Raúl Castro legaliza la iniciativa privada y pone del revés la economía
para conseguir un sistema productivo que salve a la revolución | "Lo
que pague en impuestos lo ganaré trabajando más al no tener que
ocultarme", dice un candidato a 'cuentapropista' | Washington ve "con
buenos ojos" el plan de reformas que Raúl Castro propone al PC
FERNANDO GARCÍA | La Habana. Corresponsal | 12/11/2010
José Álvarez es uno de los cuarenta aspirantes a trabajador por cuenta
propia que ayer acudieron a la Dirección de Trabajo de La Habana Vieja
para cursar su solicitud. Él quiere darse de alta como "gestor de
viajeros", una de las 178 categorías que el Gobierno de Raúl Castro
acaba de establecer como actividades en las que los cubanos podrán
ejercer de autónomos o empresarios. Álvarez ya estaba haciendo este
trabajo, pero "por la izquierda" y bajo riesgo constante de arresto y
multa. Era un resolvedor del taxi, de los muchos que se ven por las
paradas colocando a los clientes en la ruta y el coche adecuados a
cambio de una comisión bajo cuerda del conductor.
Ahora José Álvarez, soltero de 29 años emigrado de Holguín a La Habana,
pasará de la resolvedera a la legalidad. Dejará de ser uno de tantos
buscavidas para convertirse en un señor "gestor" con todos los galones.
Ello le obligará a pagar elevados impuestos y cuotas a la Seguridad
Social. A primera vista, parece obvio que esa tributación mermará sus
ingresos. Pero él no lo ve así, y explica por qué: "Lo que tenga que
pagar en impuestos lo voy a recuperar sin problemas. Porque ya no tendré
que esconderme, y así estaré más tranquilo; podré trabajar el doble y
ganar más dinero".
Según sus cuentas, el flamante "cuentapropista" espera ingresar unos
cinco CUC o pesos convertibles (3,5 euros) diarios frente a los "dos a
tres" que se llevaba siendo ilegal. Así que ganará unos 90 euros
mensuales que, después de impuestos, se le pueden quedar en 60: una suma
muy superior a la que percibe en el empleo de funcionario que
compatibiliza con su business junto al taxi. Porque resulta que,
paradojas de la vida y de Cuba, el joven holguinero es cobrador de
multas en el Ministerio de Finanzas. Y allí su salario es de 300 pesos
cubanos: menos de 10 euros.
Del éxito de José Álvarez y miles como él depende en gran parte el de
Raúl Castro en su plan para "actualizar" o salvar el socialismo y alejar
el país del precipicio económico y financiero en que los expertos lo
sitúan a menudo.
Tras su decisión de despenalizar y alentar la iniciativa privada y la
creación de empresas fuera del hipertrofiado sector estatal, el
presidente cubano acaba de sacar a debate público el programa de
reformas económicas que llevará al VI Congreso del PCC en abril del
2011: un proyecto que, aunque insuficiente y tardío para los analistas
más críticos, de hecho plantea poner del revés el sistema económico y
social de la revolución. Es el intento de transitar de un modelo basado
en el Estado total, en los subsidios, el falso pleno empleo y la doble
moneda de valores ficticios –con una extensión desbordante de los
negocios sumergidos y el robo– hacia una economía productiva, con
estructuras fiscales, salariales y monetarias eficientes y sostenibles.
Un revolcón que la Casa Blanca contempla "con buenos ojos", según el
jefe de la diplomacia estadounidense para Latinoamérica, Javier Valenzuela.
En las colas de candidatos a "cuentapropistas" se respira esperanza,
pero en la calle se palpa también escepticismo y miedo ante la vertiente
amarga de los cambios: en especial, ante el plan de despedir a más de un
millón de empleados públicos "sobrantes" que habrán de recolocarse o
montarse un negocio; ante los nuevos impuestos y ante la anunciada
desaparición de la cartilla de abastecimiento. "La libreta ampara a
mucha gente. Si la quitan, comprarán los que tienen dinero y los otros
se las verán negras. Seré la primera en protestar", dijo Irma Vejerano,
de 75 años, a la agencia France Press.
El proyecto de Raúl Castro, cuyo debate entre las bases del partido y
los trabajadores empezó a prepararse el miércoles con una reunión de 532
dirigentes, propone corregir determinadas políticas o actuaciones
emblemáticas de la etapa anterior de la revolución. Es el caso de la
producción sin tasa de la mayor cantidad posible de titulados
universitarios. "La matrícula en las carreras se ajustará a las demandas
de la economía y la sociedad"; hay que "incrementar en un 50% las de
nivel medio y reducir progresivamente las de nivel superior", señala el
documento. Las rectificaciones afectan asimismo a las misiones
internacionalistas de médicos y educadores: "En la colaboración
solidaria que Cuba brinda se considerará la compensación, al menos, de
los costos".
Ya lo avisó el propio presidente en sus discursos: "Nadie puede gastar
más de lo que tiene". "Hay que borrar la noción de que Cuba es el único
país del mundo donde se puede vivir sin trabajar".
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