viernes, 10 de septiembre de 2010

La 'funcionalidad', según los Castro

La 'funcionalidad', según los Castro
Viernes 10 de Septiembre de 2010 13:43 Roberto Lozano, Miami

Que Fidel Castro reconozca que el modelo cubano "no funciona" quizás sea
un paso positivo, ya que ello podría indicar que el régimen totalitario
estaría dispuesto a continuar profundizando en el camino de la reforma.
Sin embargo, durante el encuentro con Julia Sweig y Jeffrey Goldberg, a
quienes hizo esa aseveración, Castro no aclaró qué variables considera
indicadores de funcionalidad.

Lo cierto es que el modelo de capitalismo monopólico de Estado cubano ha
funcionado bastante eficientemente, pero como instrumento de
enriquecimiento para una nomenclatura cuyos privilegios se nutren de la
extracción de una renta a la que acceden —como si fueran los legítimos
dueños de la propiedad— gracias a la imposición de una de las tasas de
compensación salarial más miserables del mundo occidental, ni siquiera
comparable con la de aquellos países donde impera el llamado
"capitalismo salvaje".

Ese es un aspecto del modelo cubano que seguramente no desearían
modificar aquellos que, como Fidel Castro, son sus principales
beneficiarios.

Por otro lado, la incapacidad propia de ese modelo de capitalismo de
Estado disfuncional y burocrático para generar riqueza colectiva en
términos del crecimiento del ingreso por habitante, implica que el
creciente nivel de depauperación de la clase asalariada y el deterioro
físico de la infraestructura y del parque industrial —debido a la
insuficiencia de la inversión para cubrir si quiera la parte
correspondiente a la depreciación—, requiere que la nomenclatura tenga
que utilizar varios cientos de millones de sus "reservas" en divisas
(una especie de subsidio interno) para mantener un nivel de subsistencia
y de reproducción mínimas.

De ahí que el modelo cubano ya no funcione "ni para nosotros" —como
afirma Fidel Castro— y que necesite ser reformado.

Siempre al borde del colapso

Ese modelo ha "funcionado" siempre al borde del colapso financiero, pero
ha evadido la bancarrota gracias a los inmensos subsidios exteriores,
primero de la Unión Soviética y ahora de Venezuela; a su capacidad de
pedir constantemente prestado al resto del mundo sin que importe su
historial de pago; a la heredada capacidad productiva del régimen
anterior; a los ingresos del turismo y las remesas de los exiliados;
todo ello, sin poner en peligro la renta acumulada.

El modelo marchaba viento en popa mientras otros llevaban la carga
financiera de su mantenimiento. Pero la acumulación de las "décadas
revolucionarias" ha sido implacable en cuanto al deterioro de la
capacidad productiva y a la merma de la capacidad del régimen para
continuar pidiendo prestado. Las remesas, el turismo y el subsidio
venezolano son insuficientes para garantizar la reproducción del modelo
sin extracciones constantes a la renta acumulada.

El paliativo financiero para la nomenclatura vendría de la mano de
aquellas reformas estructurales que restauren cierta capacidad de
maniobra a las fuerzas productivas o un mínimo nivel de libertad
económica en la base para incentivar el trabajo y el ahorro.

Tales medidas aumentarían la capacidad de auto-sostenibilidad del
sistema económico, expandiendo el efecto sanitario del subsidio externo,
de las remesas y del turismo.

Queda claro, en vistas de la experiencia de otras economías que han
pasado por momentos similares, que el único camino para restaurar un
nivel de sostenibilidad económica aceptable para la nomenclatura es la
vía del corporativismo al estilo chino o vietnamita: la simbiosis de un
sistema político totalitario con la continuación de una economía de
capitalismo de Estado, que renuncia a su monopolio de la propiedad y se
apoya en el mecanismo de mercado para decidir la composición de la
producción agrícola y de bienes de consumo, pero que mantiene la gran
industria o las "alturas dominantes de la economía" bajo control estatal.

Lo anterior, unido a una mayor apertura en cuanto a la inversión
extranjera y la expansión del trabajo por cuenta propia, puede ir
liberando paulatinamente la carga del Estado en cuanto a la manutención
de la población y llevar a la substitución de mecanismos de control
directos por mecanismos de control indirectos, a través de la política
fiscal.

Todo parece indicar que estas reformas van a irse implementando
gradualmente, sin que lleguen a alterar el principio básico del
capitalismo de Estado cubano: su dependencia, para la extracción de la
renta, de la explotación del trabajo asalariado en la industria y la
agricultura, y el mantenimiento de la inmensa mayoría de esa masa
desposeída en una situación de dependencia económica, que le impida el
reclamo de sus derechos políticos.

Como consecuencia, la nomenclatura lograría estabilizar de nuevo su
proceso de acumulación de capital, haciendo que el modelo retorne a un
nivel de funcionalidad aceptable para su sostenibilidad.

http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/3163-la-funcionalidad-segun-los-castro.html

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