Febrero 20, 2006
Cuidado con la prostitución
Marilyn Díaz Fernández, Lux Info Press
CAMAGUEY, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - El aumento del número de
mujeres que ejercen la prostitución en sus más disímiles variedades se
está convirtiendo en Cuba en un problema grave que atenta contra los
valores morales de la ciudadanía, aunque el gobierno aparenta
desconocerlo o lo disimula con proyectos de justicia social, dando por
inexistente el flagelo de la prostitución.
Que nuestras mujeres nunca más tendrían que venderse para sobrevivir
fue, al igual que la creación del hombre nuevo, otro de los proyectos
revolucionarios que se malograron. Desde el triunfo de 1959 el discurso
oficial aseguró que las mujeres cubanas vivirían dignamente, sin
necesidad de cambiarse por nada, y consideró la prostitución un lastre
propio del capitalismo que había quedado atrás para siempre.
Sin embargo, casi medio siglo después de aquellas promesas, el oficio
más antiguo del mundo ha plagado como nunca antes a nuestro país. Su
resurgimiento puede ser considerado como un genuino fruto del "período
especial".
En los últimos años la prostitución no ha sido una ocupación ejercida
sólo por necesidad, sino que, además, es juzgada como un trabajo de
etiqueta cuando se practica bajo el atractivo nombre de "jineterismo".
Las "jineteras", hetairas del turismo en Cuba, gozan de privilegios
económicos y sociales envidiados por muchos. Razón que provoca, entre
otras cosas asombrosas, que los padres de estas "cabalgadoras de la
vida" sientan orgullo al decir que su hija (que puede tener hasta trece
años) tiene "un yuma" o un "pepe" español, árabe o esquimal (da igual de
donde sea; lo importante es que tenga moneda dura) para que ponga a la
familia a vivir bien y a usar zapatos Nike o Addidas.
Es preocupante que muchas de las jóvenes cubanas de hoy, aún cuando
tienen nivel técnico o universitario, no aspiran a trabajar en un
hospital, ni en una empresa, fábrica, o incluso en un sitio acorde con
su perfil profesional, porque consideran que no les serviría de nada
ganar un salario en pesos cubanos. Su anhelo es encontrar un extranjero
que le sirva como válvula de escape para solventar sus necesidades cada
vez más crecientes, para tener acceso a las instalaciones turísticas y
para viajar a otros países.
Desafortunadamente, muchas de nuestras mujeres no pueden volar tan alto
y se conforman con ejercer el oficio por diez o veinte pesos que le
ayuden al sustento diario.
No quiero criticar a las mujeres que venden su cuerpo por necesidad. Se
trata de un llamado de atención sobre las cosas que han provocado que el
mercado del sexo haya prosperado tanto en nuestro país después del
derrumbe del campo socialista, lo que trajo aparejado el "período
especial", sinónimo de escasez en el territorio nacional.
Hoy estos móviles continúan latentes, y no se trata de buscar un
culpable -que ya existe- sino de salvar a nuestras mujeres de tal
destino, porque lo cierto es que nunca hubo más prostitutas en Cuba que
en estos tiempos. Nunca la prostitución fue tan bien mirada y aceptada
como ahora.
Pero seamos comprensivos y razonables. Todas tienen un motivo común que
las arrastra a convertirse en mercancía sexual: el deseo y la necesidad
de vivir como un ser humano; derecho que el sistema ha truncado.
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