 300, en un callejón sin salida
Con el olfato puesto en la crisis que se avecina, los dirigentes cubanos
tienen en la mira, como primer objetivo, al sector agrario.
La Ley 300 para la adjudicación en usufructo de tierras ociosas, está en
la picota. Según fue anunciado en los medios oficiales, luego de siete
años de su puesta en vigor, "los resultados productivos no han sido los
esperados".
Ahora los campesinos, que apostaron su trabajo a las promesas
aperturistas del régimen, corren peligro de perder todo lo logrado.
Quizá tengan que integrarse, nuevamente, a sistemas centralizados de
producción y distribución.
En situaciones por amenaza de crisis, los gobernantes cubanos acuden a
la aglutinación y ahogan todo vestigio de independencia económica. Lo
hicieron en 1963, cuando impusieron la Segunda Ley de Reforma Agraria
como un modo de agrupar, al estilo de los soviets, la producción
agraria. También perseguían cortar el colaboracionismo campesino, en las
zonas donde operaban alzados en contra del gobierno de Fidel Castro.
Repitieron el método en 1985 y 1990, ordenando redadas contra el
"enriquecimiento ilícito". Llamaron a estas misiones "Pitirre en el
alambre" y "Plan Maceta". Luego pusieron en marcha el fracaso denominado
Plan Alimentario. Tras las secuelas del explosivo verano de 1994,
reabrieron los mercados de oferta y demanda en el sector agrario,
cerrados desde 1985.
La condonación de la deuda externa que el gobierno cubano alcanzó con
los principales acreedores, a la sombra de la normalización de
relaciones con Estados Unidos, prepara el terreno para el inminente
acuerdo económico con la Unión Europea (UE). La Posición Común de la UE,
y sus exigencias de cambios políticos y respeto a los Derechos
Humanos, hacen mutis.
El régimen cierra el puño y lo coloca, como espada de Damocles, sobre el
calamitoso sector económico autónomo. Goza de total impunidad para hacerlo.
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