El detalle inmobiliario
Reinaldo Escobar
La Habana 26-04-2011 - 1:17 am.
La posibilidad de vender y comprar casas podría abrir la puerta a otros
cambios.
Uno de los resultados que mayor repercusión inmediata pudiera dejar el
recién concluido VI Congreso del Partido Comunista de Cuba se relaciona
con el tema inmobiliario.
La prohibición de la compra-venta de casas no ha sido en modo alguno un
capricho de Fidel Castro, carente de motivos sólidos, como pudiera
creerse en un análisis superficial del asunto. Hay que haber estado
presente en una asamblea de distribución de viviendas para comprender
cabalmente el profundo significado ideológico que ha tenido en nuestra
sociedad el hecho de que a una persona "le dieran", "le entregaran", "le
asignaran" una vivienda, en el lugar que le tocaba y con la cantidad de
dormitorios que le correspondía.
Que ahora, de la noche a la mañana, un ciudadano cubano pueda elegir
dónde vivir y adquirir una casa sin haber hecho compromisos políticos ni
horas de trabajo voluntario, sin misiones internacionalistas ni zafras
cañeras, sin mítines de repudio ni marchas del pueblo combatiente, sin
haber denunciado nunca a nadie ni haberse machucado varios años en una
microbrigada, solamente porque tiene el dinero que va a pedirle el
vendedor, eso, sin dudas, es un cambio trascendental.
Si llega a concretarse la medida, como lo espera la mayoría de los
cubanos, en un plazo de 10 o 20 años se va a producir una redistribución
clasista de los espacios en todas las ciudades del país, especialmente
en la capital y cabeceras de provincia.
La casa de cuatro dormitorios ubicada en el corazón del Vedado, ocupada
hoy por esa señora viuda que limpia el policlínico, le será ofrecida al
exitoso músico de salsa que vive con su exsuegra en Alamar. Digamos que
se venderá en 30.000 CUC, lo que le permitirá a la pobre mujer comprarse
un cuarto en 5.000 en un barrio menos céntrico y asegurar una cómoda
pensión para lo que le quede de vida. Llevará flores a la tumba de su
esposo y le contará lo que hizo con aquel patrimonio decomisado a una
familia de clase media que abandonó el país por el Mariel a mediados de
1980.
Puede ocurrir que a quienes decidan marcharse de la Isla para siempre
les permitan ahora vender su casa para sufragar los gastos del viaje y
con eso se dé por terminada la abominable práctica de penalizar la
emigración con la confiscación de bienes. Quién quita que, una vez
eliminado ese escollo, desaparezca el concepto de "salida definitiva" y
con él el absurdo Permiso de Salida.
¡Detente comentarista! No me sospeches. Ya sé que estoy soñando, pero
que nadie me niegue que con esta nueva permisibilidad (que abarca la
compra-venta de autos) se tiende un puente hacia la consecución de otros
cambios, tal vez imprevistos. Eso es lo que ocurre cuando se altera un
detalle en las estructuras rígidas y cuando un sistema totalitario se ve
obligado por las circunstancias a enfrentarse al dilema de cambiar para
sobrevivir, aunque le cueste la vida el cambio.
Ahora falta ver cómo llevan a la práctica la nueva medida, cuántos
frenos y requisitos le inventan, mientras tanto, soñemos, que nada
cuesta y todavía no está prohibido.
http://www.diariodecuba.com/opinion/4316-el-detalle-inmobiliario
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