lunes, 25 de febrero de 2008

EL PROGRAMA BRASILEÑO DE ETANOL: LECCIONES PARA CUBA

EL PROGRAMA BRASILEÑO DE ETANOL: LECCIONES PARA CUBA


Por Jorge Hernández Fonseca
Asociación para el Estudio de la Economía Cubana
ASCI
Infosearch:
José Cadenas
Analista
Jefe de Buró
E.U.
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Febrero 22, 2008

Brasil es actualmente un país de casi 190 millones de habitantes, con un
Producto Interno Bruto que ya sobrepasa el millón de millones de
dólares, estando entre las 10 mayores economías del mundo.

Brasil es un país de dimensiones continentales, tiene 8'547.402 Km2 con
sólo un 19% de su población viviendo en el área rural. Posee un área
agrícola estimada en 320 millones de ha., de las cuales sólo hay 60.4
millones de ha. cultivadas actualmente. De estas, 5.4 millones de ha.
son dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, concentradas básicamente
al Centro-Sur del país, en el área de San Pablo, muy lejos del Amazonas
brasileño, sin amenazar este tesoro de la biodiversidad mundial.

Brasil posee 336 centrales azucareros y en el 69% de ellos se produce
una combinación de azúcar y alcohol en proporciones que varían según los
centrales,
pasándose a llamar "Industria Sucro-Alcoholera" en lugar de simplemente
industria azucarera. Tiene 73 centrales sucro-alcoholeros en
construcción, de un plan que objetiva disponer de 409 fábricas en
operación para la zafra 2012-2013.

Brasil producirá este año 2007, unos 31.3 millones de toneladas de
azúcar, junto a unos 20.2 mil millones de litros de alcohol, pasando a
ser el principal productor,
consumidor y exportador de ambos productos.


UNA BREVE HISTORIA

La producción de alcohol procedente de la caña de azúcar en Brasil, en
los años 70, cuando comenzó el Plan del PROALCOHOL, se hacía de igual
manera que en el resto del Continente. Se producía alcohol a partir de
las mieles finales, en instalaciones aledañas a los centrales
azucareros, pero sin ningún vínculo productivo, fuera de intercambiar
algunos insumos y energéticos.

En el año 1976, Brasil decidió hacer frente a la primera crisis
petrolera mundial provocada por los productores árabes, implantando un
ambicioso Plan llamado
PROALCOHOL, mediante el cual se programó ahorrar apreciables cantidades
de la gasolina usada en los vehículos automotores, sustituyéndola por el
alcohol procedente de la caña de azúcar, un recurso al alcance de la
sociedad brasileña.

El Plan del PROALCOHOL implicó, además del desarrollo tecnológico en los
sistemas de producir alcohol a partir de la caña de azúcar, el
desarrollo paralelo
de motores de combustión interna, para que fueran capaces de quemar
alcohol sin los inconvenientes técnicos que esa práctica trae aparejada.

De esa manera, el Plan energético brasileño se desarrolló en dos campos
diferentes con relativo éxito: en la campo de la producción del alcohol,
como del uso eficiente del mismo como carburante de vehículos
automotores, resolviendo el problema original que lo había provocado:
incorporar el alcohol procedente de la caña de azúcar, a la lista de los
combustibles usados en los automóviles.

Brasil rápidamente se dio a la tarea de integrar la producción azucarera
con la producción de alcohol, en una simbiosis que no solamente
implicaba un intercambio
accesorio de algunos materiales, sino que la destilería productora de
alcohol pasó a ser considerada como una parte importante dentro del
central azucarero, integrados ambos dentro de un balance de masas y
energía. Nacía así la industria Sucro-Alcoholera.

Estas decisiones se apoyaron en el hecho de que Brasil desarrolló en
paralelo, una tecnología que le permitió producir alcohol usando el jugo
de caña procedente de los molinos, usando también diversas cualidades de
mieles, abandonando la práctica de
usar solamente miles finales para producir alcohol.

Los centrales Sucro-Alcoholeros así preparados, podían definir en muy
poco tiempo, la producción de fracciones diversas de azúcar o alcohol,
como parte de un sistema productivo que, además de tener ventajas
técnicas y operativas (la producción de mayores cantidades de alcohol
implican disminuciones del consumo energético de los centrales
Sucro-Alcoholeros, tanto de vapor como de energía eléctrica) lo que
convertía la operación en una proceso relativamente flexible.

Sin embargo, la principal ventaja de un sistema como el descrito fue de
tipo económico. Uno de los productos implicados en el sistema, el
alcohol, pasó a tener
su precio de venta vinculado a factores externos, que lo acercaban al
alto precio que la gasolina adquirió durante el período de crisis, lo
que parcialmente le ayudó a financiar la producción de azúcar,
permitiendo absorber mercados y no disminuir la producción azucarera.

Esta realidad, aunada a la decisión del estado brasileño de apoyar con
créditos y subsidios a los productos envueltos en el Plan del PROALCOHOL
- así como a las investigaciones técnicas y productivas que les eran
afines - se creó una política estatal que promovió de manera definitiva
el éxito del Plan hasta nuestros días.

En la actualidad el Plan del PROALCOHOL no existe más y hace muchos años
las producciones de azúcar y alcohol están reguladas en Brasil por las
leyes del mercado, oferta y demanda, sin intervención del estado, que
solamente actúa a través de sus entidades reguladoras cuando es necesario.

LA MATRIZ ENERGÉTICA BRASILEÑA

Brasil es un país de enormes dimensiones, que consume en su Matriz
Energética unos 220 millones de toneladas de petróleo equivalente, de
las cuales casi la mitad proviene de recursos renovables. Concentra en
su territorio el 18% del agua dulce del mundo, tales son las dimensiones
de sus caudalosos y extensos ríos, encabezados por el Río Amazonas y sus
gigantescos y múltiples afluentes.

Esta riqueza hidráulica permite que el 15% del total de la energía
consumida en Brasil sea de procedencia hidroeléctrica, producción
actualmente en expansión.

Brasil produce solamente el 38% de su energía usando derivados del
petróleo, afectado por el hecho que más del 50% del uso vehicular es en
forma de petróleo
diesel. Brasil produce menos de un 7% de su energía procedente del
carbón y algo más de un 9% usando gas natural.

La participación de los productos procedentes de la caña de azúcar
dentro de la matriz energética del gigante sudamericano es del orden del
14%, casi igual que la energía generada en sus gigantescas
hidroeléctricas, las mayores del Mundo.

De esta manera, Brasil produce el 45% de toda la energía que consume
usando fuentes renovables de energía, siendo mucho mayor que la media
mundial, de un 14%.

En este importante punto la caña de azúcar juega un papel doble: el
alcohol combustible, importante vector de la Matriz Energética brasileña
global y la producción de energía eléctrica con bagazo de caña, que ha
llegado a alcanzar un 3% de la energía renovable del coloso sudamericano
durante la zafra.

USO DEL ETANOL

Desde la década del 70 Brasil desarrolló motores a explosión que pueden
usar alcohol como combustible único. En este sentido, Brasil
tempranamente tomó una decisión importante, mezclar toda la gasolina
consumida en el país con cierto porcentual de alcohol, mezcla que en la
actualidad varía entre un 20 y un 25% de alcohol en la gasolina, según
varíe la oferta y la demanda.

De manera que, en Brasil no existe consumo de gasolina pura. Todos los
autos de gasolina usan una mezcla que posee un importante % de alcohol,
sin que exista necesidad de hacer adaptaciones a los motores de los
vehículos convencionales proyectados para usar gasolina pura. Existen
también los autos que usan solamente alcohol, sin mezclarlo con
gasolina, y recientemente se han introducido los llamados
vehículos FLEX (o flexibles) que indistintamente pueden usar gasolina
pura, gasolina mezclada con alcohol, o alcohol puro, sin adaptaciones
previas al momento que el abastecimiento del auto lo precise.

El alcohol que se mezcla con la gasolina al 20-25% es un alcohol
anhidro, es decir, un alcohol al que se ha retirado toda el agua
presente en el producto. Cuando se abastece sólo con alcohol, este no
tiene que ser anhidro, es un alcohol de alta pureza, pero contiene
determinado % de agua en su composición física.

De manera que, en Brasil se producen dos tipos de alcohol combustible:
el alcohol deshidratado, o alcohol anhidro, para uso en las mezclas con
toda la gasolina a ser usada en los autos, y el alcohol hidratado, que
abastece los autos que usan solamente alcohol como combustible, o los
autos del sistema FLEX.

El volumen total de alcohol combustible que será consumido en Brasil en
2007, es del orden de los 17 mil millones de litros. La Matriz
Energética Vehicular brasileña está conformada por un 17% de alcohol,
del cual la mitad es alcohol anhidro. La gasolina,
mezclada con este alcohol anhidro alcanza así el 34% de toda la Matriz,
que se complementa con un casi 3% de gas y un 54.5% de petróleo diesel.

LA INDUSTRIA AZUCARERA CUBANA DE HOY

Antes del desmantelamiento de la industria azucarera cubana, la isla
tenía 158 centrales azucareros, muchos de ellos en estado de
obsolescencia técnica, pero con
una mayoría importante de fábricas remozadas por inversiones anuales
millonarias, realizadas en las décadas del 70 y del 80.

A mediados de los años 80, se llevó a cabo en Cuba un plan para producir
electricidad con bagazo de caña, para lo cual fueron seleccionados 25
centrales

con molidas superiores a las 6,000 Tons./día, que implicaban sistemas de
abastecimiento de bagazo desde los llamados "tributarios," totalizando
unos 100 centrales envueltos en el plan de producir unos 400 MW de
energía eléctrica a la red nacional.

En la actualidad, existen en la isla unos 80-90 centrales azucareros con
potencial de trabajo, de los cuales unos 60 hicieron la fracasada zafra
2006-2007. La mayoría de los centrales que operaron, sumado a otros que
no operaron durante el 2007, se puede asumir que todavía, a pesar del
desmantelamiento de la industria azucarera decretada en 2002, existe en
la isla una capacidad importante de producir azúcar y, según se plantea
como estrategia económica, producir también etanol.

Con respecto al área agrícola de la agroindustria, existen en el país
tierra suficiente (sin necesidad de tomarla de otros cultivos) que
adecuadamente incentivadas,
producirían la caña que se necesite para un Plan de Reanimación
Azucarero en el período post- Castro. Este Plan pudiera iniciarse con un
proyecto para producir, usando los 80 centrales existentes hoy en día,
unos mil millones de galones de etanol, más unos dos millones de
toneladas de azúcar, de inicio.

Según informaciones actualizadas procedentes de los medios azucareros
cubanos, en la actualidad hay 318,769 hectáreas de tierras que antes
eran dedicadas a la producción azucarera y que ahora están totalmente
inactivas. En estas tierras, hoy cubiertas por malas hierbas, podrían
producirse 500 millones de galones de etanol. En la isla hay además,
sembradas de caña de azúcar otras 488,267 hectáreas, en las cuales
podría producirse una mezcla de: otros 500 millones de galones de etanol
(completando mil millones de galones) más, entre 1 millón 700 mil y 2
millones de toneladas de azúcar, que es el doble de lo que produce hoy
el país.

ANÁLISIS SOCIO-ECONÓMICO

Mil millones de galones de alcohol, vendidos en el mercado
norteamericano, podrían alcanzar un valor, FOB en Cuba, superior a los
1,500 millones de dólares por año, que sumado a la venta del azúcar
excedente producido, sobrepasaría los 2 mil millones de
dólares por año, con inversiones del orden de los 10 mil millones de
dólares totales, básicamente en refinerías y sistemas energéticos.

El impacto económico no sólo se circunscribe a la producción exportable,
que sería la locomotora del despegue económico de la isla. Un plan
inversionista de 10 mil millones de dólares para modernizar la industria
azucarera, dotándola de destilerías y sistemas energéticos más
eficientes y productores de electricidad para la red nacional, traería
aparejado una generación de empleo y renta para millones de ciudadanos,
así como la activación de las industrias paralelas a la azucarera, como
la del transporte, la industria mecánica, las empresas agrícolas, de
fertilizantes, de
investigación y desarrollo, entre otras.

Es evidente que para producir una combinación de producciones
importantes de alcohol y azúcar, resulta necesaria la privatización de
los centrales azucareros, muchos de los cuales serían retomados por sus
antiguos dueños. Otro factor importante es la distribución de las
tierras dedicadas al cultivo azucarero, pasándolas a manos privadas,
bien sea como propiedad de los centrales, o como "colonos," que estarían
vinculados por contratos con los centrales a los que servirían como
suministradores.

En un plan a medio plazo - y con la tierra existente - la producción de
alcohol en una Cuba post-Castro, pudiera llegar a producirse más de dos
millones de galones de etanol y entre dos a cuatro millones de toneladas
de azúcar, según los precios de
ambos productos.

Un plan azucarero como el expuesto a grandes rasgos en este trabajo,
posibilitaría, tanto a EUA como a la UE, apoyar los esfuerzos
productivos de la isla, tanto ofreciendo capital productivo, como
mercado para los productos resultantes (azúcar y alcohol) sobre todo el
alcohol, que alcanza precios del orden del
70% de los precios de la gasolina, como sucede normalmente en Brasil

POSIBLE EXTRAPOLACIÓN DE LA
EXPERIENCIA AZUCARERA BRASILEÑA A
LA CUBA POST-CASTRO

En Cuba se produce alcohol hace muchos años. El principal problema para
la producción alcoholera en los últimos 50 años, ha sido el criterio
erróneo de la dirigencia gubernamental, de que producir alcohol
combustible usando la caña de azúcar es un error conceptual.

Las producciones de alcohol en Cuba eran casi exclusivamente
concentradas en las producciones de bebidas y rones y en la producción
adicional del alcohol combustible para uso doméstico, como auxiliar de
las cocinas de keroseno.

La principal extrapolación tecnológica desde Brasil a ser implantada en
la Cuba post-Castro, seria la fabricación del alcohol combustible
partiendo del jugo de caña y de las mieles ricas, dentro del proceso de
fabricación de azúcar y no únicamente a partir de las mieles finales,
convirtiendo el central azucarero en una central sucro-alcoholera,
integrando la destilería dentro de la fábrica, con la cual intercambia
los diversos insumos, materiales y energía.

En Brasil, la caña molida es dedicada, casi exactamente,
45% a producir azúcar y 45% a producir alcohol,
dedicándose una cantidad menor (un 8-10%) a
la fabricación de bebidas y productos farmacéuticos.

La práctica en Cuba, donde ya existe una industria
azucarera dedicada a la producción exclusivamente
de azúcar, sería integrar dentro de los 80 centrales
actuales, - sin afectar su capacidad de producir
azúcar - la destilería de alcohol con capacidad de
producción a ser decidida en cada caso, de manera a
producir cantidades de ambos productos (azúcar y
alcohol) dependiendo de los compromisos y de los
precios existentes en cada momento.

Aunque el mercado interno cubano no es grande, sería importante decidir
mezclar toda la gasolina que se consume, con un % de alcohol combustible
del orden de los 20-25% (como en Brasil) porque este decisión, a demás
de garantizar el consumo de importantes cantidades de alcohol,
representa un papel regulador en los precios del alcohol, sobre todo en
el período entre zafras.

La práctica brasileña ha demostrado que la producción de alcohol dentro
de los centrales, es el elemento que posibilitó financiar la producción
de azúcar durante los períodos de bajos precios del mercado mundial,
ganando mercados en todo el mundo.

Otra experiencia brasileña aprovechable por Cuba en un plan alcoholero
de esta magnitud, sería la instalación de sistemas energéticos de alta
presión y temperatura
en aquellos centrales donde sea factible, para producir importantes
cantidades de electricidad para la red nacional, en una isla que tiene
que producir toda su electricidad usando petróleo, con cuyo ahorro
financiaría adicionalmente estas inversiones.

CONCLUSIONES

Un plan sucro-alcoholero como este para Cuba tendría las siguientes
ventajas:

La existencia en Brasil de un exitoso plan sucroalcoholero como el
descrito, permite programar para la Cuba post-Castro un plan similar,
aprovechando la experiencia azucarera cubana y la posible extrapolación
de la experiencia brasileña a
Cuba.
El capital que entraría en la isla bajo un plan estructurado como el que
se infiere de este trabajo, con las ventas de sus productos a EUA
asegurados y a precios del mercado mundial, permitiría la generación de
cientos de miles de puestos de trabajo bien remunerados desde el
principio del plan (durante las inversiones) algo muy necesario durante
el inicio del período de transición en Cuba.

Este plan implicaría, además del crecimiento de la industria
sucro-alcoholera cubana, el desarrollo de otras industrias asociadas a
la fabricación de maquinaria, la mecánica fabril y de transporte
(manipulación, puertos, etc.), de la creación de nuevas empresas
agrícolas y sus insumos, de los proyectos de ingeniería, así como de los
centros
de investigación y desarrollo que les estarían asociados, todos
vinculados a esta agro-industria, empleadora de mano de obra de dos
tipos: intensiva y altamente calificada al mismo tiempo.

Las nuevas inversiones en los centrales bajo un plan de este tipo,
pudieran asociarse a la modernización de la base energética de la
industria sucro alcoholera, para permitir producir electricidad para la
red nacional, reduciendo la dependencia del petróleo importado en la
generación eléctrica.

Tomando este plan del etanol con base estratégica de generación de
capital en divisas, se desarrollarían otros planes no conflictantes con
el expuesto en este trabajo, en las áreas de la industria del turismo en
la isla; para la producción de alimentos agropecuarios, con fuertes
respaldos en créditos agrícolas para las producciones no cañeras; para
la explotación de la experiencia biotecnológica
y médica; para la reconstrucción y reanimación de la infraestructura del
país (viviendas, acueductos, vías, etc.) que serían columnas económicas
adicionales asociadas al futuro despegue cubano en la era post Castro,
con la ventaja de que estos varios canales de desarrollo son
independientes y podrían poseer ventajas
competitivas internacionales, empleando, además de un volumen grande
fuerza de trabajo y un espectro amplio de personal calificado y no
calificado.

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