ECONOMIA INFORMAL
Taxis, choferes y sociedad civil
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - Los choferes de taxis
privados están enojados. Multas incontables, vigilancia incesante de la
policía, prohibiciones de aparcar en sitios céntricos para desmontar y
recoger pasajeros, hasta criterios negativos por parte de las más altas
autoridades del país contribuyen al malhumor.
Una actitud que descargan paradójicamente sobre los clientes. Aunque los
clientes no seamos la causa de la tendencia gubernamental a eliminar
paulatinamente los trabajos por cuenta propia. El aumento al doble del
precio de viaje (ahora en la mayoría de los trayectos exigen pagar 20
pesos) no agrada a la mayoría de los pasajeros potenciales; no obstante,
la falta de transporte público obliga a levantar el brazo y hacer señas
para detener un taxi privado, que son los que abundan.
En los últimos 60 días he escuchado la queja de muchos choferes acerca
de las insatisfacciones que cargan, y no en el maletero de sus
vehículos. Altas tarifas de licencia, exigencias sin cuento para
mantenerlas, hostigamiento de los policías de tránsito, mal estado de
las calles, entre otras.
Sin embargo, ellos se lamentan a media voz. Tampoco han formado una
asociación o grupo que los una para ni siquiera plantear sus inquietudes
y en lo posible, defender sus intereses.
Ellos ignoran lo que es la sociedad civil y mucho menos un Estado de
Derecho. El desconocimiento de las posibilidades del desarrollo de
agrupaciones cívicas y de las potencialidades de influencia de la
opinión pública son factores que afectan la búsqueda de soluciones
viables dentro de la situación en que vivimos. Evidentemente, la falta
de una cultura cívica obstaculiza que se facilite el hallazgo de soluciones.
Muchos encaran la cuestión desde un punto de vista pesimista. Sostienen
que las leyes no los protegen y en todo caso, van en su contra. Aluden
que la escasez de taxis privados se debe a que las autoridades han
cancelado las licencias de transportación a muchos de ellos. Argumentan
que las autoridades jamás han reconocido cuánto han contribuido desde
los años 90 al traslado de pasajeros quedados en las aceras por falta de
transporte público a llegar a tiempo al trabajo, a un hospital, a una
cita profesional. Su trabajo de taxistas por cuenta propia es tenido
además como algo no muy "políticamente correcto". Tampoco las
autoridades tienen en cuenta las elevadas cuotas de pagos por licencias
e impuestos anuales, del esfuerzo por mantener sus vehículos en
funcionamiento. Y eso es cierto.
Pero cuando el condenado se halla con la soga al cuello, lo mejor es
llevarse bien con quien pueda ayudarlo. Y el único que puede socorrerlo
es el cliente, quien, con la influencia de la opinión pública, quizás
cambiaría en algo su suerte.
A diferencia, muchos choferes sin licencia detienen sus carros y montan
a pasajeros si coinciden con su rumbo. Aunque corran el riesgo de que la
policía los multe por transportar pasajeros sin autorización, a la
salida de sus trabajos, recogen clientes con el fin de ganarse unos
pesos para comprar gasolina para consumo del vehículo. Y esto también
está prohibido. Muchos se plantean la cuestión de que en un auto de su
propiedad, no puedan transportar a quien deseen. Además, en una ciudad
en la que el servicio de transporte público es tan deficiente. Paradojas
del socialismo tropical.
Sucede por otra parte que ninguno de los afectados -ni taxistas
privados, ni clientes- dirigen sus quejas o reclamaciones a las
instancias pertinentes. El inmovilismo social los compulsa a discutir
entre ellos o a descargar sus insatisfacciones sobre los clientes
potenciales.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/08a9.htm
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