gratificaciones
Trabajadores de una agencia estatal que ofrece mano de obra a compañías
foráneas se quejaron duramente en una reunión con la viceministra de
Finanzas.
Agencias
viernes 1 de febrero de 2008 11:46:00
La decisión del gobierno cubano de cobrar impuestos por las
gratificaciones en divisas que reciben empleados de empresas extranjeras
y embajadas ha causado malestar e inusuales protestas, informó Reuters.
La decisión afecta a cerca de 5.000 trabajadores de compañías
extranjeras que reciben complementos salariales en divisas, un mecanismo
no reconocido por la ley pero tolerado bajo el ambiguo concepto de
"gratificación".
Los trabajadores de Acorec, una de las agencias estatales de empleo,
protestaron duramente el 12 de enero durante una reunión con la
viceministra de Finanzas, Nelly Cubillas.
Un video del encuentro en el Teatro Nacional de La Habana, al que la
agencia Reuters tuvo acceso, mostró a varias personas cuestionando la
"base legal" de la medida y pidiendo que, si deben tributar, las
gratificaciones sean reconocidas como salarios. Los funcionarios
respondieron que no hace falta.
"En este momento de supuestos cambios es lo más increíble que puede
pasar. No voy a inscribirme para pagar algo que no gano", dijo una mujer
que se identificó como militante del Partido Comunista.
El video muestra a trabajadores riendo a carcajadas cuando un
funcionario de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT)
les informa que deberán pagar 30 pesos convertibles (32,4 dólares) para
registrarse como contribuyentes.
Otros destacaron sus credenciales revolucionarias y dijeron que, pese a
gozar de "privilegios" como automóviles y teléfonos celulares, trabajan
hasta 16 horas al día por su país.
Las empresas extranjeras que operan en Cuba deben contratar los
servicios de empleados locales en divisas a agencias estatales que, sin
embargo, pagan a los trabajadores en moneda cubana.
El salario medio en la Isla es del equivalente a entre 15 y 20 dólares
al mes, por lo que las firmas extranjeras suelen entregar
gratificaciones extras a sus empleados cubanos.
La nueva resolución grava esas gratificaciones recibidas bajo el
mostrador con entre un 10 y 50 por ciento, según un rango de ingresos,
que oscila entre 2.592 y 64.800 dólares anuales.
Tras las protestas en el Teatro Nacional, fueron suspendidas reuniones
similares pactadas con empleados de otras tres empresas del Estado que
proveen mano de obra a compañías extranjeras.
Los trabajadores contratados a través de Cubalse, una agencia que ofrece
servicios a empresas y embajadas, han recibido en sus domicilios una
copia de la resolución emitida el 13 de diciembre por el Ministerio de
Finanzas acompañada por una carta.
"Le hacemos llegar la mencionada resolución, así como un plegable o
instructivo (...) que detalladamente explica cómo proceder en
cumplimiento de lo dispuesto", dice la misiva.
Informa, además, que el plazo para inscribirse en el registro de
contribuyentes fue extendido un mes, hasta el 1 de abril, y agrega que
funcionarios de Cubalse y la ONAT estarán disponibles entre el 30 de
enero y 8 de febrero para aclarar dudas.
Para Phil Peters, un experto en Cuba del centro de estudios Lexington
Institute en Washington, el gobierno está reconociendo que en Cuba, una
sociedad socialista e igualitaria, algunos ganan más que otros.
"Los empleados de las empresas extranjeras han tenido altos ingresos y
una exención tributaria de facto. Eso está terminando y
comprensiblemente no les agrada. Pero es difícil considerarlo injusto",
opinó.
"Si la misma línea se aplica en otras decisiones de política económica,
significaría más incentivos, posibilidades de salarios más altos y
mayores oportunidades de mejorar la producción y la productividad. Todo
eso sería positivo para la salud económica de Cuba", añadió.
Compañías extranjeras aplaudieron la decisión, pues, dicen, les
permitirá llevar una contabilidad más transparente de sus operaciones en
Cuba.
Muchos empleados están, sin embargo, irritados.
"Nosotros sabemos que los impuestos son normales en todos los países del
mundo. Lo que molesta es la forma de imponerlo", dijo un trabajador que
pidió no ser identificado.
Un empresario extranjero en La Habana describió la decisión como "una
buena idea, mal ejecutada".
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