martes, 7 de marzo de 2017

El parque de diversión es particular

El parque de diversión es particular
MARCELO HERNÁNDEZ, La Habana | Marzo 07, 2017

El niño camina sobre las aguas. No es una metáfora religiosa ni una
película de ciencia ficción, sino el entretenimiento de moda en los
locales recreativos privados. Los clientes se meten en una esfera
transparente que flota en una piscina. Ríen, dan vueltas y saltan.

Los tiempos en que el Estado gestionaba todos los parques de
entretenimiento del país son cosa del pasado. Los particulares ganan
terreno en el mercado de la distracción. Al principio eran toscos
carruseles de hierro o diminutas montañas rusas, pero poco a poco la
sofisticación ha llegado al sector.

Rebeca Gutiérrez tiene 49 años y administra tres juguetes inflables en
un local por cuenta propia en el Cotorro. Uno simula un castillo al
estilo de Walt Disney, el otro tiene forma de delfín y un tercero imita
un auto de carrera. Todos han sido importados por mulas que los traen
de Panamá o Miami.

"Este negocio lleva una buena inversión inicial pero después se trata de
mantenerlo", cuenta a 14ymedio. "Lo más importante es evitar que los
niños se suban con zapatos, cintos con hebillas metálicas o cualquier
objeto que pueda pinchar los muñecos", aclara.

Por 5 CUP, los padres compran para sus hijos 10 minutos de saltos sobre
los inflables o camas elásticas. "Cada día le damos una limpieza antes
de comenzar y si alguno se poncha tenemos los contactos para
arreglarlo", explica. Sin embargo, lo más difícil sigue siendo ubicar
los juguetes en un lugar que reúna las condiciones.

"Debe ser un sitio de fácil acceso, para tener buena clientela, y además
la superficie donde se coloquen tiene que ser plana y sin piedras o
irregularidades", añade Rebeca. Eso obliga a la mayoría de estos
negocios a rentar solares o contratar un espacio en ferias y locales
estatales.

Cuando era niña, esta emprendedora conoció su primer parque de
diversiones en el campamento de pioneros de Tarará, al Este de la
capital, una pequeña ciudad para niños localizada donde una vez estuvo
un reparto residencial donde la mayoría de las casas fueron
nacionalizadas tras enero de 1959.

Rebeca también visitó en muchas ocasiones el Parque Lenin, donde se
estrenaron equipos japoneses que maravillaban a los pequeños con sus
tazas locas o sus elefantes voladores de enormes orejas. Eran los
tiempos en que el subsidio soviético fluía a raudales hacia la Isla y el
Gobierno proyectaba ambiciosas industrias o monumentales parques zoológicos.

A partir de la década de los 70 surgieron muchas de esta áreas
recreativas con aparatos mecánicos y eléctricos en varias cabeceras
provinciales, pero los años y la crisis económica los convirtieron en un
montón de chatarra bajo el sol.

Algunos han sido reparados en la última década, aunque las largas colas
y las dificultades de transportación afectan a su popularidad. "Los
padres quieren poder salir de sus casas y caminar hasta un lugar donde
sus hijos tengan una recreación divertida y sana", cuenta Víctor Manuel,
cliente asiduo del recién abierto Boulevard de 25 en el Vedado.

El hombre considera que el sector privado "está logrando acercar estas
opciones a lugares donde antes no estaban". Desde que a su barrio
llegaron los inflables por cuenta propia no ha vuelto a hacer "las
largas colas bajo el sol para montar los aparatos de La Isla de los
Cocos en Miramar".

El Boulevard, en pleno corazón de La Habana, es uno de los lugares más
exitosos en los que se ubican estas zonas de ocio. Allí, el Estado
arrienda espacios a 13 negocios entre los que hay cafeterías,
restaurantes, salones de belleza, tiendas de artesanía y lo que
burocráticamente se ha denominado "área de juegos".

De lunes a viernes permanecen abiertos de las nueve de la mañana a las
siete de la tarde. Los fines de semana y en tiempos de vacaciones
cierran a las nueve de la noche.

Jorge, uno de los trabajadores del local, explica que aunque los
servicios gastronómicos pagan por el arrendamiento alrededor de 40 CUP
por metro cuadrado, los cuentapropistas con inflables u otros
divertimentos solo abonan 12 CUP. Quizás ‒especula‒ porque ocupan un
espacio mayor o porque "es algo destinado principalmente a los niños".

La licencia que permite a estos particulares prestar este servicio se
denomina "operador de equipos de recreación" y deben pagar 300 CUP
mensuales por la licencia más un 10% de impuestos sobre sus ingresos.

En ninguna tienda del territorio nacional se venden atracciones de este
tipo. "Todos son traídos desde el extranjero" o confeccionados
localmente, aclara Rebeca. Sin embargo, desde hace varias semanas la
Aduana General de la República ha estado poniendo obstáculos a la
importación de los inflables.

Varios trabajadores por cuenta propia consultados por este diario se
quejan de que les han decomisado juguetes de este tipo en el momento de
introducirlos en el país. Según las autoridades se trata de productos
para uso comercial y "una persona natural no está autorizada a hacer
importaciones con fines comerciales".

En cambio, las redes informales ofertan una gran variedad de estos
divertimentos y también de otros manufacturados.

Gerardo es herrero y se ha especializado en los últimos años en hacer
piezas para tiovivos, carruseles y pequeñas estrellas giratorias
destinadas a parques recreativos gestionados por privados. "Es un
trabajo delicado porque son máquinas que van a mover a niños y que serán
sometidas a mucho uso", explica.

Conocido en todo Ciego de Ávila por sus ingeniosas creaciones, Gerardo
considera que "este tipo de parques tiene que administrarse a pequeña
escala para que funcionen, porque el dueño debe estar velando todo el
tiempo por cada aparato", asegura.

A pesar de su éxito dice que está pensando "cambiar el negocio de los
hierros por el del aire". Porque "los muñecos inflables son lo que más
vende ahora mismo, lo que más le gusta a los niños y por lo que más
pagan los padres".

Source: El parque de diversión es particular -
http://www.14ymedio.com/sociedad/parque-diversion-particular_0_2176582325.html

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