2009-10-06.
Elías Amor, Economista
(www.miscelaneasdecuba.net).- No les quepa la menor duda al respecto. El
cierre de comedores en los centros de trabajo en Cuba, primer paso para
suprimir grandes subsidios estatales a las empresas, va a suponer el
aumento de las ventas en todo tipo de pequeños negocios privados, aunque
tal vez debamos esperar algún tiempo antes de pronunciarnos sobre el
verdadero significado de esta medida, y sobre cómo se va a implementar
por las autoridades.
De momento, como todo lo que hace Raúl Castro, se ha anunciado que se
trata de un proceso experimental que debe extenderse a todo el país,
para eliminar subsidios estatales vigentes a las empresas desde los años
60, para garantizar a los trabajadores cubanos una comida al día en los
centros de trabajo.
Los pequeños negocios orientados al turismo que venden pizzas, helados y
refrescos en sus propias casas están de enhorabuena porque van a ver
cómo se produce un incremento muy importante en sus actividades hasta
ahora limitadas a la compra esporádica por parte de los extranjeros.
Ese aumento de actividad les va a obligar a mejorar su capacidad
productiva, para lo que van a tener que trabajar más, realizar pequeñas
inversiones en equipamientos dentro de sus posibilidades, informar a los
que deseen comer de sus ofertas, en suma, actividades empresariales
directamente relacionadas con la economía de mercado que pueden ser muy
sanas para la economía cubana. La recompensa les debe proporcionar unos
ingresos cada vez más altos, una capacidad para reinvertir las ganancias
en la mejora de sus productos y servicios, y en suma, clientes más
satisfechos.
La nueva normativa, que se inscribe en el plan de reformas que la
administración de Raúl Castro ha venido impulsando durante el último año
y medio para afrontar la grave penuria económica del país, afecta de
momento a los trabajadores de cuatro departamentos ministeriales, y
tratará de extenderse a los 24.700 comedores existentes en el país, en
los que realizan cada día su almuerzo más de 3 millones de trabajadores,
de una población total de 11.2 millones.
El "Papa Estado ya no puede hacerse cargo de todo" en palabras del
comandante Ramiro Valdés, y el precio de los almuerzos en los centros de
trabajo entre 1 y 2 pesos diarios (3 y 7 céntimos de euro) no se
corresponde con la realidad, obligando al gobierno a gastar 250 millones
euros anuales en la adquisición de alimentos, sin contar los gastos en
energía y las inversiones en las instalaciones.
A partir del cierre de los comedores en los centros de trabajo, cada
ciudadano recibe un complemento salarial de 15 pesos (0.40 céntimos de
euro) diarios, en un país donde el salario mensual promedio ronda los 12
euros. Basta contrastar estas dos cantidades para obtener una idea de
los desequilibrios espectaculares que existen en la economía cubana. Así
podrá darse el caso de que los trabajadores perciban más en concepto de
asignación para la comida de medio día, que en salario mensual.
Según afirman los portavoces gubernamentales, la medida se integra
dentro del marco más general de la política de "realismo y
racionalidad', junto a la lucha contra la corrupción y al intento de
disminuir las gravosas importaciones de alimentos, de 1.800 millones de
euros al año, casi un 20% de las importaciones totales de la economía.
Vale la pena destacar igualmente las declaraciones recientes del
ministro de Economía, Marino Murillo, que afirmó que "el nivel de
descontrol y desorganización en los comedores era de tal magnitud que en
2008 se detectó un exceso de productos valorado en 25 millones de euros".
Empeñados en dar la vuelta al calcetín de 50 años de errores continuos y
fatales en política económica, el diario oficial Granma se apuntó a la
defensa de la medida y destacó que "se trata de dar, más que de quitar.
De abrir las puertas a la racionalidad y al ahorro, de liberar al país
de una carga que no puede ni está en condiciones de seguir llevando'.
La medida es acertada, aun cuando pueda suponer dificultades tanto para
los clientes de los servicios, enfrentados a una oferta escasa y
dispersa, como para estos negocios.
Si el Gobierno establece una pesada fiscalidad sobre los mismos, en un
intento de evitar su consolidación y frenar su crecimiento, volveremos a
la triste historia del pasado. Si por el contrario, se les deja una
cierta libertad de funcionamiento, la mayor eficiencia de la iniciativa
privada conducirá a un nivel de rentabilidad en aumento que supondrá
mejores servicios, comida de más calidad, mejores precios y sobre todo,
menos colas y tiempos de espera, más variedad de alimentos, más
satisfacción de los clientes. En suma, el inicio de una actividad
empresarial no siempre resulta fácil, y mucho menos después de 50 años
de estalinismo intervencionista.
Ahora el Gobierno cubano, acuciado por la debilidad financiera, tiene
ante sí una oportunidad. Siempre he afirmado que cualquier iniciativa
hacia el mercado y los derechos de propiedad debe ser bienvenida para
reducir el peso asfixiante y poco eficiente del sector estatal sobre la
economía cubana. Cualquier espacio que se abra para la iniciativa
privada es positivo. Esperemos que nuestra apuesta se confirme.
LA ELIMINACIÓN DE LOS COMEDORES EN LOS CENTROS DE TRABAJO - Misceláneas
de Cuba (6 October 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=23466
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