14-04-2011.
Elías Amor Bravo
(www.miscelaneasdecuba.net).- Inasequibles a tanto desaliento, una vez
más, nos llegan informaciones de Cuba, de su economía, que vuelven a
poner de manifiesto por qué es imposible que aquello funcione con el
modelo de los hermanos Castro. Hoy quiero referirme a un artículo
publicado en Granma por Anneris Ivette Leyva titulado, "A la empresa lo
que es de ella, y a la función estatal lo suyo", un artículo, cuya
lectura no tiene desperdicio, y al que me voy a referir en varias ocasiones.
El régimen castrista destruyó la base de la potente economía cubana de
finales de los años 50 del pasado siglo a partir de un violento proceso
de confiscaciones y expropiaciones que destruyeron la acumulación de
capital existente, y provocaron un empobrecimiento general de toda la
sociedad. Cualquier economista entrenado en la hipótesis de renta
permanente sabe de lo que estoy hablando. Después en 1968 terminaron por
eliminar cualquier vestigio de propiedad privada y la planificación
burocrática y estalinista acabó cercenando el espíritu emprendedor del
pueblo cubano, uno de sus puntos fuertes.
El debate en torno a los "Lineamientos" y la eventual apertura de la
economía a los cuentapropistas, está permitiendo observar varias
cuestiones que deben ser consideradas de forma muy detallada.
En primer lugar, no existe el más mínimo intento de modificar la base
del sistema que funciona de forma pésima en la economía cubana. Como
señala el artículo "tantear el camino que cada vez nos aproxime más al
socialismo sin mácula ni medios términos" es citando palabras de Raúl
Castro, "un andar hacia lo insospechado, no exento de tropiezos ni
señales equívocas".
La apertura de la economía se vuelve a considerar un mal menor, una
necesidad para poner fin al caos, al menos a corto plazo, sin que se
tenga la sensación de que se apueste por cambios estructurales. Esta es
la posición cuando se señala que "alcanzar nuestro horizonte social con
mayor o menor prontitud, depende de que en el presente cada paso se
sopese con esmero y los errores se corrijan oportuna y rápidamente".
En segundo lugar, ese proceso de cambios hacia las nuevas formas
emprendedoras autorizadas no se basan en la convicción del mercado como
mecanismo superior de asignación, y de la necesidad de un respeto a los
derechos de propiedad como base del funcionamiento de la economía, sino
que se apuesta por crear "una organización institucional escrupulosa y
coherente, donde cada una domine sus funciones y responda por ellas sin
dilaciones ni tartamudeos; donde, en el apartado de la gestión
económica, el Estado trace la trayectoria y las empresas aseguren el
recorrido". Es decir, más claro no puede ser: blanco y en botella, leche.
En tercer lugar, precisamente los "Lineamientos" en medio de ese debate
entre centralización y apertura insisten en construir un sistema
empresarial con entidades "fuertes y bien organizadas" (Lineamiento 7
del Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social), lo que
exige la previa "separación de las funciones estatales y empresariales"
de modo "paulatino y ordenado" (Lineamiento 6).
En términos sencillos, la transformación de la economía que persigue el
castrismo pasa por una descentralización, mediante un proceso parecido
al denominado "perfeccionamiento empresarial" cuya capacidad para dejar
las cosas como estaban es incuestionable. De ello se desprende que
aquellos que confiaban en que el castrismo podría abrir puertas y
mejorar el funcionamiento de la economía, con criterios firmes de
apuesta por un modelo nuevo, deben abrir los ojos a la realidad.
Lo que van a discutir los comunistas cubanos en su congreso de los
próximos días, es cómo reforzar el control que ejercen los Organismos de
la Administración Central del Estado, en franca práctica paternalista,
sobre la dirección de las empresas, y la actividad de los nuevos
emprendedores, vigilando su actividad y evitando la acumulación
económica, el crecimiento y el despegue de las nuevas empresas.
La estrategia oculta es que el "organismo superior" ese planificador
central que todo lo sabe mantenga intactas sus funciones, en la medida
de lo posible, y romper con la tendencia desesperada de muchos cubanos a
buscar ingresos alternativos fuera de su principal ocupación para poder
subsistir en condiciones muy precarias, incumpliendo sus funciones y
arrastrando la economía a bajos niveles de productividad y de eficiencia.
Creer que los organismos del aparato estatal, concebidos para rectorar y
controlar el funcionamiento de las entidades productoras, se van a
apartar de su papel simultáneo de jueces y parte en la economía cubana,
es perder el tiempo.
La consecuencia de todo ello, volverá a insistir en una antigua
resolución del anterior congreso del PCC, que señalaba que "el Estado,
como representante de todo el pueblo, ejerce la propiedad social sobre
las empresas estatales, designa a sus directivos, aprueba sus objetivos
y presupuestos, controla y exige por los resultados de la gestión;
desempeña un papel regulador mediante las diferentes políticas
estatales, leyes, normativas y otras disposiciones relacionadas con los
diferentes aspectos del quehacer económico; no administra directamente
las empresas y unidades presupuestadas sino que delega esta función y la
de gestión en las administraciones designadas para ello, las cuales le
rinden cuenta por los diferentes instrumentos de fiscalización y control
establecidos".
Eso no va a cambiar. Las cosas seguirán igual. Y aun cuando traten de
disfrazar eventuales propuestas de corto plazo como signo de cambio en
los tiempos, el peso de la organización burocrática estatal se mantendrá
porque el sistema político e institucional sigue siendo el mismo.
Peor aún. Disfrazado como un proceso de descentralización, el aparato de
poder situará a las empresas en el eje de un nuevo sistema de control,
que las obligará a dependen cada vez más de las organizaciones de masas
y del sindicato único que aparecen como mecanismos de control político
dentro de las mismas.
Este modelo es antieconómico y contrario a la racionalidad empresarial.
Las empresas necesitan información transparente de los mercados y de los
precios para funcionar. El estado debe regular su actividad, pero
mantenerse al margen. La libertad y la liberalización económica mejoran
el nivel de bienestar de los consumidores vía precios más bajos gracias
a una mayor competitividad. El aprendizaje laboral, la incorporación de
tecnología, la expansión internacional y los acuerdos de cooperación
permiten a las empresas crecer, aumentar su escala y convertirse en
negocios que pagan salarios cada vez más elevados y compiten por los
empleados más cualificados, pagan impuestos al estado y recompensan a
sus inversores y dueños.
No existe alternativa. Por mucho que la organización burocrática
comunista se pasee en los límites de lo imposible, fracasarán. Lo que
tienen que hacer es normalizar la base económica de Cuba y destejer la
red. Cuánto antes lo hagan, mejor. En este asunto, perder un día, es
perder un año. Ojalá reflexionen.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=31948
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